jueves, 21 de octubre de 2010

Las artes plásticas y el arte de Cúchares


Todas las bellas artes han recorrido un largo camino desde sus primeras manifestaciones con aquellos garabatos pintados en la roca o esas figuras deformes de las Venus primitivas, hasta lo que hoy en día se considera arte. En la pintura por ejemplo, se ha vivido una continua lucha por dominar la figura, la luz, la perspectiva. Ya los hombres primitivos intentaban imitar la realidad reproduciendo imágenes de su vida cotidiana, bien por gusto u obedeciendo a un sentir mágico o religioso.

El hombre quería captar la imagen, conquistar la realidad intentando representarla con la máxima fidelidad que le permitía el manejo de su mano. Un largo camino con pequeños grandes logros, la imagen, la perspectiva, el color, la expresión del ser humano, la representación de sus emociones, la luz, hasta llegar a un punto de perfección en el que casi era mayor la sensación de realidad de la obra de arte, que lo que ofrecía la fotografía. Pero los objetivos de la pintura cambiaron el rumbo y entonces los artistas pintaron para producir sensaciones, expresaban con sus inquietudes sobre el lienzo, la tabla o unos muros, cualquier espacio en blanco podía transformarse en arte.

Quizás podríamos trasladar toda esta búsqueda al arte del toreo, a la tauromaquia. En los orígenes de la fiesta, los ancestros de lo que conocemos hoy en día, los matadores no tenían tanto de artistas como de dominadores de una fiera a la que se enfrentaban con un paño y una espada, con el único objetivo de acabar con su oponente elegantemente, sorteando sus embestidas pero con valor y sin engaños, en la que lo mismo podía acabar con el toro a sus pies, que pasar a ser cantado en las coplas del pueblo, como el héroe que dejó su vida en el ruedo.

La evolución del toro y el toreo fue casi en paralelo, aunque dependiendo de los momentos y sus protagonistas unos avanzaban más rápidos que otros. El toreo comenzó a incorporar el arte a su trayectoria, los públicos se rendían a los Cúchares o Paquiro y explotó con la competencia entre Lagartijo y Frascuelo. Uno la elegancia, el arte, el otro la honradez, la eficacia. Por su parte los ganaderos buscaban un toro que propiciara el lucimiento, pero sin dejar que éste rebajara sus exigencias.

En estas condiciones apareció Antonio Montes, uno de los primeros bocetos del toreo moderno que desembocó en la revolución de Juan Belmonte. Todo el mundo asumió aquellas nuevas formas, incluido Joselito, el heredero de toda la tauromaquia clásica, quien entendió que esa forma de torear era el futuro. De los casi gimnastas con un tremendo poderío físico, como el de Bombita, se pasó a poder y dominar al toro con arte. La fiesta se fue humanizando y desterró la crueldad inútil, como era el espectáculo de los caballos con las tripas fuera en el ruedo. Aquello no era necesario para el bien de la fiesta. Los caballos ya no esperarían a la salida del toro, aparecerían cuando a éste se le hubiera parado, y las faenas de muleta fueron adquiriendo mayor protagonismo, pero sin minimizar el resto de partes de la lidia y mucho menos la suerte suprema; aquella que hizo figuras a regulares muleteadores, como don Luis Mazzantini, que pasó a la historia gracias a su manejo de la espada entre otras cosas.

Si lo comparamos con otras artes, el toreo fue el escenario de una rápida evolución, adaptándose a la sensibilidad y gustos de cada época, pero siempre manteniendo la integridad del elemento primordial de este espectáculo: el toro. El toro pudo perder fiereza, ganar en nobleza y manejabilidad, pero no en casta. Podían ser bravos, mansos o las dos cosas a la vez, pero era un animal al que no se le podía ceder ni un palmo, sin riesgo de ir al hule. Y al torero además se le exigía naturalidad, entrega, conocimiento, arte, poder y torería, que es la palabra que encerraba todos estos conceptos. Torería vestido de luces, torería tentando en el campo y torería hasta en las tertulias de los cafés de la época.

