La afición llega muy lejos, más allá de Oriente, más allá de dónde parte una estrella y llega hasta nosotros como el suave vuelo de una mariposa, la del maestro Lalanda |
Ya saben, hay que ser buenos, hay que ser buenas personas,
lo que un castizo llamaría buena gente. Que buena gente es Manolín, ¿y el
Juanín? ¿Qué me dices del Juanín? Pero ese cuando se enfada, cuidado con él.
Que no le vayas a quitar lo suyo o que no vea una injusticia, que se pone como
un Miura rompiendo plaza. Ya, pero es que Juanín es buena gente, pero no es
tonto, no confundamos los términos. Que es que hay mucha disfunción semántica
en el orbe lingüístico y social de las personas y seres humanos en general. Que
también es verdad que en esto influyen mucho las malas lenguas y los que las
dejan trotar por los sembrados ajenos. Que resulta que uno de estos va y te
dice que lo mejor para el mundo es que todos estemos unidos. Pero claro, si esa
utópica unión no tiene otro fin que quitarme lo mío y que el unidadofilo se
ponga las botas y ponga su negocio a funcionar a costa de los demás, ¿entonces?
Entonces hay que dejar de ser buenos y toca defenderse de esta perversión del
lenguaje y sobre del que la formula y pone su maquinaria trincona a funcionar. Vamos,
un Casas, don Simón, por ejemplo, que va y te quiere convencer de que esto de
los toros hay que pagarlo a precio de oro, porque si no, el arte no puede
subsistir. Pero es que visto así, este no pide unidad, este caballero pide
mentecatos, sordos, ciegos, mudos, pero ágiles de manos para vaciarse los
bolsillos y llenarle a él los suyos. Pero claro, si al menos después del timo de
la estampita, al menos las estampitas estuvieran plastificadas, a todos color y
cada uno diferente de las demás y si una es bonita, la otra mejor, pues igual
mira, igual compensa un poquito el ser de esa unidad que tanto predica y hasta
ser buenos… y tontos. Pero claro, luego llega el momento de la verdad, uno,
todo bondad, después de cambiar a los niños de cole, por eso de ahorrar, de
quitarse de la carne y abonarse al chup chup del Avecrem, de olvidarse del
iphone de última generación y cambiarlo por un tamtam modelo “Ecos de la abana”,
con lo ahorrado se va a los toros y ¡Zas! En todos los morros te pegan el
tocomocho, que piensas que vas a ver toros y como diría una madre de las de
antes, ¡ni toros, ni toras, como me quite la zapatilla”. Pues eso, que en mitad
de mayo ves salir por los chiqueros al buey del Belén para allá por diciembre,
pero con el mismo trapío que la mula. ¡Hala! Ya tienes la mula y el buey, todo
en uno. Pero como es mayo o junio o cuando sea que es diciembre, aún puedes no
ser bueno, ni mucho menos tonto. Pero a pesar del primer sopapo, metafórico,
por supuesto, ahí que seguimos sentados; quizá esperando los pastorcillo, los
tres Reyes Magos y la estrella, nos encontramos que no hay otra cosa que el “caganer”.
Un caballero que se dedica a poner poses asín, asao y de aquella manera. ¿Se puede
ser bueno entonces? Pues ya les digo yo que si lo intentan, igual hasta se
sienten un poco tontos. Pero claro, alrededor de usted hay una muchedumbre que
pierde el sentido. ¿Serán buenos todos ellos? Pero si aún quedan meses para la
Navidad, que o me estoy volviendo tonto o me estoy volviendo un mal bicho sin
alma. Que si los buenos son los que quieren el toro chico, los que no quieren
que se le pique, los que fabricas triunfos a domicilio e invisten de
divinidades a los coletudos, entonces es que los demás “semos” más malos que
Caín.
Pero bueno, como ni es mayo y aún queda un tiempecito para
que todo este enredo se enrede todavía más, para que nos suban las bilis, la
bilirrubina y la tensión a 29-19, seamos buenos, aunque ya lo seamos doce meses
al año, pero bueno, demostrémoslo, o quizá sería más correcto que pongámonos
tiernos, que dejemos a un lado la careta de gentes serias, buenas, que no
tontos, y digámosle a los nuestros cuanto les queremos, cuanto les apreciamos,
les valoramos y deseamos tenerles siempre a nuestro lado. Lo mismo que les digo
y les deseo a todos los que durante el resto del año se han pasado y se pasan
por esta bitácora (sic Xavier González Fisher), mucha feliz, muchos besos,
muchas risas, mucha alegría y a seguir hablando, pensando y viviendo los toros.
Que en Nochebuena no les falte nadie a la mesa, aunque el pavo o el cordero o
el cabrito estarían encantados de no estar, que en esas cenas y comidas que más
parecen de un condenado, puedan decir todo lo bueno que llevan dentro a los
seres queridos. Que en la Nochevieja tomen las uvas y no se atraganten, si es
que viven en España, y si moran otros paraísos, que brinden con champán hasta
que sientan las burbujas hacerles cosquillas en la nariz. Y que bien el gordito
de rojo o los Magos de oriente, el Olentxero, el Cagatió el Pato Donald les traigan todo lo que deseen.
Y que en todas las mesas del mundo y todos los niños del mundo rebose la
ilusión y la felicidad debida y parece que obligada, en estas fechas; en estas
y en todas. Para todos, todos, muchísimas felicidades y que seamos buenos, que
no tontos, todo el año, aunque parezca que solo ahora es tiempo de ser buenos.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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