jueves, 22 de marzo de 2012

Mi amigo torero


El toreo al natural de Marín

Uno de los mayores orgullos para un aficionado es tener un amigo torero. Parece como si eso ya diera categoría a las opiniones e informaciones de “buena tinta” que el susodicho pone sobre la barra del bar. A mi me ocurre algo parecido, pero no con exactitud. Yo estoy orgulloso de tener un amigo, que además es torero. Hace ya un tiempo que no viste alamares, pero mal que le pese, ese sacerdocio es para toda la vida. Permite al oficiante casarse, tener hijos, disfrutar de cuantas aficiones quiera, pero quien fue alguna vez torero, lo es para siempre. Y que conste que no soy demasiado amigo de serlo de los toreros, porque la mayoría de las veces esa amistad pierde sinceridad y para a ser los grilletes de la esclavitud del silencio, el silencio que no permite que se den opiniones contrarias a la falsa alabanza. Incluso esta esclavitud de estar callado puede extenderse a todo el gremio de coletudos.
Pero claro, eso puede pensarlo quien no ha oído hablar de toros a mi amigo el torero, con un criterio serio, duro con palabras de seda, pero leal a la fiesta antes que a nadie; y si el amigo no lo acepta, es que antepone la mentira a la amistad. En una de las muchas charlas, pero no suficientes, que he mantenido con él, una vez le pedí que me contara las horas previas a un día de toros y abusando de su bondad, incluso le pedí que lo escribiera y lo publicara en su blog. Dicho y hecho. A los pocos días leí el relato de un día en que se vestiría de torero. De cómo la broma se vestía de tensión y silencio al salir de la ducha y ver hecha la silla. Pero mejor dejemos hablar a mi amigo torero:
CUANDO LO ABSTRACTO SE MATERIALIZA
Según el diccionario de la real academia de la lengua, abstracto significa alguna cualidad con exclusión del sujeto, de lo cual podemos deducir que no hay nada en concreto a lo que atribuir o adjetivar algo. Por lo tanto podríamos decir que los sentimientos son abstractos. La ilusión, el esfuerzo, la responsabilidad, el miedo... en el mundo del toro son abstractos hasta un momento determinado, el mismo momento en el que una silla en la habitación de un hotel se viste con un traje de luces. A partir de ahí, lo abstracto se materializa en esa silla y en ese traje.
Son pocos los que han podido disfrutar o sufrir ese momento. Te tomas un café con los amigos, te ríes en la habitación, bromeas y te metes en la ducha, pero cuando sales de esa ducha y ves esa silla, el hombre/mujer cambia por completo. Chaquetilla, chalequillo y blusa en el respaldo, taleguilla, medias, fajín, corbatín y montera sobre el asiento. Sobre todo esta última sobre el asiento y nunca sobre la cama. Zapatillas en el suelo, el mozo de espadas esperando y sobrevolando todo esto la mismísima señora vestida de negro guadaña en mano. Es cuando la persona deja de ser persona y aparece el torero. Te paras a pensar en lo que tienes, los que te rodean,... los que te esperan. En esa silla están la ilusión y el esfuerzo, pero los que realmente toman forma son la responsabilidad y el miedo. Esta algo tan importante como el verdadero sentimiento de la fiesta. Porque en el mismo instante que lo abstracto deje de materializarse, incluida la señora de negro, la fiesta dejará de tener sentido.
El otro día, Enrique Martín hacia un alegato a los rituales de la tauromaquia, en el cual yo comenté algo de esta entrada. El sabe lo que significa esto y el me animó a escribir esta entrada. Quizás para muchos de los que solo van a los toros el día grande de la feria tal, a ponerse en barrera junto a la morenaza de turno con escote, con la copa de JB en la mano y puro en boca, no suponga nada todo lo que hoy aquí se comente ni lo que se comente en torosgradaseis. E incluso muchos de estos son los que luego espetan el típico "eso también lo hago yo" cuando a cualquier torero no le salen las cosas o simplemente ese toro en concreto es imposible. A estos son a los que yo un día invitaría a entrar en la ducha de ese hotel, sin morenaza, ni puro ni JB, para que luego saliese, viese esa silla montada y se colase la taleguilla y supiese lo que significa esto. Pero para el que ama esto, para el buen aficionado, todo esto tiene un significado tan esencial como la fiesta misma. Esos que un día Jesulín metió en un autobús y gracias a Dios se niegan a bajarse.
Pero dejando a un lado la ignorancia, todo aquel que ha tenido la suerte de vestirse de luces, o de corto que tanto monta, monta tanto, sabe (o debería saber) que ese traje lleva implícito una serie de valores. Valores que en ningún otro lado va a aprender, y que debería conservar y transmitir a generaciones venideras como lo hicieron en su día las grandes figuras del toreo. Me da mucha pena cuando se intenta manchar ese traje con una modernización absurda típica de otras pasarelas. Uno de esos valores es saber donde están tus límites, vencer a tus miedos y ser capaz de conseguir lo que quieres. Otro el de hacerte humano y adquirir un respeto inusual en los tiempos que corren, tanto por el que está por encima como por debajo de ti. Aunque algunos, cuando creen que no tienen a nadie mas por encima, no respeten para nada al que viene por abajo, sin darse cuenta que por encima siempre van a estar el toro y el aficionado, y en este ir y venir de subidas y bajadas no caen en lo transparente que puede llegar a ser un traje de luces.
Hacia tiempo que tenia guardada esta entrada en el subconsciente, pero nada ni nadie me invitaba a sacarla fuera. Para muchos, el torero, el que se calza la taleguilla, es un superhéroe. Para otros, un solo motivo para acercarse una tarde de feria a ver a aquel que sale en la prensa rosa y el papel couché. Desgraciadamente, para algunos un asesino que no tiene piedad del animal, posicionados en el desconocimiento de que ese animal es el centro de su universo, su si o su no en un determinado día a las cinco de la tarde. Pero nada de esto es cierto. Un torero solo es una persona que ha elegido una forma de vida que le ocupará toda su existencia, tanto dentro como fuera de la plaza (o así debería ser). Una persona con la capacidad suficiente para jugar con sus hijos, bromear con los amigos o darle un beso a su familia y dos horas después salir de una ducha de un hotel dispuesto a dejarse la misma vida en un ruedo. Solidario a la hora de mirar de frente a la muerte cuando alguna causa benéfica lo requiere, para tres horas después volver a dejar en esa silla del hotel todo eso y volver a abrazar a sus hijos.
Por eso hoy pido desde aquí el respeto que merecen estas personas de oro, plata, de corto o con el castoreño, con caballos y sin caballos. Que luego nos podrán gustar más o menos unos u otros, y que no dejemos que por culpa de esos "algunos" que antes mencionaba (si los hubiese), se manche esa silla y ese traje. Porque manchándolo estaremos manchando no solo a el hombre, sino a todo un pasado, un presente y un futuro de las raíces de todo un pueblo. Hoy más que nunca, GRACIAS por perder un rato de su valioso tiempo en estas letras.
Pocos días después me comentaba los sonidos del toreo, el toro, sus pisadas, los pequeños y grandes bufidos, pero no fue capaz de explicarme lo que se siente al torear. Afortunadamente para él, como para muchos toreros y aficionados, esto aún tiene una magia imposible de describir.
A mi amigo torero José María Pérez Marín, de Trigueros, Huelva, timonel de El Retoñal.

