viernes, 5 de marzo de 2021

Tradición, tradición, tradición

 

Respeto es algo más que esperar que nos aplaudan cualquier ocurrencia propia y al toro, cómo y dónde sea, siempre el máximo RESPETO.

Parece que estamos rememorando el inicio del Violinista en el tejado, cuando el protagonista expone los fundamentos para los que la vida, su vida, discurra por unos cauces lógicos, aceptables y que además garanticen el buen vivir de todos. Pero valorando profundamente la tradición, indispensable para asentar nuestra propia identidad, no debemos permitir que se convierta en una cadena que nos ahogue, ni mucho menos en un trágala que justifique cosas que mejor borrar de nuestro acervo cultural e identitario. Y como queda bien claro en la película del violinista, también el adaptarse a los tiempos puede darnos la felicidad. En esto de los toros raro es el día en que alguien no tira de la tradición para defender la fiesta o algún aspecto de esta. Que conste que soy un fiel defensor de las tradiciones, pero no de todas, especialmente no lo soy de aquellas que pueden convertirse en un arma arrojadiza contra este rito al que me siento tan unido, tan entregado.

 Hay tradiciones que aunque sean simples detalles, hacen que algo sea grande. Detalles que marcan la personalidad de lugares y gentes. Ahora mismo se me vienen varios casos a la memoria, pensando en mi plaza de Madrid. Hace no tanto, la bandera solo ondeaba sobre la Puerta de Madrid los días de festejo e incluso, si este se suspendía, inmediatamente se retiraba. Una tradición perdida, porque a no se sabe quién se le ocurrió dejarla todos los días del año. Cuando no había bandera, la plaza parecía dormir. Ahora parece que está siempre en vela, insomne. Era tradición que el chulo de banderillas y el de toriles, el buñolero, lucieran traje de luces, por cosas de don Salvador, Frascuelo. Pero los complejos y afanes de notoriedad de algunos, vistieron a tales personajes de barquilleros. Perdón, igual debí decir de corto, pero a un servidor le dan ganas de pedirles un barquillo o un bombón helado. Tradición es que en Madrid salgan dos tiros de mulillas, como cuando uno de ellos debía ocuparse de retirar del ruedo los caballos caídos en el primer tercio. Tradición, no tan lejana en el tiempo, es que en Madrid no suene la música durante la lidia, y que Dios la conserve por mucho tiempo. Tradiciones que le dan a esta plaza una personalidad especial, rasgos que la diferencian de las demás, de la misma forma que las demás tendrán los suyos, y por muchos años.

Parece como si las tradiciones reforzaran nuestras raíces, nos agarraran más al suelo cuidado y cultivado por nuestros ancestros. Pero hay tradiciones que ya digo, mejor borrar. En estos días hemos podido ver la imagen de un señor recortador subido encima de un toro exhausto. Que igual fue bravo y encastado, pero la falta de aliento le hizo permitir que un señor se le subiera a la chepa. Que el caballero en cuestión, muy apasionadamente y sin delicadeza en los términos, defendió y atacó sin compasión a los que no veían de buen grado tal imagen. Que resulta que eso de cabalgar el morlaco es una suerte de más de cien años, es una tradición, y en eso de rescatar suertes antiguas, pues hala, esta también. Que los ignorantes, los que no somos capaces de documentarnos mínimamente, los que no somos, por supuesto, capaces de bajar al ruedo, no tenemos ni idea de que ese número lo inventó un señor de Valencia y la bautizó como la “sabaeta”. Pero de lo que sí que somos capaces, aunque sea a medias, es que hay invenciones no del todo afortunadas. Que luego se convertirán en tradición con el paso de los años, pero…

Que luego también hay que contar con que todo el mundo tiene sus tradiciones. Por ejemplo los antitaurinos tienen la de publicar fotos en las que el toro se ve denigrado en unos casos o moribundo vomitando sangre en otros. Todos sabemos que esto no tiene por qué ser lo habitual, de hecho, no lo es, pero a ellos les da igual, les parece un buen argumento para atacar la tauromaquia y lo esparcen sobre los campos sembrados de ignorancia; que alguien lo recibirá con gusto para reforzar sus ideas preconcebidas. Que para ellos todo es lo mismo, los recortes, las corridas de toros o los encierros; no distinguen, todo es reprobable, todo es barbarie. ¿Y qué se hace desde el mundo del toro? Pues en demasiadas ocasiones optan por todo aquello que se aleje de dar luz a tanta oscuridad mental y, queriendo o sin querer, darles argumentos para tirárnoslos a la cara. Y si acaso, como este señor recortador, soltando alaridos ofensivos, porque atacan sus tradiciones. Pocos argumentos tan valiosos, como endebles como esos de las tradiciones. Que nunca nos falten, pero cuidado con el abuso de estas. Que como a Tevye, el hombre que quería ser rico, se nos pueden venir abajo, por mucho que repitamos sin cesar tradición, tradición, tradición.

Enlace programa Tendido de Sol del 28 de febrero de 2021:

https://www.ivoox.com/tendido-sol-28-febrero-de-audios-mp3_rf_66094035_1.html

 

2 comentarios:

Ignacio dijo...

La Fiesta no debe de ser hermética ni someterse a normas en lo artístico. Respecto a la música en los toros, diré que como aficionado he presenciado grandes faenas en las que ha habido música, y absoluto me ha molestado, en cambio en otras me ha apetecido verlas en silencio. Evidentemente, lo primero que tiene que haber para que a uno le apetezca escuchar la música en los Toros, es una buena banda de música, cosa que en Las Ventas no hay. Y debería haberla, porque en Las Ventas la música suena durante el paseíllo y entre toro y toro.

Enrique Martín dijo...

Ignacio:
El arte, efectivamente, no tiene normas, pero no se debe confundir la trampa con ese arte. Hoy en día no hay ninguno que haga arte de verdad, que sí amaneramientos, de esos hay muchos. Que ahora todos se llaman artistas y ninguno lo es. Y no es exageración y si conoce a uno solo, por favor, dígamelo. Y en Madrid no hay música y que siga así por muchos años. Ni la hay, ni la tiene que haber. Lo a gusto que estamos sin el tachán tachán en el último tercio. Y la que suena, tampoco se crea que se le hace demasiado caso. Bueno, sí, cuándo tocan la obertura de Carmen en el paseíllo, eso encrespa bastante los ánimos. Será por eso que no la volvieron a tocar.
Un saludo