martes, 19 de diciembre de 2017

La hora de los teloneros taurinos



A todos os deseo muchas felicidades y os quiero agradecer vuestro seguimiento, que es el que hace que años después, sigamos por aquí.

Hubo sorpresa entre los aficionados cuándo en la corrida Guadalupana, en la México, se varió el orden de lidia y, excepcionalmente, la antigüedad no determino el orden en que actuarían los matadores. Alegan que era para ir alternando un matador local con un foráneo y así mantener la tensión, intentando establecer un mínimo de competitividad, un toma y daca; aunque las malas leguas aseguraban que lo que se pretendía evitar era una desbandada general a mitad de festejo, justo cuándo según la lógica deberán salir a la arena lo matadores mexicanos. No voy a decir que haya aplaudido tal medida, nada más lejos y menos si este sucedido es por tan lejanas latitudes para mí, que cómo dice el refrán, más sabe el tonto en su casa, que el listo en la ajena, pero eso no quiere decir que no haya producido bastante extrañeza.

Pero esto que a unos hace fruncir el ceño, a otros les da ideas y les hace atisbar una inmediata aplicación a la fiesta. Anda que no ha tardado poco el señor Casas, o Nautalia, en descolgarse que eso de que se mantenga el orden de antigüedad es una gaita, que les complica mucho la confección de carteles y en consecuencia, que para qué seguir el camino de siempre. Pues claro que sí, total, ¿qué más dará? Sigamos adaptando el mundo a la medida de los caprichos de los niños, niños a los que se les hace cuesta arriba coger la cuchara solos; pues se les da de comer en la boquita; niños a los que se les hace un mundo masticar, pues se le pasa todo por el pasapuré; niños que no se “ajuntan” con otros niños con los que no quieren compartir ni la pizarra en el colegio, pues se les traen los maestros a casa. Que puede que eso del cambio en el orden de lidia no sea tan trascendente, pero es que es una u otra y otra y otra más, no para allanar el camino, que ya lo está bastante, sino para evitarles la más mínima mota de polvo que los más incapaces pueden ver como una montaña. Comodidad, comodidad y comodidad, a cambio de vulgaridad, vulgaridad y más vulgaridad. Eso sí, que luego se dicen artistas. Y lo que es peor, que tal y cómo está el ambiente de matadores, como fulanito, menganito y zutanito digan que les pongan a un chaval por delante, no se crean que nadie se les va a plantar y a decirles que nanay, que el orden de lidia, según la antigüedad, es el que es y punto. Que esto es como aquello del Guerra y que no había quinto malo, hasta que los demás se revelaron y decidieron que a sortear. ¡Anda! ¿antes no se sorteaba y por una marejada del sector para acabar con los abusos del mandón, empezó eso de los papelillos? Porque ahora parece que volvemos para atrás, que a nada nos imponen por decreto la desaparición del sorteo. ¿Una barbaridad? Desde luego, pero estos no tienen límite. 

Esto se ha convertido en una carrera por acomodar, acomodar y acomodar y a los únicos que beneficio este camino hacia la nada es precisamente a esos, a los que no aportan nada. Les empezó molestando lo de la espada, luego que si los tres puyazos, luego lo de Cultura, después las chepas, luego los regados, que si los pitos, que las protestas, que si esto, que si lo otro. Y cada vez van buscando más y más para facilitarse la ruta, llegando, inevitablemente, al ridículo más espantoso. Si es que no ven el fin, ni por lo que parece, el futuro. Que no es cuestión de adivinaciones, es simplemente pararse a mirar y ver qué dirección lleva esto. Que ya puestos, si el festejo empieza a las siete de la tarde, que pongan por delante a dos desarrapados del toreo, o ni del toreo tan siquiera, que desarrapados siempre habrá, y hora y media después se anuncia la actuación estelar del figura de turno. Pero que no vayan ustedes a pensar, que ni paseíllo, ni gaitas. Primero un pase de moda taurina, con modelos estilizados/as, luciendo las nuevas tendencias de Justin Al Gabax; a continuación se representaría la entremés titulado “Te traigo las llaves”, con reconocidos actores que representarían el rito de entregar las llaves de los toriles al buñolero de turno, que bien podría ser un personaje popular y en el momento de la entrega, que la megafonía dijera eso de: Hoy viene a pasarlo chupi a la plaza… Bertín Osborne, por poner un ejemplo. Y luego los teloneros, que andarían por allí, pero sin que hiciera falta que nadie les hiciera demasiado caso. El personal podría estar bailando la polea por los tendidos, comiendo Hot dog con salchichas de tofu y pan de semillas de nogal, vendedores de palomitas, pipas, chicles, caramelos y cada dos tendidos una barra con un celebrado barman, preparando yintonis, que dada la hora, con uno, ya te vas cenado a casa. Y cuándo ya el cocimiento y estado de desenfreno alcanzara unos niveles suficientemente infames, haría su presentación el figura de turno, envuelto en plumas y pieles de leopardo, para si le viene bien crear arte y si no, no, que para eso es un artista. Que me dirán que esto poco tiene que ver con los toros, pero a lo mejor sí que anda cerca de “la tauromaquia”, según Nautalia/ Casas. Lo que no sé es si el aficionado, si a estas horas aún quedaba alguno, esperaría con más ilusión al figurón o la hora de los teloneros taurinos.

Enlace programa Tendido de Sol del 17 de diciembre de 2017:

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tal como va el toro y la fiesta,es cuesta abajo en la rodada.Quedamos pocos.Saludos.
D,C,

Enrique Martín dijo...

D.C.:
Y cada vez menos, así está esto.
Un saludo