17 comentarios:

Gil de O. dijo...

¿QUÉ SE SIENTE AL TOREAR?:
Indescriptible, cuando los sentimientos que te cortan el resuello aparecen no hay prosa ni verso que los exprese.
Bien sabes que soy bastante "hereje"; y en esta ocasión te digo que es lo más grande que se puede sentir.
Eso sí, sin haberme puesto ni de corto ni de luces ante una res. Cuando he sentido que la he llevado prendida; mis sensaciones han superado cualquier otra de mi vida; volviendo a lo de "hereje", ni mujer, ni hijos, ni amigos, ni dinero, ni dios...ni "ná".De otra forma, no se puede comprender mi bendita locura por ésto.
Ese no poderme contener cuando en una tertulia y en el uso de la palabra, como dicen nuestros amigos Pepe Plaza y José Luis Bautista, se me van las manos trazando el lance, es consecuencia, mejor decir fruto de los sentires del alma.
José Maria, Enrique qué buenos vasallos tiene con vosotros El Toreo. Gracias por permitirme, llamarle amistad a nuestro trato.

Saludos de Gil de O.

Enrique Martín dijo...

Gil de O.:
Creo que una de las maravillas de esto es esa sensación indescriptible que produce el toreo. Yo solo me atrevo a describir las consecuencias, no modular la voz, paralización de las piernas, atracción del animal, pero cuando viene, pasa y se va, eso no se puede contar.
Muchas gracias a ti por tu apoyo desde hace ya tiempo, por el espaldarazo el día en que me cediste la palabra y por llamarme vasallo del toreo. Nunca habría imaginado una forma más hermosa de vasallaje.
Un abrazo maestro

Gloria. Murcia dijo...

