Que nos lo queríamos perder. Invitan al señor Casas a una
tertulia de esas de abolengo, en la que se supone que le van a poner las peras
al cuarto, que algunos incluso hasta le avisaron de sus intenciones con una
pancarta en las Ventas, iba a terreno hostil, al menos a priori, y llega el
señor productor y poco menos que se los mete en el bolsillo. Si hasta le reían
las gracias. Pero bueno, cada uno puede reírse de lo que le dé la gana y nadie,
y yo mucho menos, somos nadie para decir si ahora te ríes o si ahora lloras.
Mucho mejor reír, desde luego. La cuestión es saber si la idea del orante y los
oyentes coinciden, sin tener que estar de acuerdo, por supuesto, pero que al
menos haya un punto de partida, unos conceptos básicos en los que haya una
mínima coincidencia. Ahí quizá pueda originarse el conflicto, si es que este se
llega a dar.
Se le oye decir al señor Casas que para él el toro es
principal protagonista, se le escucha defender al toro por encima de todo y se
adivina esa intención de que este se haga presente en la temporada madrileña.
Pero, ¿qué entiende don Simón por lo que debe ser el toro? Que no olvidemos de
dónde venimos todos, él y la afición de Madrid, que estamos hartos y asqueados
de esas peroratas alabando al toro más encastado que nunca, al más bravo de la
historia y al que más embiste desde que el mundo es mundo. Qué maravilla, ¿no?
Pues no, si a lo que nos referimos es a lo de Daniel Ruiz, Garcigrande,
Victoriano del Río los días de figuras, Núñez del Cuvillo y ese largo etcétera
de hierros que todos tenemos en la cabeza y que como una condena, van casi
siempre unidos a los nombres de esas figuras que con tanto primor están
enterrando esto que llamamos Fiesta de los Toros.
Algo parecido ocurre con los matadores y lo que el señor
Casas entienda por grandes carteles, a los que por otro lado pretende poner
otros precios, más caros, claro que sí. Figuras que en muchísimos casos, por no
decir en casi su inmensa mayoría, han subido a los altares de la mano de la
prensa y de esos triunfos de bazar chino en las tardes de entusiasmo desmedido,
a veces solo explicable por esos ríos de calimocho que fluyen en los autobuses
de paisanos y partidarios de los toreros. Imagínense que deciden que me cobran
cuatro pesetas más por un cartel con El Juli, Perera y Roca Rey. Para habernos “matao”.
Si lo que a muchos les gustaría, si les dieran a elegir, es que ninguno de los
tres vuelva a asomar por la plaza de Madrid mientras no se anuncien con toros;
y para más inri, ¿me lo cobran más caro? Esto es de locos.
La rumorología viene contando desde hace tiempo que ya se
tienen compradas no sé cuántas de Miura, Victorino de todos los hierros duros,
pero duros de verdad, para dar gusto a la “majísima” afición capitalina. Por
ahí vamos bien, pero que no me cuente que las van a matar primeras figuras, que
al final será Ureña, Urdiales y cuatro más, que son los que las han matado
siempre y a veces con suma dignidad, ofreciendo toreo del bueno y hasta
cosechando valiosos triunfos. Que yo, personalmente casi prefiero que esto siga
así, pero por figuras nos vienen los Ponce, Juli, Manzanares, Morante,
Castella, Perera y los “emergentes” que tanto ilusionan a muchos. Eso sí, no se
preocupen ustedes, que si piden explicaciones, se las van a dar, ya sea en
nombre del arte de la tauromaquia, del arte sublime, de la personalidad de los
artistas o de la artistología exuberante y si no, pues lo mismo se llevan
gratis un corte de mangas, con arte, por supuesto.
Hemos pasado de enseñar los dientes a una sombra a ofrecer
el cuello a quien ni tiene sombra, ni se refleja en ningún espejo, porque
realmente es único, afortunadamente. Y es que esto es lo que tienen el ya
empresario de la plaza de Madrid, que te habla, te habla, te habla y al final
se le acaban entregando los auditorios y solo los muy bichos no pueden olvidar
aquello de que a los aficionados hay que echarles de la Fiesta, aunque ahora se
derrita en halagos a la afición de la capital mundial de la tauromaquia; de
aquellas palabras tan ofensivas como cobardes en las que tiraba contra Joaquín
Vidal, ejemplo para esa afición de Madrid, y al que, una vez que ya no estaba
entre nosotros, se atrevió a tirarle dardos envenenados con el rencor que nace
de la envidia y la mediocridad. Son cosas difíciles de olvidar, aunque ahora
parece ser que quiere convencernos de otra cosa y que reflexionemos: Monsieur
Casas, ¿lobo con piel de cordero?
Enlace programa Tendido de Sol del 20 de noviembre de 2016:
2 comentarios:
Es una mentira extendida por el trilero de Casas que,el aficionado es el más exigente y la realidad es que no se le acepta el que quiera meter la fiesta por la pendiente del triunfalismo.Ya le veremos las orejas al lobo.
T.Green.B.
La plaza de toros de Las Ventas necesita un giro, la cuestión es hacia dónde va a dar el giro Simón Casas, porque es uno de los taurinos que mejor saben vender humo. Yo soy muy escéptica al respecto, ojala me equivoque. Saludos Enrique.
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