lunes, 13 de octubre de 2014

The End... to be continued

Habrá que esperar para que vuelvan a ocuparse los corrales de las Ventas


Se acabó la juerga, ya no habrá más toros, pero como en las películas americanas, este sin dios continuará, volverán a salir toros en Madrid allá cuando asome la primavera, o quizá más tarde. Ahora es difícil aventurar tal cosa; lo mismo entre los señores de Taurodelta y la Comunidad de Madrid se inventan una feria del vehículo de ocasión, un masterchf taurino, un concurso de danza pegapasista, la feria de la cerveza, un encuentro del champiñón con criadores de toda la comarca o hasta les puede dar por cubrir de nuevo la plaza, obligando a que se retrase el inicio de la temporada ya para San Isidro, cuando llegue el 40 de mayo y así nos evitamos las inclemencias meteorológicas del mes de mayo.

Mientras los aficionados haremos las cosas típicas que se hacen cuando no hay toros, nos acordaremos de las grandes cosas que hemos visto este año, lo de Urdiales, lo de Abellán en mayo y no se me ocurre más. Si acaso las corridas de toros que sin ser grandiosas, sí han demostrado que no hay toreros que sepan torear el toro. Vale que los hay que se ponen delante y aguantan a ver si no les levantan los pies del suelo, mucha voluntad y mucho desconocimiento de lo que es la lidia y el toreo, sin recursos para poder dominar las mínimas complicaciones que un toro les pueda plantear. Me fallará la memoria, seguro, pero puede que Diego Urdiales haya sido el único oasis en este secarral taurino. Pero tampoco hay que preocuparse, que esta decadencia poco importa al público que de vez en cuando visita las Ventas. Para estar a juego, Madrid se ha apuntado al adocenamiento, a venerar la vulgaridad, a despreciar un prestigio ganado durante años, a ignorar el toro casi con desprecio y a convertirse en una filial más de esa gran plaza que es la televisión. Es tal el adoctrinamiento que esta ejerce sobre os espectadores de los Toros, que hasta los que se piensan los más exigentes, los talibanes, como les gusta llamarse encaramados en la suficiencia, ven la Fiesta a través del prisma de la modernidad. Aplican los baremos juanpedristas a los toros, exigiendo que salgan sin defecto alguno en el comportamiento y sin acusar las tan frecuentes nefastas lidias que los coletudos les arrean sin remordimientos. Los toreros se redimen con dos pases buenos, sin detenerse en juzgar lo demás, sacan el bisturí y deciden que eso ya salva cualquier mal rato; eso sí, pases dados con la muleta, porque como modernos que son, lo del capote les importa poco.

Nos pasaremos el invierno discutiendo sobre rumores de si fulanito viene dos o tres tardes y con tal o cual ganadería. Figúrense que basta con que una figura se decida a matar algo de lo no habitual una tarde, para que esto se convierta en un acontecimiento superior. Unos se dedicarán a recopilar fotos de unos toreros y otros de otros y servirán de justificación para tirarse los trastos a la cabeza. Los de José Tomás se ilusionarán con los rumores de vuelta, que si ha ido a la finca de Perico el de los Palotes, que si tiene vistas dos corridas para Madrid, que si se ha hecho vestidos nuevos. Los de enfrente empezarán que si solo torea tres al año, como si eso pudiera considerarse como estar activo. Tendremos anuncios de apoderamientos a granel y nos agarraremos a los cambios para pensar que ese torero pueda volver al camino que un día abandonó. Tantas cosas se hablarán. Hasta los antis tendrán su hueco, los catalanes, los políticos declarados pro y antitaurinos, lo mismo se promueve otro plan de dinamización de la Fiesta y nos volveremos a desolar cuando nos enteremos que el contenido del plan no irá más allá de incluir en los repertorios musicales las canciones de María Jesús y su acordeón, de Gloria Laso versionada para banda y castañuelas o las tan populares de los Payasos de la Tele; pero de lo fundamental, del toro, nadie hablará. Todos calladitos, no vaya a ser que a los de arriba se les acabe el chollo. Imagínense que apareciera un torero que hiciera vibrar al público con el toro de verdad, que descubriera que con este también se hace arte y que además exigiera su dinero y su posición en los despachos. Ni empresarios, ni taurinos, ni ganaderos comerciales, ni figurones al uso lo podrían permitir. Eso sería el acabose.


Todo seguirá igual, en Madrid empezaremos cuando los señores empresarios y políticos lo tengan a bien, seguiremos tragando ese ganado infumable que les cuesta tres reales, las figuras seguirán viniendo a fichar a las Ventas para despreciar a su afición y si a alguno se le ocurre levantar la voz, pues leña al mono. Porque aquí lo decente lo decoros, lo que demuestra esa educación esmerada del aficionado a los Toros, es el tragar y callar. Que curioso, hasta esto deciden esos taurinos que están destrozando la Fiesta, cómo debe ser el buen aficionado, el cabal: callado, cariñoso con los toreros, benévolo, nunca crítico y que además pague, sin perderse un festejo. ¿Y a quién favorece este modelo versallesco? Si hace falta, hasta convierten estos últimos coletazos de lo que fue la afición de Madrid en un hecho aislado y circunstancial producto del momento y provocado en su día por Alfonso Navalón y Joaquín Vidal, que no sabían de toros, según dicen, pero tenían muy mala baba, o no les dejaban hablar en casa, como nos pasa a muchos y por eso aprovechamos para vociferar en los toros. Eso sí, los que ahora arremeten contra estos dos críticos lo hacen años después de su desaparición; ¡Viva los valientes que se atreven con los difuntos! Pero la cuestión es que el año que viene todo seguirá igual y si algo cambia será para bajar un peldaño más en esa caída hacia la más excelsa y exquisita vulgaridad y monotonía.