A lo largo del siglo XX se fueron produciendo diferentes cambios, el toreo se fue perfeccionando y se sucedieron la Edad de Oro, la de Plata y los años sesenta. Se hablaba del utrero, del afeitado, pero siempre estaba presente la casta. No se valoraban los pases, se apreciaba el toreo. Pero no sé si a partir de El Cordobés, ese de quien se decía que llevó a la gente a las plazas para llenarlas, pero de quien también se dijo que los que se fueron con él no volvieron, quizás a partir de ahí se dio el paso para convertir el toreo en un espectáculo multitudinario con una asistencia a las plazas que en otros momentos podía ser impensable.

Las plazas tenían su personalidad muy definida y en sitios como Madrid hasta se llegaron a contar a coro la ingente cantidad de pases de Dámaso González, no se admitían los vicios de toreo ventajista de Espartaco, ni el encimismo de Ojeda, pero llegó un día en el que muchos empezaron a considerar como maestro a El Cordobés, a ése que el aficionado de Madrid no quería ver y que incluso se ponía a leer el periódico de forma ostentosa en el tendido, mientras este ídolo de masas hacía el salto de la rana. También se doctoró a Dámaso González, honrado, honesto y generoso, pero no maestro de toreros, y las jóvenes generaciones se creyeron que Espartaco fue la reencarnación de Fuentes.

El toro inició una cuesta abajo que en lugar de ser frenada se quiso disfrazar de falsa humanización, dos varas en lugar de tres en las plazas de primera, la devolución a los corrales se permitía incluso en la suerte de varas, el abuso de la espada de mentira (a la que me niego a llamar ayuda), la enfermiza obsesión por las orejas y las puertas grandes, la propagación irrefrenable del virus del indulto en todo recinto al que se le pueda llamar plaza de toros. Y así llegamos a la situación en que nos encontramos, el toro con movilidad, según dicen, pero sin aquello que mantenía la dignidad del toro a lo largo de la historia: la casta.

El arte moderno provoca sensaciones en el espectador; el toreo moderno provoca el hastío, el aburrimiento y la repulsa del aficionado. Y los medios de comunicación y el gran número de publicaciones taurinas sirven en bandeja un completísimo repertorio de coartadas y excusas para justificar este bochornoso y vergonzante espectáculo, ese que según dicen no está tan mal. Que el toro seguía la muleta como un toro bravo, sin tener en cuenta su comportamiento en el caballo, que ya es simplemente un simulacro, y que en el mejor de los casos sólo se puede decir que empujó con fijeza. Ya no se tiene en cuenta ni como se arrancó, ni cuantas veces acudió al peto, ni si se le pico a contraquerencia o a favor de ésta o si se le tapó la salida. No se valora si buscaba los capotes, si salía en persecución de los que le prendieron las banderillas o si buscaba los terrenos de toriles o los medios. Ya sólo cuenta la muleta, esa que los herederos de esos que de repente empezaron a llamar maestros, Dámaso González, Ojeda o Espartaco, presentan oblicua al toro y que mueven a larga distancia de los relucientes alamares de su traje de luces, repitiendo una y otra tarde el mismo ejercicio y los mismos movimientos, como si se tratara de un ballet ensayado hasta el aburrimiento. Ahora sí se puede hablar de la faena de Perera, Castella, el Juli o Ponce, por poner unos ejemplos, porque siempre es la misma. Se la saben de memoria ellos y los que les han visto tres veces.

Quizás ya no es posible ningún paralelismo entre las diferentes disciplinas artísticas, y el motivo principal puede que sea que el toreo está despojándose del arte, que siempre lo ha tenido, que no de amaneramiento, para llegar a ser un espectáculo ridículo, censurable y en el que al rey, al toro, lo quieren convertir en un monigote ridículo, simple caricatura de lo que ha sido durante siglos. No sé si esto tiene remedio o no, lo que sí sé es que los que podrían cambiar el rumbo no tienen ninguna intención de hacerlos y nos llevan directos al abismo.
A partir de hoy pongo al servicio de las personas, que por algún motivo no puedan leer el blog, un nuevo servicio de lectura automática, intentando facilitar la accesibilidad a Toros Grada Seis

21 comentarios:

Juan Medina dijo...

Enrique:

Leyendo tus acertadas reflexiones sobre el arte y su evolución, se me ocurre algo muy incorrecto, pero como estamos entre aficionados -gente disipada, puro malditismo-, te lo escribo.

Soy de la opinión de que la masificación de cualquier disciplina termina abocándola a la banalización, a lo que puede captar la masa, la media (que ¡ejem ejem! tiene la misma raíz que mediocre). Hay excepciones, artistas (un Urdiales, un Juan Mora...) que llevan en el alma el fuego sagrado que a los demás mortales nos transfigura, nos conmueve. Pero, en general, la trivialización predomina. Y así nos va.

