jueves, 29 de septiembre de 2016

La tauromaquia que se nos viene

Si don Joaquín viera en lo que se ha convertido esto del toreo, si viera cómo vienen las nuevas generaciones y si viera a cierto personaje en la que fue su plaza, entonces igual... igual le dolería tanto cómo nos duele a los demás.


Si usted es uno de esos nostálgicos que pide el toro y el toreo de verdad, olvídense, que de eso ya no nos queda ni una caja, ni Papa Noel, ni los Magos, ni las tiendas de precio justo, ni tan siquiera en Toisarás, que allí lo tienen todo, todo, menos lo dicho. Admitámoslo, los tiempos del toreo de verdad ya pasaron a mejor vida. ¿No lo creen? Pues les voy a demostrar que sí, y una vez lo haya hecho, por favor, evítense los llantos, los lamentos y estar próximos a una ventana abierta, no vaya a ser que... Dato uno: lo de monsieur Casas ya se ha consumado y será el nuevo capo de las Ventas en los próximos años. Dato dos: si nos paramos a echar cuentas de los tres novilleros que han abierto la feria de Otoño y su deambular desorientado por el ruedo venteño. Dato tres: a lo que ha mandado Joselito algunos les llaman novillos para la lidia, mientras otros no saben cómo calificarlos.

Novillada de abono, pero o han bajado los abonos a menos de la mitad de lo que había o los abonados no han logrado colocar la entrada ni regalándola o a las horas que empieza la juerga solo pueden acudir parados, jubilados, estudiantes o Benavides, el jeta, que ha puesto como excusa en el curro que tenía hora en el dentista. Pero mañana verá cuándo nadie se lo crea, que bastará mirarle a la cara para comprobar que la cosa era mucho más grave que una simple limpieza de piños. Imagínense lo que tiene que ser aguantar seis mamertos del Tajo y la Reina, cuatro de lo primero y dos de los segundo. El que tenía más presencia era gracias a los kilos, lo que le hacía más propicio para rellenarlo como un pavo con paté de gusanitos para Navidad. Algunos inválidos, tanto que el segundo se fue para atrás y salió un sobrero de ¡Ave María! (No me digan que no han tarareado la cancioncita, porque no me lo creo) Quizá el más boyante, colaborador, que se dice ahora, con ritmo, formal o cómo lo califiquen estos modernos coleccionistas de neologismos táuricos, fue el cuarto que iba y venía, pero al que Manolo Vanegas no le prestó demasiada atención, más bien ninguna.

Tres puntales de la novillería, Manolo Vanegas, que no tuvo la suerte de que le comentaran por encima eso de la lidia, la colocación durante esta, que hay que picar mínimamente a los toros y que si el animalito topa contra el peto sin que el de aúpa se emplee un poquito, no cuenta como puyazo. Que puede que haya a quién no le importe que se eche el toro para fuera, que se los pase allá a lo lejos o que incluso tire la espada a la arena para sacudir la muleta de impurezas al modo Dani Luque, aunque esto no fuera necesario, porque la muleta no tenía tales impurezas; cosa diferente es lo referente a la forma de ver el toreo de este joven aspirante a torbellino taurino. Si hasta suelta la muleta allá dónde caiga como si no le hiciera falta, que lo mismo ese es el caso, no le hace falta, ni sabe darle uso.

Volvía Pablo Aguado a Madrid y bien que lo hemos sentido. Algunos aficionados hasta esperaban algo del extremeño, paro... Que no quiero yo decir nada, porque hasta le han hecho saludar; ¡Bien! Siempre está bien ser educado, pero... Quizá habría podido estar mejor si a su primero no le hubiera pegado los latigazos que le arreo, ¡Ay el temple! Pero eso es cosa de viejos. Venga a recolocarse tras cada muletazo. De salida recibió una paliza de cuidado de su segundo, dejándole tocado y dando síntomas de cierta desorientación por momentos, además de tener que estar bastante dolorido. Y no se puede decir que le auxiliara la cuadrilla en eso de medio llevar la lidia, ellos que estaban en condiciones y sin haber recibido de aquella manera. Faena deslavazada, merodeando al toro y tirando de vulgaridad.


