miércoles, 15 de mayo de 2013

Una figurita, un figurón y la voluntad de López Simón

No siempre los ayudados acaban viendo pasar al toro, y si no, que le pregunten a López Simón



Lástima que San Isidro no sea en marzo o en abril, porque si la corrida de hoy se hubiera celebrado en esos meses, con el agua caída de habría suspendido sine die. Será porque en esos meses la lluvia es diferente que en mayo, porque no creo que sea porque ahora tienen casi todo el papel vendido. Ha caído agua como para que se bañara Falete, pero no nos pongamos espléndidos, que tampoco es para tanto, además, el agua es fuente de vida, germen de la tierra y una excusa barata para justificar fracasos ¿no?

Será por el agua, será por el viento, por lo que lo del Puerto de San Lorenzo ha salido flojo, manso, desigual de presencia, que parecían de cualquier otra ganadería, menos de la que se anunciaba. Maldita lluvia. Ésta ha sido culpable de que el primero no haya sido picado en ninguno de sus encuentros y de que se fuera del caballo al grito de ¡antitaurino el último! Pero anda que no apretó en banderillas, unos arreones que había que andar espabilado para que no te arrollara. Eso fue lo que hizo cuando iba a tomar el primer muletazo, iba como una bala y en el último instante pegó un volantazo y se llevó por delante al torero violentísimamente. Después vinieron las coladas, las no embestidas, que más parecían el ataque del carnero cuando topa. El segundo, que salió que parecía que se iba a comer el mundo, lidiador incluido, se fue suelto al caballo, aunque no por demérito suyo. Le taparon la salida y evidenció una flojera desesperante. Al segundo encuentro no sé si le llegó a rozar la puya, habría que consultar la “cámara superlenta”, esa que mide la velocidad en que la gota de sudor resbala por la nariz, pero que no recoge las trampas de los señores matadores. Pobre animalito, lo que le costaba aguantarse en pie, y encima lo que le picaban los palos en los lomos. El tercero parecía la cabra de la legión, por la presencia y por la forma de tambalearse, ¿qué les darán a fumar a los toros? Me gustaría contarles su comportamiento en varas, pero… no tengo datos, no le picaron. Se apoyaba de lado en el peto y en el siguiente viaje le habría bastado una tirita para curar la herida de la puya. El cuarto fue… como los demás, corretón de salida, corneando el peto y a escapar. Picotazo y a aguantar la muleta. El mérito del quinto fue provocar un tremendo caos entre los de luces, pareciendo aquello más el Carnaval del Toro, con los capas queriendo robar muletazos al toro. No quería ir al caballo ni empujándolo, por muy cerca que se le colocara. Eso sí, para irse de allí abajo no había que decirle nada. Pero seguro que eso era por la tromba de agua que estaba cayendo, porque ya se sabe, lloviendo no tienes ganas ni de empujar en el caballo, ni de seguir la muleta, ni de nada, por lo menos eso es lo que me pasa a mí, que no estoy para nadie. El último siguió la línea de los demás, en el caballo echó la cara arriba, simplemente se dejó, pero se marchó suelto, como en la segunda escapando de allí. Tan harto estaba, que en esta ocasión hasta coceaba a lo que dejaba atrás. Corretón en banderillas, violento en la muleta, topando y sin embestir, no paro quieto hasta que no acabó en la puerta de toriles. Estaba allí como en su casa, no le importaba ni que el buñolero, torilero, chulo de toriles de la plaza de Madrid, que no exclusivo de Las Ventas, vaya vestido de luces, ni tan siquiera el de las barbas. Que manía, por qué no irán vestidos con chándal y zapatos, con lo elegante y torero que es eso.

Hay que ver lo que se ha alargado uno para contar las evoluciones de unos mansos sobre la arena. Pero si empezamos con lo de los de luces, de todo hubo. Una figurita, que cada vez es más pequeña y se aleja más y más de lo que fue y del recuerdo de lo que hizo en su día en este mismo ruedo. Qué tristeza provoca ver a El Cid por allí, dando la sensación de que se ve incapaz y que ruega a sus peones que se lo lidien, corten en filetes finos, se lo pasen por la plancha, muy pasadito, pero ni así, cualquier animal, sea como sea, se le hace bola y no lo puede tragar. Se le vio desbordado de salida en su primero, el inválido que no querían que fuera de vuelta a los corrales de ninguna manera y como prueba esas prisas de El Boni, que no había cogido el par de manos del Ayuda y ya las estaba clavando, no fuera a ser que el usía hiciera caso al público. Luego vinieron pases para justificarse y mala cosa si este es el objeto primario de un matador de toros, justificarse; dice mucho. En su segundo se sintió más “cómodo”, naturales muy apartados, culo fuera, brazo estirado, pico, barullo y la gente queriendo ver el renacer del torero. Ventajista, toreando desde el patio de caballos y sin esa frescura que tantas alegrías le dieron.