Un abrazo.

Gil de O. dijo...

Muy buena la exposición concisa que hace de la historia del Toreo, por su claridad, síntesis y profundidad. Ni un sólo pero.

Siendo "granaíno" y muy analista de Frascuelo, debo reconocer que fué Lagartijo, quién pensó por primera vez que aquello podría convertirse en Arte, aunque trás su desaparición, sólo Antonio Fuentes lo hizo valer, ya con el toro más condicionado y siempre con CASTA; y eso que pasaron por Montes -primer irredentor de la auténtica suerte de varas- el propio Frascuelo y el omnímodo Guerra, quén dió los primeros pasos para que esto se fuese al garete; se metía apropiándose en y de todas las cocinas de la Fiesta.

El cambio y raiz agarrada de todo se produce a partír de los petos, con lo que la Corrida pasó a ser otra cosa; y lo que es peor, fué el trasunto para que sin evolución se entrara en la vulgaridad de hoy, al quedarnos sin TORO progresivamente.

Juan toreó con y sin petos, pero la categoría habiala cogido, para todos los tiempos, sin petos.

Todo ésto lo conocí de primera mano de mi abuelo paterno, quién enseñándome de salón, como Frascuelo -era frascuelista- ya liaba la muleta para dar el pase de pecho.

Perdóname el comentario. No he querido corregir nada, ni empañar tu entrada, sólo hablar de toros, ya que no pudimos vernos el día de lo de Juan L. Fraile.

Gil de O.

Enrique Martín dijo...

Juan:
No me parece nada incorrecto lo que dices, es más, yo creo que los toros no pueden ser un espectáculo masificado. Sí es capaz de llenar las plazas hasta la bandera, pero su complicación y la variedad de matices la hace complicada para llegar a todo el mundo, aunque en esas contradiciones que tiene, si se presenta una fiesta de verdad e íntegra, atrae a todos. Es una contradición, ya lo sé, pero creo que es así. En el fútbol tu equipo mete más goles y ya te puede valer, aunque también esté el que analiza los sistemas, la defensa y demás, pero el resultado ya puede llenar el ojo del hincha. Quizás eso sea lo que está pasando en los toros, que el que no capta los matices, el que no ha mamado la esencia quiere satisfacerse con orejas, indultos y salidas a cuestas, que no a hombros. Y por eso mismo valoran más la cantidad que la calidad, pero es como valorar un cuadro por los metros cuadrados y por los kilos de pintura, una aberración.
Gracias por tus "incorrecciones" y un saludo

Enrique Martín dijo...

Gil de O.
En primer lugar muchaas gracias por tus comentarios, que no hacen otra cosa que enriquecer el blog. Pero lo que no te perdono es que me pongas los dientes largos contándome tus conversaciones con alguien que vió a Frascuelo, a Salvador, eso es un verdadero lujo. Eso sí que es mamar la esencia de la fiesta, eso es pegarse un banquete de torería. Y si ya me apetecía haberte visto el día de los Frailes, ahora mucho más.
Un saludo y gracias por compartir tu sabiduría con los aprendices de aficionado.

Unknown dijo...

Que agradable resulta aprender de grandes aficionados.
Me encanta!
Saludos.

Enrique Martín dijo...

Iván:
Gracias por tu comentario y tu apoyo.
Un saludo

David Campos dijo...

Enrique:

Muy interesante entrada, magnífica exposición plagada de verdades.

Solamente apuntar que en casi todos los campos del arte está pasando tres cuartos de lo mismo. Son contadas las obras que transmiten sensaciones, quizás, como bien apunta Juan Medina, debido a la masificación de supuestos artistas, que en mi opinión no lo son, pero se admiten y venden como tales. Este declibe viene a raíz de admitir la subjetividad en el concepto de arte y aceptar la filosofía aplicada al mismo. Según estas teorías: todo las obras son válidas y se pueden catalogar como arte. Pienso que es un error muy grande.

Me ha hecho mucha gracia escuchar la entrada narrada por una bella (imagino) señorita, que por su voz deduzco que debe ser extraterrestre.

Felicidades. Un abrazo!

Xavier González Fisher dijo...