6 comentarios:

franmmartin dijo...

Pongo puntos suspensivos a tu última frase y digo..........."hasta su más que cercana desaparición".
Gracias Enrique por tu esfuerzo por tenernos enterados de lo que pasa en Las Ventas.Sois muy pocos,menos que los dedos de una mano,los que haceis el esfuerzo y arrostrais las consecuencias de decir vuestra verdad sobre lo que sucede en esa Plaza,verdad que en mi opinión,está mucho más cerca de la VERDAD,que lo que se puede leer y escuchar de quienes están comprometidos con todo,menos con la autenticidad de esta Fiesta,casualmente llamada de los Toros.
Que pases un buen invierno (procuraré cumplir una promesa para ayudarte en algo a ello)y el año que viene,hasta es posible D.m que alguna tarde disfutemos o suframos juntos en la antigua Catedral del toreo.
Gracias y un abrazo.

MARIN dijo...

No creas que nadie se acordará del toro Enrique. Precisamente a algunos, el toro es lo que nos tiene en pie, y ahora en invierno es cuando mas fuerza cogemos.

De la temporada en Madrid me quedo con pocas cosas. Un toro de Baltasar Iban, este último de Palha, un pedazo de torero como Diego Urdiales, un Abellán digno de admiración con sus virtudes y sus defectos, y hasta un torero como Perera con el "atrevimiento", que no gesta, de matar la de Adolfo y estar a la altura. He dicho a la altura y no excelso. Poco mas.

Voy a apostillar las palabras de Franmartin, que esto se acaba. Pero no la temporada, sino todo este tinglado que se han encargado de cargarse toda esta gente. Yo seguiré en mi campo, donde los veo nacer, crecer e irse para nunca mas volver, En la mayoría de los casos sin pena ni gloria, y en otros pocos con el reconocimiento del aficionado. Eso si, ojalá pudiese apuntarme con Franmartin y contigo en esa tarde de toros para poder recargarme las pilas, que mucha faltita me hace.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Dentro del declive en que está sumida la Fiesta, este año he visto algunas cosas interesantes acordes a mis gustos. Destaco la fiereza mostrada por algunas ganaderías que tuvieron mucho que torear como Couto de Fornilhos, El Montecillo, Victorino Martín o la novillada de Escobar. Toros sueltos los ha habido en otras ganaderías y muchos toros potables que se fueron al desolladero con las orejas puestas. El final de temporada, aún no siendo como esperaba nos ha dejado algunos toros interesantes y, en conjunto, toros con diferentes matices que no acostumbramos a ver en otros momentos de la temporada.

En la novillería cabe destacar la actuación de Gonzalo Caballero en con su primer novillo de la Guadamilla y, aunque verdes, la gran verdad con la que torearon César Valencia y Roberto Blanco.

Entre los de plata hemos visto algunas buenas actuaciones, como siempre, en labores de brega, banderillas o en oportunos quites que evitaron males mayores.

Y entre los del escalafón superior sigo sumido en una decepción que persiste año tras año.

Una vez más gracias por abrir por poner tu espacio a disposición de todos nosotros.

Un abrazo
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

Franmartin:
Siempre se recibe con gusto esa brisa del sur, como si fuera de un pueblo del que me hablaba un amigo, Ardales, que no sé si lo conocerás.
Esto se nos acaba, renegamos, pero para pasar el invierno ya estamos pensando en nuestra dosis de Toros, que no nos falte.
No sé si le queda mucho o poco a esto, pero a lo que estoy dispuesto, dentro de mis humildes posibilidades, es el hacer que la demolición no sea feliz para muchos y que mientras ven como cae esto, la conciencia le coma por dentro y que se den cuenta de lo que hicieron.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Es difícil que cuando te oigo o te leo no recuerde eso de que eres un aprendiz o aspirante, no lo recuerdo bien, que tanto reivindicas. sueltas dos palabras y acabas con el cuadro. Hablas del toro, de que es lo que nos mueve, y no hay verdad más grande, pero no por ello impide que la mayoría de esos dinamiteros lo olviden, es más, lo desprecian, porque se creen ellos los importantes. Estos sí que son unos verdaderos ignorantes y no el que quiere saber y saber y nunca está satisfecho por mucho que encierre dentro de él.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Afortunadamente para mí, vosotros habéis tomado este espacio y poco valdría esta grada si no hubiera visitantes, porque estando uno solo sería como esas tardes de verano en que uno se sube allá arriba y se pone a vocear a las nubes.
De los de arriba poco o nada podemos esperar, quizá que se desmorone su circo y permita que afloren otras ideas, otros conceptos y que la verdad barra toda esa mentira y ese gran fraude en que han convertido esto.
Un abrazo