Cuántos novilleros tuvieron que renunciar a sus ilusiones por no "poner" para torear. ¿Injusticias? Quizá. |
El espíritu de superación, la lucha contra las adversidades
o los imposibles, quedó puesta de manifiesto en la segunda novillada de la
feria. Es algo más frecuente de lo deseable que el respetable, al que no se
respeta, se aburra, se duerma y hasta se expatríe de la afición a los toros.
Incluso los propios taurinos han admitido el aburrimiento como animal de
compañía o lo que es peor, como un ingrediente más de las corridas de toros, en
íntima relación junto con la paciencia; pero lo que no se esperaba es que los
toros también se aburrieran. No es para menos si nos detenemos un momento a
contemplar el toreo de los futuros matadores, tres novilleros, que poco se
diferencian de los demás, que tienen aprendido y asimilado eso de pegar pases y
más pases, que lo de torear ya se verá.
Novillos de El Montecillo, con una presentación intachable,
tanto que ya gustaría que muchos cuatreños que se lidian por ahí, incluyendo
Madrid, tuvieran el trapío de los que salieron al ruedo de las Ventas. El
primero, flojito en varas, fue poco a poco haciéndose el amo durante la faena
de muleta, de noble embestida, pero pidiendo algo más que esa colección de
pases al aire. El segundo, muy mal lidiado, le abandonaron al caballo, se tragó
los mantazos sin rechistar. Como el tercero, que tenía una evidente querencia a
la zona de toriles. Tardó mucho en ir la primera vez al caballo, se dejó y en
la segunda a poco ni le alcanza el palo. A su aire, sin que nadie se hiciera
con él. El cuarto no fue nunca colocado en suerte, hizo sonar el estribo en
paralelo al caballo y en un tercer encuentro hasta osó derribar al picador.
Después en la muleta no se cansó de embestir, ya le pusieran el pico de la
muleta que el estaquillador, que una bolsa de ganchitos, el novillo no dejaba
de embestir. Cuando dobló, hasta algunos pedían la vuelta al ruedo, aunque no
era la cosa para tanto, especialmente si nos fijamos en su reacción en el
caballo. El quinto, nada cuidado en varas, empujó con una fijeza
extraordinaria, metiendo los riñones y llevando al caballo hasta empotrarle en
las tablas. A su aire, recibió el segundo puyazo de mala manera, aunque también
metió los riñones.
De los jóvenes espadas poco se puede decir y menos si es
bueno. Que me disculpen los defensores de la novillería, los que demandan
novillos pequeños, críticos bondadosos, que ya lo son, y aficionados mucho más
todavía y que a nadie se le ocurra levantar la voz para demostrar
disconformidad. Espada y su toreo de capote pegando un tirón a medio lance, con
muletazos sin sustancia, abusando del pico, intercalados por esas feas
carreritas para recolocarse a cada momento. A merced de un novillo que no
tiraba un mal derrote. Aunque lo del cuarto, aún fue peor, y lo reafirmo, aún
fue peor. No sabe para que vale ese trapo rosa grande y pesado, ni como llevar
la lidia, eso sí, lo de pegar mil y un pase con la muleta, lo borda. Metiendo
la punta de la muleta, empalmando, que no ligando, a trompicones, desarmes, más
trapazos y venga trapazos y el animalito ya aburrido de ir de un lado a otro
sin que nadie le dominara como él esperaba. Tanta modernidad ya abruma, cansa
y, por supuesto, aburre. Pero mira, Espada se fue contento, porque le dieron
una oreja. ¿No es eso lo que cuenta? Pues entonces…
Posada de Maravillas, torero de rancio abolengo taurino,
despertaba la esperanza de algunos de ver a su abuelo en aquella faena en la
que sin entrar a matar le concedieron dos orejas, que le llevaron a la
enfermería. Pero no creo que sea el caso de este torero. Daban ganas de enchufarle
a Internet y que se pegara un atracón de tutoriales para saber para qué vale el
capote. Con la muleta también estaría bien que supiera mandar, que no tuviera
que ir detrás del novillo a rascarle muletazos. Pero esto de no mandar es un
mal demasiado extendido entre los que visten de luces. En el quinto era como si
ese tutorial se lo hubieran metido en vena. Recibió al del Montecillo con
buenas verónicas, con los pies fijos al suelo y una media de remate de claro
sabor abelmontado. Con la muleta se vio desarmado al primer pase y al no poder
frenar el ímpetu del novillo se limitó a pegar soberbios latigazos
destemplados, a disimular la sorpresa al ver como se le arrancaba sin respetar
el que Posada compusiera posturas de fino estilista. Desbordado, solo respiro
con cierto sosiego cuando se aburrió el toro, viendo que el joven aquel no
quería jugar con él al tú me toreas y yo me entrego. Acabaron con el yo te como
el terreno y tú te apañas, pero esto era muy aburrido, había mucha diferencia
en el juego.
Otro esperado, una de las promesas más firmes del escalafón,
era Lama de Góngora, pues bien, habrá que seguir esperando. Inseguro, vulgar,
sin temple, con demasiadas ventajas, vulgar y sin dar sensación de ser uno de
los delfines del toreo. Ya digo, igual hay que darle tiempo. Pero que tampoco
se piense que tiene la exclusividad de todo esto, ni mucho menos. Hay tanta
uniformidad entre los toreros jóvenes, ya sean novilleros o matadores de toros,
que el aficionado ya no sabe si seguir esperando, si mandar todo este tinglado
muy, pero que muy lejos o solidarizarse en su sopor con los toros y novillos,
porque hasta ellos se aburren.
4 comentarios:
Gracias Maestro.
Un abrazo.
Marín:
A ti siempre.
Un abrazo
En el futbol, si no ves el gol sube al marcador, en el toro si no ves algo no es cuestión de miopía, puede ser cuestión de gustos o simplemente no lo quieres ver pero al igual que el futbol lo echo ay queda, me refiero con esto Sr Martín a la actuación del novillero Espada, yo le vi pegar algunos que otro natural largo y profundo, cierto es que debe y tiene que mejorar mucho, pero este tiene algo que por muchos años que se lleve viendo vídeos de toros no se aprende o por lo menos yo se lo vi, tambien me dejo ganas de volver a verlo, sera cuestión de gusto o de miopía, gracias por tus opiniones que pueda o no compartir pero si hacen que un ratito al dia piense en esta nuestra aficion.
Saludos.
Antonio Caro.
Sr. Caro:
Hay algo que no puedo compartir y es eso de algunos pases. Pero, ¿qué es esto? Pegar pagar pases o torear. Para mí ese es uno de los males actuales, esa tauromaquia con bisturí, que con dos pases nos entusiasmamos y no nos asustamos si el torero anda a la deriva. Pero de momento seguiré viendo más vídeos. A propósito, le recomiendo el de "Tarde de Toros".
Un saludo
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