Enrique: Primero, va mi virtual sombrero a la también virtual arena. ¡Lo bien toreao, es lo bien arrematao!

Expresar un parangón de la evolución de las artes plásticas con la evolución del toreo a veces resulta complicado, pues los que tenemos afición por esto lo damos por sentado y en esa actitud, no nos preocupamos por exteriorizarlo y hacerlo comprensible a aquellos a quienes o no les interesa esto, o abiertamente les repugna.

Yo te agradezco el ofrecer con claridad una manera inteligente de expresarlo.

Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

David:
Lo que dices es verdad, una cosa es el arte y los artistas y otra que cualquier cosa sea arte y cualquiera sea artista. A mi me choca como todo el que coge un pincel o un lápiz y pinta un redondel, ya se considera artista.Tú sabes como pinto yo, lo ves de sobra, y no me considero peor que muchos, pero claro, de ahí a pensar que soy un artista va un trecho. Otra cosa es que sea aspirante, pero llegar a serlo. Pero los hay con mucha cara. Y lo de la señorita ha sido porque mi mujer estaba adaptando su blog para una alumna invidente y al contármelo me pareció que no molesta y que puede ayudar. Ójala sirva aunque sea sólo para una persona.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Xavier:
MUchas gracias y recojo tu sombrero y te lo devulvo en esa "devolución de prendas" que se decía antes. Los aficionados a los toros creo que tenemos el problema de que a veces escondemos nuestra afición, y en ello me incluyo. Todo el mundo sabe de mi afición, que creo que es mucha, pero cuando me hablan de toros, en la mayoría de los casos contesto para salir del paso lo antes posible porque creo que puedo aburrir o pasarme de listo. Y también puede ocurrir que lo vemos como algo tan cotidiano que no lo consideramos en la medida en que lo tendríamos que hacer. Así que vaya el "mea culpa" propio por delante.
Un saludo.

Antonio Díaz dijo...

Es difícil explicar una `cosa´tan compleja como la tauromaquia mejor, y sin aburrir.


Lo dices muy bien, la evolución siempre ha nacido de una adaptación natural, no buscada. Lo que no puede ser es que nos perdamos en esa búsqueda permanente. Evolucionar, evolucionar y evolucionar. Belmonte reinventó el toreo no porque quisera desde un principio `evolucionar´o inventar algo, sino porque sus pésimas facultades físicas hicieron que su toreo se tuviera que adaptar a ellas.


¿A que viene este rollo? A que ahora, hay una fuerte corriente de opinion que sostiene que el Toreo tiene que evolucionar... Yo soy de los que sostengo que en esto está casi todo inventado, sin cerrar nunca las puertas a cosas positivas -que se puedan probar-. Limpiar sí, evolucionar no.

Acabando 2010 la palabra evolución aplicada al toreo significa una sola cosa: corridas incruentas.



Por cierto, a ver si les echas de comer a la señora telefonista que tiene un canijazo que no veas.


Saludos

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Yo no sé si esto evolucionará o no y tampoco estoy cerrado a ello. Y como hemos hablado muchas veces, todo se debe mover de una forma natural, como muy bien dices con Belmonte, pero es que ahora nos quieren evolucionar a capón y por decreto y eso no lleva a ninguana parte. A mí me suena a esas palabras de los mítines de otros tiempos en que se iba a un nuevo orden, a una raza perfecta, y todas esas cosas que acabaron muy mal, afortunadamente. A ver si este nuevo orden, el de los 7 querubines, acaba pronto y nos dejamos de monsergas.
A la señora telefonista déjala tranquila, no me vaya a evolucionar también y me evolucione a Manolón el del trombón y entonces la hemos hecho buena. Bastante tiene la pobre que se va a tener que leer las casi 200 entradas del blog, y sin rechistar. Menudo trago.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Yo no sé si esto evolucionará o no y tampoco estoy cerrado a ello. Y como hemos hablado muchas veces, todo se debe mover de una forma natural, como muy bien dices con Belmonte, pero es que ahora nos quieren evolucionar a capón y por decreto y eso no lleva a ninguana parte. A mí me suena a esas palabras de los mítines de otros tiempos en que se iba a un nuevo orden, a una raza perfecta, y todas esas cosas que acabaron muy mal, afortunadamente. A ver si este nuevo orden, el de los 7 querubines, acaba pronto y nos dejamos de monsergas.
A la señora telefonista déjala tranquila, no me vaya a evolucionar también y me evolucione a Manolón el del trombón y entonces la hemos hecho buena. Bastante tiene la pobre que se va a tener que leer las casi 200 entradas del blog, y sin rechistar. Menudo trago.
Un saludo

David Campos dijo...

