Al final no se va a saber si se abrirán nuevas escuelas en América o si se cerrarán las ya existentes en España. |
Los taurinos se quejan y sienten cierta desconfianza por la
presencia de Beilleres por estos lares hispanos, pero claro, si les mandamos
para allá a don Julián, ¿qué esperamos? Pues tendrán que contraatacar. Si les
tocas la moral a los aficionados aztecas, no podemos esperar que se queden de
brazos cruzados. Anda que no se han perdido amistades por ofensas mucho menores
que la de don Julián. Se hace presente en el embudo del DF y como si nada,
pretende simular el toreo ante animales orejones y desmochados; aunque quizá lo
correcto sea decir animales desmochados que parecen orejones. Ahí lo tienen, el poder hecho
hombre, el defensor de los novilleros, el titular de una escuela taurina propia,
el elegido por el dedo divino para la defensa de los toros, se cisca en todo
poniéndose delante de una vergüenza impresentable. Eso sí, al menos tuvo el
detalle de no permitir que su hazaña se “gozara” en el Viejo Continente.
¡Ayyyy! No nos niegue sus clases magistrales de desgobierno taurino, del reino
del trapazo, la contorsión ridícula, el fraude insultante y la trampa
institucionalizada y admitida bajo esa coartada de que cada uno tiene su forma
de hacer las cosas. No confundamos personalidad con marrullería, ni mando con
ratonería.
Se pasan la vida piándolas y exigiendo respeto, respeto a
ellos que se juegan la vida, respeto a su arte, respeto a la cultura que ellos
dicen representar y respeto callado para permitirles llenar la saca sin tener
que escuchar el más mínimo asomo de descontento y discrepancia con ese acto en
contra del toreo que perpetran una tarde sí y mil también. Pero como las
mayorías se rinden a sus pies, entonces a callar, pues amparados en la masa, se
arrogan el derecho a desmantelar la Fiesta de los Toros y dejarla escaparse por
el desagüe, simplemente para que a ellos les caigan sus treinta monedas de la
traición.
Se quejan como plañideras de los ataques que sufren de los
antis, los políticos, los ignorantes, los que no se han puesto nunca, los que
van a desahogarse, los que no saben lo que quieren, los que todo lo ven mal y
no encuentran nunca nada bueno, de los del Sálvame, de los de Podemos, de los
de Jod..., pero sin reconocer jamás, pero jamás, que ellos llevan ventaja a
todos en esto de acabar con este enfermo que son los toros. En la Plaza México,
Julián I de Velilla y V de Mejorada, quizá sin pretenderlo, expuso un denso
compendio de lo que él y sus secuaces suponen para la Tauromaquia: los
caricatos que convierten en ridículo y patético este rito del toro. Díganme si
cabe otra explicación, estoy abierto a cualquiera que se me presente con un
punto de razón, pero yo solo veo que unos señores, encabezados por otro que
calza medias rosas, se agencian unos animalejos infames, la pura imagen del
bochorno, desmochados, exageradamente anovillados y fofos como muñecas de
trapo, a los que les cuesta un mundo tenerse en pie. Siempre se hacen acompañar
de alguien que no les moleste, que no les incomode ni un poquito, alguno de la
familia o aspirante a pertenecer a ella. Hay que evitar sobresaltos, no vaya a
ser que asome uno con alma de torero y ganas de mojarle la oreja. Y el público
con ese desquicie que lo mismo pide orejas que protesta el borrego y hace que
lo echen para atrás.
Pero, ¿ustedes creen que todo esto le importa a Julián I de
Velilla y V de Mejorada? Y quién dice el Juli, dice cualquiera de las figuras,
esas de las que se dice que torean mejor que nunca, el toro más bravo y
encastado que nunca y con más trapío y romana que nunca. Si no fuera el
escándalo que es, sería para echarse a reír a carcajada limpia. ¿Cabe mayor
descaro? Lo malo es que estas mañas tienen pinta de hacerse eternas y
perpetuarse en el tiempo, al menos mientras esto dure. Ya se ocupan los
taurinos de inculcarle toda esta majadería y desprecio por la Fiesta a los
“nuevos valores”. No llevan diez minutos de alternativa y ya se quieren llevar
los torillos debajo del brazo, ni sorteos, ni rifas, hay que asegurar. No
consienten la menor crítica, ni tan siquiera un mohín de desaprobación y a nada
que te descuidas, tiran de lo del respeto, el arte, la cultura y lo de jugarse
la vida, sin que ellos respeten lo más grande, los toros; sin que sean capaces
de crear arte ni por asomo; sin tener nada que ver su pantomima con nada
similar al hecho cultural; y jugándose la vida, sí, pero en la mayoría de los
casos más por su incapacidad lidiadora, que por la condición del toro. Pero
claro, si el público, y a veces algunos aficionados, aplauden al que
simplemente se abandona a merced del toro, al que se ve desbordado ante
cualquier asomo de genio o de casta y que con su negligencia bien se ocupan de
hacer malo al bueno y mucho peor al complicado. Ya ven que todos los males son
de uso exclusivo y personal de El Juli, simplemente él, al ser uno de los
máximos exponentes de la torería actual y gracias a su desahogo manipulador,
pues por momentos se convierte en el principal objeto de nuestros cabreos y por
si no le bastara con los de acá, consentimos y contemplamos como Julián I de
Velilla y V de Mejorada, fustiga a la afición mexicana.
Enlace programa Tendido de Sol del 9 de noviembre de 2015
http://m.ivoox.com/tendido-sol-9-sol-audios-mp3_rf_9323850_1.html
2 comentarios:
Buenas tardes señor Martin. Yo, iluso de mi, cuando veo y leo todas las sinvergüenzadas der Juli, me acuerdo del guerra. No me voy, me echan. Hojala le echen a este sinvergüenza de una puñetera vez. Por que descojona todo por donde pasa, no lleva gente, y cobra un pastizal. Esperemos que no dure 2 temporadas mas.
un saludo.
Kaparra
Kaparra:
Lo que no tengo yo muy claro es que no haya un sustituto preparado. Está claro el daño que hace este hombre a la Fiesta, pero también pasa que el sistema está podrido.
Un saludo
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