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Tantas cosas que iban a a ser y no fueron, como el Centenario de Joselito el Gallo
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Ya se nos cortaron las alas taurinas en Madrid, ya concluyó
la temporada que no llegó a empezar. Las circunstancias mandan y de que manera,
a base de garrotazo y tente tieso, que es lo que es este maldito mal. Que no da
opciones ni para ilusionarte ni un poquito. Es como pretender echarte un balde
de agua hirviendo por todo lo alto y esperar solo entrar en calor sin abrasarte
el alma y todo lo que rodea al alma. Y si no, que pregunten a sanitarios, gente
de la hostelería, de los hoteles, del ocio, en definitiva, de todo lo que nos
alimenta la vida, el estómago y el espíritu.
La temporada se ha dividido en dos partes, que bien podría
ser que lo de una se aplicara a la otra y viceversa. Íbamos del “a ver si”, al
“a ver cuándo”. A ver si esto se pasa para San Isidro, a ver si al menos se
puede dar algo de la feria en junio, al a ver cuándo se da la feria, para
continuar por el a ver si se dan toros en verano y continuar con el a ver
cuándo se dan toros en verano, para concluir con el a ver si se dan toros y el
a ver cuándo se va a poder volver a dar toros. Y entre tanto, siempre han
aparecido los oportunistas que culpaban a unos pero no a otros de esta carencia
de festejos, aludiendo a extrañas manos negras, pero sin querer ver la verdadera
causa del por qué no se habrían las puertas de la plaza de Madrid. No creo que
haya habido muchos que no hayan pensado que se podía dar algún festejo en un
momento determinado, pues nadie imaginaba que esta situación se fuera a
prolongar tanto.
Pero todo esto se enredaba más y más con las explicaciones y
la ausencia de ellas de los responsables de dar algún festejo y los que debían
autorizarlos. Que empezaron a buscar excusas, más que para no dar toros en ese
momento, por si se daba el caso de que tuvieran que darlos. Un motivo tan
potente para no abrir la plaza de Madrid en verano como el que no iba a haber
turistas. ¡No hay japos, no hay toros! Las especulaciones se empezaban a
disparar, que si lo que se buscaba era no tener que abonar el canon a la
Comunidad de Madrid, que si uno de los empresarios estaba a dos velas, que si…
En fin. La gente se puso de manos con aquello de los nueve metros cuadrados,
¿para qué más? Se escuchó de todo, que si eso era entre espectador y
espectador, que si era una forma de atacar a la fiesta, cuando quizá el mayor
ataque lo sufrían con esos argumentos las matemáticas, la geometría, los
profesores de matemáticas y muy especialmente el sentido común. Y con tanto
embrollo, al final hasta no parecía posible que los responsables de dar o no
dar toros pudieran dar la única explicación válida y creíble: no se pueden dar
toros, porque la situación sanitaria lo impide. Que no querría jugar a lo del
capitán a posteriori, pero al final ha quedado claro, más que evidente, que abrir
las puertas de las Ventas era una temeridad. Y ojo, que esto lo digo ahora,
porque un servidor, como otra mucha gente, pensó que se podría dar algo de San
Isidro, algo en verano, la Paloma, una miniferia, Otoño y hasta esa prometida
del 12 de octubre, pero…
Que las latas esferas de la Comunidad aseguraron que para la
Hispanidad habría una corrida extraordinaria, lo cuál no censuro, no se me
ocurriría, pues creo que hasta podría pecar de injusto, precisamente por lo
anteriormente dicho, porque casi todos creíamos que llegaría el día en que se
abrirían las puertas de Madrid. Luego ya nos fuimos cayendo del burro, cada uno
a nuestro ritmo, pero la realidad era tan abrumadora, que no quedaba otra, eran
lentejas. Se tachó de mil cosas, ninguna bonita al flamante director del Centro
de Asuntos Taurinos por no forzar para que se celebrara algún festejo.
Honestamente creo que en todo esto el señor Abellán pintaba menos que un salmón
en la feria de Zafra. Eso sí, el susodicho se dedicó a pasear el palmito por
aquí y por allá, más desafiante que eficiente y aunque ya digo que lo más
probable era que su capacidad de movimientos fuera casi nula, en lugar de
mostrarse arrogante y altanero también podía haber dado un paso adelante.
Llegar al despacho de quién le nombró y dadas las circunstancias en las que no
parecía necesaria ni su presencia, ni su actuación, presentar su dimisión. Pero
eso ni pasó, ni a nadie creo que se le pasara por la imaginación. Todo un
embrollo que podría haberse aclarado explicando las causas reales para que no
hubiera toros este año en Madrid, y que todo el mundo conocía. Pero no, aparte
de que lo más probable era que esas causas no las pudieran contar, o que no se
atrevieran a ello, había que mantener la bronca. Eso sí, mientras andaban
tirándose los toros a la cara sobre si tu partido no quiere toros o si el tuyo
sí, siempre había voces cargadas de razón repitiendo eso de que no hay que
politizar los toros. De acuerdo de pe a pa, pero si no hay que politizar los
toros, no se empeñen tanto en lo contrario, dejen de utilizarlo como un arma
arrojadiza, como un pelele al que se tira al aire y se recoge para volverlo a
mantear sin el más mínimo cuidado y cariño por esto que llamamos los toros y
que ahora casi todos llaman tauromaquia. Y entre tanto quiebro y requiebro,
tanto será o no será, se nos ha pasado el año, se nos ha ido la posible
temporada con lo que iba a ser y no fue.
Enlace programa Tendido de Sol del 11 de octubre de 2020:
https://www.ivoox.com/tendido-sol-11-octubre-de-audios-mp3_rf_57756784_1.html
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