miércoles, 28 de diciembre de 2016

Seamos un poco inocentes y soñemos, señora Carmena

Inocentes, quizá, pero a veces esa inocencia también puede encerrar cierta lógica y sentido común, todo es cuestión de voluntad y de no prejuzgar


Quizá ustedes ya tendrán noticia de que la Plaza Mayor de Madrid está a punto de cumplir su cuarto centenario, que se dice pronto. La que en su momento ocupó la plaza del Arrabal y algunas viviendas aledañas, se erigió como centro de la vida de la Villa y Corte y aparte de lugar de autos sacramentales y otras actividades aún más ignominiosas, fue pensada como escenario de los juegos de toros a los que tan aficionados eran por aquel entonces los madrileños. Al fin, una plaza de obra, un lugar fijo en el que celebrar los festejos taurinos.

Por este motivo, la señora alcaldesa, doña Manuela Carmena, siempre atenta y conocedora de la historia, usos y costumbres de la capital y respetuosa con el gusto de sus conciudadanos, ha decidido, taurinamente hablando, echar la pata pa’lante y encargar al Área de Cultura del Ayuntamiento la celebración de un festejo, de una corrida de toros, en semejante marco, para al menos recuperar por un día el fin para el que allá por el siglo XVII fue construida dicha plaza. Incluso la señora Meyer, responsable de esta parcela, ha dejado entrever la posibilidad de contar con matadores recientemente retirados o con poca actividad en estos momentos, para que actuasen en una fecha tan señalada.

Lógicamente hay muchos cabos que atar pero el entusiasmo que ha originado esta iniciativa ha hecho que los engranajes de la Fiesta se muevan con una rapidez inusitada. Hay dudas sobre si organizar dos festejos, uno matinal y otro vespertino o si, según los usos de la época, celebrar una corrida de doce toros. Unos se inclinan decididamente por esta opción, pero por otra parte también hay que sopesar el estar más de cuatro horas sobre los tablados de la plaza. Quizá sea la opción mixta, la de los doce toros, pero con un descanso que permita al menos el parar a comer y que los espectadores pudieran disfrutar de los establecimientos hosteleros de la zona, que también han mostrado su adhesión al proyecto. Es más, se estima que la venta de bocadillos de calamares podría ser superior a la que se realiza durante una semana entera de Navidad. El impulso al sector sería más que evidente.

Se barajan nombres y ya has saltado algunos como los del maestro Esplá, José Tomás o Joselito, que según fuentes de su entorno habría recibido la noticia con gran satisfacción y dispuesto a vestirse de luces una vez más en su casa, en Madrid. Entusiasmo que no ha mostrado Morante de la Puebla, pues no se ve allí con la estatua ecuestre del rey Felipe III. Que si ya no ve lo de la chepa de las Ventas, como para transigir con lo del monumento, sin modificar su decisión a pesar de que se le ha asegurado que, lógicamente, durante el festejo se trasladaría la estatua a otro lugar, de forma provisional claro está. “Es que vaya manía de poner cosas raras en los ruedos que tienen en Madrid”, ha declarado el diestro sevillano. Tampoco estarán Enrique Ponce, pues aunque no se ha fijado la fecha exacta, ya ha declarado que ese día, sea el que sea, tiene prueba en el sastre para su nuevo smoking y que le va a ser imposible acudir. Lo mismo que Finito de Córdoba, que aunque no tiene sastre ese día, tampoco tiene ganas y los aficionados mucho menos. Julián López “El Juli” anda en la disyuntiva de ir o no ir, pues parece que nadie le asegura que en la Plaza Mayor pueda haber una mala corriente  que le pille por semejante parte de la riñonada y que le origine un problema serio en las lumbares, que tan castigadas tiene el ya de por si. Con los demás del escalafón aún habrá que mantener conversaciones y si no es esto posible, será con sus representantes de verbo más fluido.

En cuanto al ganado, en principio parece ser que se ha puesto sobre la mesa el ofrecimiento de Núñez del Cuvillo, pero se ha desestimado su ofrecimiento, no sin agradecérselo profundamente, pues la idea es organizar un festejo serio y sin mascotas. Han salido los nombres habituales, Victorino, Adolfo, Cuadri y algún hierro más, como el de Moreno Sila y sus Saltillos, pero en este último caso no se retiraría la estatua de Felipe III y se rodearía de burladeros, por aquello de auxiliar a los matadores en caso de huída despavorida.


Muchas gracias señora Carmena por ser, por una vez y sin que sirva de precedente, alcaldesa de todos los madrileños, teniendo en cuenta también el sentir del aficionado capitalino, que con su rigor, su perseverancia, su afición y su amor al toro, manifestado desde hace siglos, han hecho que el nombre de Madrid, la ciudad que usted preside, sea conocida como la cátedra del toreo, que su plaza sea considerada la primera de este amplísimo mundo taurino y que sea para muchos un lugar de peregrinación obligada, al menos una vez en la vida, simplemente para traspasar las puertas de Las Ventas, para transitar por sus pasillos respirando toreo, para sentir lo dura que es la piedra de la sierra, para ver in situ eso del toro de Madrid y para, si tienen esa suerte, escuchar cómo ruge cuándo surge el imposible del toreo, del toreo de verdad. Una afición dura y entregada como ninguna, que igual todo esto le pilla demasiado lejano, pero al menos escuche por un momento a muchos de los ciudadanos de su Villa y Corte, que incluso los habrá que la votaron a usted, aunque desprecie su voto por esta entrega al toro de lidia, pero de momento... seamos un poco inocentes y soñemos, señora Carmena.

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