Inocentes, quizá, pero a veces esa inocencia también puede encerrar cierta lógica y sentido común, todo es cuestión de voluntad y de no prejuzgar |
Quizá ustedes ya tendrán noticia de que la Plaza Mayor de
Madrid está a punto de cumplir su cuarto centenario, que se dice pronto. La que
en su momento ocupó la plaza del Arrabal y algunas viviendas aledañas, se
erigió como centro de la vida de la Villa y Corte y aparte de lugar de autos
sacramentales y otras actividades aún más ignominiosas, fue pensada como
escenario de los juegos de toros a los que tan aficionados eran por aquel
entonces los madrileños. Al fin, una plaza de obra, un lugar fijo en el que
celebrar los festejos taurinos.
Por este motivo, la señora alcaldesa, doña Manuela Carmena,
siempre atenta y conocedora de la historia, usos y costumbres de la capital y
respetuosa con el gusto de sus conciudadanos, ha decidido, taurinamente
hablando, echar la pata pa’lante y encargar al Área de Cultura del Ayuntamiento
la celebración de un festejo, de una corrida de toros, en semejante marco, para
al menos recuperar por un día el fin para el que allá por el siglo XVII fue
construida dicha plaza. Incluso la señora Meyer, responsable de esta parcela,
ha dejado entrever la posibilidad de contar con matadores recientemente
retirados o con poca actividad en estos momentos, para que actuasen en una
fecha tan señalada.
Lógicamente hay muchos cabos que atar pero el entusiasmo que
ha originado esta iniciativa ha hecho que los engranajes de la Fiesta se muevan
con una rapidez inusitada. Hay dudas sobre si organizar dos festejos, uno
matinal y otro vespertino o si, según los usos de la época, celebrar una
corrida de doce toros. Unos se inclinan decididamente por esta opción, pero por
otra parte también hay que sopesar el estar más de cuatro horas sobre los
tablados de la plaza. Quizá sea la opción mixta, la de los doce toros, pero con
un descanso que permita al menos el parar a comer y que los espectadores
pudieran disfrutar de los establecimientos hosteleros de la zona, que también
han mostrado su adhesión al proyecto. Es más, se estima que la venta de
bocadillos de calamares podría ser superior a la que se realiza durante una
semana entera de Navidad. El impulso al sector sería más que evidente.
Se barajan nombres y ya has saltado algunos como los del
maestro Esplá, José Tomás o Joselito, que según fuentes de su entorno habría
recibido la noticia con gran satisfacción y dispuesto a vestirse de luces una
vez más en su casa, en Madrid. Entusiasmo que no ha mostrado Morante de la
Puebla, pues no se ve allí con la estatua ecuestre del rey Felipe III. Que si
ya no ve lo de la chepa de las Ventas, como para transigir con lo del
monumento, sin modificar su decisión a pesar de que se le ha asegurado que,
lógicamente, durante el festejo se trasladaría la estatua a otro lugar, de
forma provisional claro está. “Es que vaya manía de poner cosas raras en los
ruedos que tienen en Madrid”, ha declarado el diestro sevillano. Tampoco
estarán Enrique Ponce, pues aunque no se ha fijado la fecha exacta, ya ha
declarado que ese día, sea el que sea, tiene prueba en el sastre para su nuevo
smoking y que le va a ser imposible acudir. Lo mismo que Finito de Córdoba, que
aunque no tiene sastre ese día, tampoco tiene ganas y los aficionados mucho
menos. Julián López “El Juli” anda en la disyuntiva de ir o no ir, pues parece
que nadie le asegura que en la Plaza Mayor pueda haber una mala corriente que le pille por semejante parte de la
riñonada y que le origine un problema serio en las lumbares, que tan castigadas
tiene el ya de por si. Con los demás del escalafón aún habrá que mantener
conversaciones y si no es esto posible, será con sus representantes de verbo
más fluido.
En cuanto al ganado, en principio parece ser que se ha
puesto sobre la mesa el ofrecimiento de Núñez del Cuvillo, pero se ha
desestimado su ofrecimiento, no sin agradecérselo profundamente, pues la idea
es organizar un festejo serio y sin mascotas. Han salido los nombres
habituales, Victorino, Adolfo, Cuadri y algún hierro más, como el de Moreno
Sila y sus Saltillos, pero en este último caso no se retiraría la estatua de
Felipe III y se rodearía de burladeros, por aquello de auxiliar a los matadores
en caso de huída despavorida.
Muchas gracias señora Carmena por ser, por una vez y sin que
sirva de precedente, alcaldesa de todos los madrileños, teniendo en cuenta
también el sentir del aficionado capitalino, que con su rigor, su
perseverancia, su afición y su amor al toro, manifestado desde hace siglos, han
hecho que el nombre de Madrid, la ciudad que usted preside, sea conocida como
la cátedra del toreo, que su plaza sea considerada la primera de este amplísimo
mundo taurino y que sea para muchos un lugar de peregrinación obligada, al
menos una vez en la vida, simplemente para traspasar las puertas de Las Ventas,
para transitar por sus pasillos respirando toreo, para sentir lo dura que es la
piedra de la sierra, para ver in situ eso del toro de Madrid y para, si tienen
esa suerte, escuchar cómo ruge cuándo surge el imposible del toreo, del toreo
de verdad. Una afición dura y entregada como ninguna, que igual todo esto le
pilla demasiado lejano, pero al menos escuche por un momento a muchos de los
ciudadanos de su Villa y Corte, que incluso los habrá que la votaron a usted,
aunque desprecie su voto por esta entrega al toro de lidia, pero de momento...
seamos un poco inocentes y soñemos, señora Carmena.
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