El figurón de Daniel Luque sigue sin encontrar esos toros que le convertirían en figura. Y no será porque no ha matado corridas, pero no sé si la cosa es al revés, que hay toros que buscan un torero para hacerle figura, pero él no se da por aludido. Al primero le recogió por verónicas mientras el del Puerto se tambaleaba. Luego un quite por chicuelinas entre latigueras y apartándose. Más trallazos con la muleta, carreras, trallazos, carreras, series de veleta, dando vueltas y más vueltas. ¡Párate ya! Un poco de sosiego señor. Para que encima el inválido se vaya haciendo con la situación. Lo mismo en el quinto, aliñado con mucha sosería. Habrá que esperar otro día y si además practica para matar arriba, mejor, y así nos evitamos las estocadas traserísimas o desprendidas.

Y por último, López Simón, el confirmante que demostró que quiere ser torero. Llegó cómo se pide que vengan los jóvenes a Madrid, novilleros o toricantanos, con muchas carencias, pero con una voluntad de hierro. Con el capote ya se le vio que no estaba por estar, intentó hacer las cosas bien desde el principio y nada evitaría cumplir este propósito. Ni ese tremendo tantarantán que recibió antes de dar el primer muletazo. Fue como si un tranvía cambiara de vía repentinamente y embistiera a un señor esperando en la parada. Pero el chaval se levantó y acto seguido se fue a los medios de rodillas. Que no es que sea lo que más le guste a un servidor, pero tengo que reconocer que consiguió torear. Siempre intentó ponerse de verdad, luego los mansos y el viento pusieron de su parte y hubo mucho enganchón y muchos garabatos en la faena, pero la intención era clara, hacer las cosas como se debe. Las coladas eran gajes del oficio, la violenta embestida también, él quería hacerse torero. No le arredraba el tener que ir a toriles a por su segundo, si era allí dónde tenía que ser. Por un momento hasta pareció dar la sensación de que lo iba encauzando, pero aquel animal no tenía remedio. Manoletinas con los pies clavados y a matar. ¡Ay la espada! Eso hay que remediarlo de inmediato, porque con ella se ven los matadores de toros. Pero bueno, al final al menos probamos un plato que nos dejó buen sabor de boca. Habrá que medir bien las cantidades de los ingredientes, la sal, el tiempo de cocción y esos detalles que se afinan entre los pucheros. Una tarde en la que se puede resumir lo sucedido en que vimos una figurita, un figurón y la voluntad de López Simón

2 comentarios:

Diego Cervera Garcia dijo...

Enrique;

Ayer hablando de fútbol por teléfono, recuerda qué te comentada qué últimamente veo más emoción y juego en los partidos de segunda qué de primera.

Ahora mismo, lo qué se juega en la capital aburre y deprime, y realizar un programa con tan poco contenido y siempre hablando de sota, caballo y rey aburre, por eso mismo, cómo aburre lo qué se juega en la capital, estoy dándole cabida a nuevos orizontes y nuevas caras, para no caer en la monotonía, y así de paso ser diferentes.

Ahora en tú blog te invito el día 26 del presente mes, a la novillada de Illescas donde debutan con picadores los 3 novilleros qué torearon en Albacete la final del certamen Soy Noviller@ con Filiberto Martínez, Álvaro Lorenzo y Ángel Olmo.

Un abrazo

MARIN dijo...

Ayer me sorprendió Madrid Enrique, al aplaudir y reconocer la labor de Lopez Simón ayer. La verdad es que al chaval no se le puede pedir que esté como el mismísimo Domingo Ortega, y como es normal se le olvidó tocar al toro en los estatuarios y el "negrillo" que lo vio y se lo llevo por delante. Es normal en novatos y eso del toque le ha pasao a to kiski.

Eso si, después de un volteretón así no es fácil irse a los medios como se fue el chaval y estar como estuvo.

Un saludo.