Enrique:

Ya quisieran muchos de los que se consideran, o son considerados artistas, poder igualar tus dibujos.

Lo de la señorita no es con ánimo de crítica. Simplemente me hace mucha gracia el sonido y el acento con el que habla. La idea, por supuesto que es excelente.

Un saludo!

Enrique Martín dijo...

David:
Ya sabía yo que no era crítica, por supuesto. Lo único que como no la subo el sueldo, me pone voz metálica, pero ¿no me dirás que no es muy profesional?
Y sobre los dibujos´, pues sí que hay dos que querrían dibujar como yo, y los tengo en casa, pero por el camino que llevan creo que, afortunadamente, me superarán en dos días. Ellos prodresan en meses lo que a mí me ha costado 40 años. Pero no veas 1lo feliz que me hace.
Un saludo
PD: Ayer pasamos el susto ¿eh?

David Campos dijo...

Será bueno que los dos que tienes en casa te superen, es signo de que les has motivado para ello. Para ti siempre será un orgullo que sean mejores y así debe ser. Tienen que ser, sobre todo, distintos.
Incúlcales esto.

PD: Mereció la pena pasarlo un poquito mal. El 3-0 lo compensa. ¡Que tío, Reyes!...

Un saludo!

Enrique Martín dijo...

David:
¿Ves? Eso que tanto nos preocupa a tí y mí, también lo tienen ya metido en vena y cuando días como el de ayer no me ven a la hora de irse a dormir, al día siguiente la primera pregunta es. ¿Cómo quedó el Aleti? Pobres.
Un abrazo

Juan Medina dijo...

Enrique:
A quien he oído hablar algunas veces del "maestro Benítez" y de lo bien que toreaba al natural, es a ese locutor de tv con bigote, uno que regala jamones y vinos y que usa un tinte negrooscurocasi negro que debe contaminar mogollón el entorno (el tinte, me refiero).
He visto pocos vídeos de El Cordobés, y me ha parecido esperpéntico. No le niego que pudiera tener sus cualidades como torero, pero como tú dices, ahí se transmutó el toreo en espectáculo de masas. Que, por cierto, es una expresión que les encanta repetir a los de la Mesa del Toro. Yo prefiero llamarlo acontecimiento cultural, porque lo de las masas me suena a fútbol y deportes, y a mí esto de los toros me parece más bien una misa sin sermón ni cura (Dios nos libre), y algunas raras veces con transfiguración de los presentes.
Un saludo.

Enrique Martín dijo...

Juan:
Yo muchas veces tengo la sensación de que alguien quiere convertir esto en algo parecido al fútbol, igual que hace años éste encarnaba al mismísimo Satanás. Y otra corriente es la de entorchar a los toreros retirados con el título de maestros. Ahí insisto en lo de El Cordobés o más recientes los que nombro, a los que también podrían acompañar otros que en su día fueron insoportables en el ruedo, como el Tato que ha vuelto, El Soro, que tuvo una mala suerte impresionante, Paquirri, Q.E.P.D. y otros muchos. Parece que nos da vergüenza decir que a ese señor no se le podía ver torear, que quizás picando piedras o de extremo derecho del Alcoyano, pero no de torero.
SErá eso que el tiempo todo lo cura, pero quedan las cicatrices.
Un saludo

Lola MU dijo...

No sabes cuánto me ha gustado Enrique; he comprendido todo perfectamente, desde el arte en el toro y en el toreo hasta la situación actual y lo que os hace sentir a los que tanto lo amáis. Muchas gracias por esta lección tan clarificadora y muchos besos.


(A partir de ahora seré un poquito mas "entendida")

Enrique Martín dijo...

LolaMu:
Que alegría cuando pasas de visita por aquí. En cuanto a lo de ser más entendida, yo tengo una teoría y es que cuanto más se avanza en esto de los toros, y creo que también en otros campos, menos se sabe. Es como el camino hacia el saber que so se sabe nada. A propósito, ¿te lees las entradas de toros? Tienes más valor que el Guerra (que fue un torero muy grande)
Besos