¿Qué se siente ahí abajo?. Cuando el toro te pasa por la tripa, y le oyes resoplar, y te roza, y te entregas a el, y le vas diciendo: Mátame, mátame si puedes...Que estamos Tú y yo solos en el Mundo...y que se acabe el Mundo.
Y, alargas la mano: Que yo soy yo mismo.
Que Tu eres mi Hermano...y mi Enemigo.

JUNCAL, cap.6 min.31 a 37.

La hija abandonada por Juncal, que nunca se ha vestido de luces, expresa de manera magistral lo que muchos-as nos gustaría sentir.
Gracias, Enrique por mantener viva la ilusión, y enhorabuena por contar con tan buenos y sabios amigos. Saludos.

Enrique Martín dijo...

Gloria:
Gracias a ti por tu respuesta. Quizás esas sensaciones sean uno de los tesoros que encierra el toro. Y además cada uno lo siente de una manera y lo expresa como puede.
Un saludo

David Campos dijo...

Enrique:

Yo, que he toreado sin caballos, de corto y de luces, no muchas tardes, pero las suficientes para decir que es una sensación y un estado de bienestar tan inmenso, que no te enteras absolutamente de nada de lo que esté ocurriendo a tu alrrededor en ese instante.
Ahora bien, como las cosas se den mal, quisieras echar a correr, salir de allí y no parar nunca.

Un abrazo!

franmmartin dijo...

Yo también me siento orgulloso de ser al menos conocido de un torero: José María Pérez Marín; que además de poner cuatro acentos en su nombre y apellidos,los pone en su cuaderno;acentos de sinceridad y de verdad.
Desconozco,lamentablemente,los sentimientos encontrados, mezcla de miedo y sensibilidad rayanos en el orgasmo, como creo que decía Antonio Bienvenida,que siente un torero,pero sí conozco el delirio que todo eso puede producir y produce en el aficionado que lo presencia y que en mi,siendo un niño,más de una vez me valió la reconvención cariñosa de mi padre en la Plaza.
Es casi imposible demostrar la evidencia,pero es facilísimo comprobarla.Y es evidente y comprobable que cuando un torero siente , lo expresa , se abandona y se entrega,el espectador recibe el "mensaje" y le produce otro sentimiento,posiblemente distinto al del torero ,pero también inenarrable.
A algunos nos ocurre algo similar con el flamenco,pero eso es ya asunto de otro comentario.

Enrique Martín dijo...

David:
Que calladito te lo tenías, o sea que tengo otro amigo torero. Ya sabes que pienso que uno no debe ser amigo de los toreros, que luego te obligan a callar muchas cosas, aunque también digo que si la amistad es real, nadie le pedirá al otro según que cosas.
Me contaba un torero, de alternativa, que en la plaza, abajo, se oye todo lo que dice el público, todo y cuando se está mal, mejor, pero que cuando las cosas le salían como él quería, entonces era como si estuviese en una burbuja en la que solo están el toro y él. Son tantas sensaciones que quizás se podría escribir un libro.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Franmartin:
Después de leer tu comentario, incluyendo lo del flamenco, que viene muy a propósito, por supuesto, me he puesto a pensar y me he dado cuenta de que todo nace de lo mismo, del sentimiento, de la expresión irracional e incontrolable, que se canaliza de una u otra forma, pero que no se puede reprimir. El flamenco y el toreo son dos expresiones artísticas que aunque tienen sus reglas y unos cánones establecidos muy claros, en el momento de ponerlo en práctica una de las condiciones más decisivas es el sentimiento y la visión subjetiva de todo esto. Y quizás en esos momentos de libertad expresiva es cuando la persona más disfruta o se emociona, o lo que sea, y llega a eso, a no saber explicar lo que le pasa.
Ójala que pasen muchos años, muchos y aunque nadie pueda explicarlo, que por lo menos se permita seguir buscando.
Un abrazo

Xavier González Fisher dijo...

Efectivamente Enrique, ser torero es ejercer un ministerio... y hoy parece ser que pocos son los que así lo reconocen y entienden... porque si así fuera, en este "planeta de los toros", como cantara José Alfredo Jiménez, "el sol saldría de noche" también... pero en la inmensa mayoría de los casos, no es así. Por eso, como dice otra hermosa canción mexicana: "la negra noche tendió su manto/surgió la niebla, murió la luz..."

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Creo que todavía queda quien siente esa afición como algo superior, pero la mayoría se limitan a ser "profesionales". Una palabra llena de connotaciones positivas, pero que en el toro se convierte en una lacra que mina los cimientos de la Fiesta.
Un saludo

Diego Cervera Garcia dijo...

Enrique:
Preciosa y emotiva entrada.

Pues yo no soy quien para describir la sensación delante de una becerra, pero si soy quien para sumarme a Enrique y identificarme con sus comentarios, sobre todo cuando van dirigidos a nuestro amigo Marin.
Un abrazo

Diego Cervera Garcia dijo...