Rafael Serna volvía a Madrid después de aquel impresionante cornalón en las novilladas del verano. Nadie lo recordó, ni se lo agradeció. No se lo tomen a mal a los asistentes, quizá sea porque ni se enteraron de aquel, ¿no se dan cuenta que la afición de Madrid ya no existe como tal? Los japos de aquel día estarán en su casa tomando té, los cuatro nativos del foro que sí estuvieron estarían digiriendo el cocido y los demás, pues lo dicho, ni noticia del percance. Que así está Madrid, para que se vayan haciendo una idea. Tampoco se puede destacar nada de lo hecho por el hispalense, vulgarote, pesado, cansino, premioso y sin cuidar la lidia lo más mínimo; y así pasó en el sexto, por no poner el toro en suerte y mientras el caballero andaba bailando el caballo inoportunamente, se arrancó el novillo, yéndose al estribo izquierdo, cuándo asomó el monosabio audaz, ese que se agarra a los rabos de los toros como un rayo, coleando inmisericorde para salvar los caballos del jefe y sin hacer caso ni a las protestas, ni a los mandatos del alguacil; ¡ah, no! Que el alguacil estaba pendiente de acabar una partida de chinos con el chulo de banderillas y el encargado del botijo de los picadores. Luego al señor monosabio, o don monosabio, que no sé cuál es el trato, le invitaron a abandonar el callejón, que no está mal, pero dudo que alguien decida multarle por tomarse atribuciones que no le corresponden. Pero son tantas las cosas que se daban por sabidas uy que ya esta juventud que viene se pasa por el arco del triunfo, que uno no da a basto. Allí se iba Rafael Serna a obligar al médico de la plaza a que saliera al ruedo, lo que el galeno hizo tímidamente, sabedor de cuál es su sitio. Que al doctor Garcái Padrós, igaul que a su padre, habría que ponerles una estatua en la plaza, dicho sin el menor atisbo de ironía, pero cada uno en su sitio. Ese sitio que el mozo de espadas de Aguado ignora. Al ser cogido su matador en el centro del ruedo tras una personal versión de la portagayola y un afarolado de rodillas, fueron en su auxilio sus dos compañeros y las cuadrillas, en una frenética carrera de capotes para hacerle el quite al compañero; bien, pues, ¿qué hacía el señor porta muletas y capotes danzando por el ruedo? La situación era de máxima tensión, por supuesto, pero, ¿qué hacía el señor porta muletas y capotes danzando por el ruedo? Todo esto no son otra cosa que signos, síntomas de esta nueva, e incomprensible para muchos, forma de entender todo esto, al menos en Madrid. Quizá no entendemos, no acabamos de saber que esta es la tauromaquia que se nos viene.

4 comentarios:

fabad dijo...

¿La tauromaquia que se nos viene?. La tenemos encima y además es veterana..
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Espero que monsieur Casas no le de la puntilla a Las Ventas.Soslaya que los estipendios de los toreros van hacer según el aforo y cuenta con la venia de los denominados figuras.
Parece fuerza de ventas con sueldo y comisión.Al triunfador del ciclo le regalará un automóvil o un crucero.Se supone.
E.P.S.

Enrique Martín dijo...

Fabad:
Pues sí, tienes toda la razón, pero es que vistos los novilleros de la primera, estos aún van más allá en la chabacanería, trampa, destoreo y ausencia total de respeto a los fundamentos del toreo.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

E.P.S:
Pues mucho tiene que cambiar para que sus ideas no acaben con aniquilar lo que fue Madrid. Simplemente en esa forma de pago o de premios, ya sice bastante de su visión patriarcal del toreo. Que pague lo que hay que pagar y que se deje en paz de premios de colegiales.
Un saludo