Enrique:
Pues yo no soy quien para describir lo que se siente delante de una becerra, pero so soy quien para sumarme a tus sentimiento donde describes muchísimas cosas de una persona que nos hace disfrutar con sus comentarios en radio, con su blog, y sobre todo con su persona tal y como es.

MARIN dijo...

Uno de los dias mas duros de mi vida, junto al del dia que falleció mi padre y mi mejor amigo, fué sin duda el dia que decidí no vestir mas el traje de luces. Aquel dia Enrique, recuerdo que me fuí bien temprano a el cabezo del conquero, justo detrás de la plaza de toros de Huelva, y me lleve toda la mañana observandola desde lo alto. Aquel albero, que habia sido mi segunda casa durante años, parecia tener otro color en aquella triste despedida. Pero las personas, muchas veces tienen que tomar decisiones en la vida, y yo tomé la mia.

Todo lo que perdí aquel dia, ilusiones, autoestima, etc... los he ganado con todos vosotros de hoy en dia. Con mis compañeros del mundo del toro, con mis compañeros de Radio, con los que dia a dia se pasan por mi "Retoñal" para hablar de lo que me tiene envenenado: El toro. Y la autoestima volvió de repente a últimos de Febrero en Linares cuando tuve la suerte de hablar de toros con D. José Olid, José Cisneros, toda una afición y conocer en persona a ENRIQUE MARTÍN. No sé si les suena de algo este tio.

Pues fijate Enrique, si a dia de hoy me diesen a elegir entre volver a torear y perder todo lo que tengo ahora, me iba al centro del ruedo y sin pensarmelo deos veces, de un tirón me cortaba la coleta.

GRACIAS por todo Enrique, y lo que nos queda por ver. GRACIAS todos los que habeis comentado aquí, en "mi entrada". A Gil de O., David Campos, Franmartin... a todos. GRACIAS

Enrique Martín dijo...

Diego:
Has visto que amigos tengo, jejeje. Pues disfrutemos hablando de este lío que son los toros.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Pues si me hacen a mí esa pregunta, os dan a todos pomada y os dejo tirados sin pensarlo dos veces. Solicito el ingreso en el grupo de los privilegiados y me hago portavoz del G 11 y luego sería capaz de jurar que no os conozco a ninguno y que mis amigos son los demás del G 11. ¿No?
Ya en serio, a veces la valentía no es ser un loco, sino el tomar ciertas decisiones con todas sus consecuencias. Son las pruebas que hay que superar y aunque uno lo vea como un fracaso, no lo es. Eso del fracaso no existe como tal, es un paso más que hay que dar. A mí como a ti, el conocer a tanta gente, aunque a la mayoría me los cruzo por la calle y nos reconoceríamos, es lo que más me ha dado el blog. Nunca me lo habría pensado, pero bueno como lo menos agradable, las cosas buenas también llegan. Y esto lo dice el tío menos optimista que habrá hoy por estos barrios, pero bueno, empiezo a pensar eso de que siempre que llueve escampa.
Un abrazo y gracias por darme el capricho del origen de esta entrada. La verdad es que ya me estaba preparando la mía, jajaja.

Anónimo dijo...

El torero, como otros profesionales de diferentes profesiones que se hacen por vocación, sin duda viven situaciones especiales que están al alcance de sólo unos pocos.

Marín sabe perfectamente que lograr una tarde de gloria supone muchas horas de sacrificio y privaciones de todo tipo. Tardes de invierno, en las que te apetecería estar en casa sentado saboreando una taza de café, o tardes de verano, en las que estarías mejor tomando una cerveza en una terraza, son sacrificadas para trabajar en pos de mejorar tu condición física y técnica.

La hora de la retirada es siempre amarga pero hay que cumplir ciclos en la vida. En el plano terrenal las cosas tienen un principio y un fin pero, en el plano mental, los recuerdos te hacen revivir experiencias y sensaciones pasadas. Me alegro que Marín guarde en su memoria bonitos recuerdos.

Saludos
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Es tomar la decisión de retirarte de todo lo propio de un chaval joven, para dedicarte a una pasión. Seguro que Marín se sacrificó y mucho, pero con la afición que gasta, estaría encantado de tener que vivir para el toro. Lo malo es que en muchos casos no progresan los mejores, sino los que ponen, los parientes de y tantos otros que se adaptan a los tejemanejes que todos nos suponemos. Marín no llegó a tomar la alternativa, pero no sé si habrá muchos que vivan su retiro con tanta dignidad y con la cabeza alta, pudiendo ir a cualquiera de los muchos sitios donde requieren su presencia.
Un saludo