miércoles, 7 de octubre de 2020

Lo que cuenta una retirada


 

¿Te vas? Si decides volver, aquí te espero

Siempre llega el momento de decir adiós, nada es eterno, pero hay muchos matices si nos acercamos al cómo y cuándo hacerlo. En el cómo, se puede hablar de un apartarse en silencio, de un apartarse porque te empujan, bien sea por las circunstancias o por los circunstanciales. Se da el irse entre el clamor de muchos que nunca desearían que ese corte de coleta fuera definitivo. También hay retiradas que han pasado a la historia del toreo, como la de Bombita o Marcial, que tanto deseaba para si Antoñete. Y otras como la del propio maestro del mechón, que tras una carrera irregular y unos últimos años plenos de magisterio, se zanjó con un enorme fiasco ganadero que la afición de Madrid ignoró y pasando por encima de todo reglamento y palcos presidenciales, se aferró sin complejos a la justicia y al sentido común, reventando la puerta de Madrid para sacar en volandas a quien tanto lo merecía. Otros, hasta se han despedido una vez y otra más, porque sí, anunciando varias veces que esa era la última tarde; demasiadas últimas tardes quizá. También los ha habido que han tenido que decir adiós desde la cama, porque allí les postró el toro. Y hasta hay retiradas que suceden súbitamente por un arranque de orgullo, de rabia, de vergüenza torera o por el destello de un momento de clarividencia, dónde el torero se da cuenta de que ya no hay más camino que recorrer; que no han sido pocos los que en mitad del ruedo se han arrancado el añadido y han dicho hasta aquí.

 El cuándo es quizá lo más difícil de decidir. ¿Cuándo ponemos fin a una carrera? Pues ahí entran en juego muchas variables. No cabe duda que lo mejor es poder decidir ese cuándo, el poder escoger el momento, la plaza, la compañía. Que los asistentes tengan plena conciencia de ser testigos de un acontecimiento de dimensiones extraordinarias. Ese torero que en plena madurez dice adiós, incluso contraviniendo los deseos y voces de sus fieles. Eso sí, en esto también influye mucho la personalidad del espada. Que a unos les va el boato y una parafernalia exagerada para después llenar páginas y páginas de la historia del toreo y otros, un domingo por la noche, en mitad de una entrevista, así, sin más ni más, le sueltan al entrevistador que se retira de los ruedos, que cuelga el traje de luces para siempre, sin casi dejarle tiempo a su interlocutor a que se medio recuperara del shock. Ya digo, cuestión de personalidades. Pero ya digo que esto de poder elegir es cosa de privilegiados, que también los hay que antes de pensar en dejar los toros, los toros le abandonan a él y no pueden ni pensar en colgar el traje de luces, porque ya lleva demasiado tiempo colgado y sin esperanzas de que vuelva a bajarse de la percha, si no es para limpiarlo y quitarle el polvo. Lo que no quiere decir ni mucho menos que estas retiradas forzosas y en silencio, no estén llenas de dignidad y vergüenza torera, porque si no se puede, no se puede y punto.

 Pero quizá esas formas de irse del toro no sean norma habitual de estos tiempos, que ahora parece que ha irrumpido una variedad más, la del ahí os quedáis con vuestras miserias y me dejadme en paz o la de escapar de la quema, no vaya a ser que la cosa se ponga fea y me pille de lleno el vendaval. En el primer caso, uno se retira, pero un poquito, me voy, pero cuándo me interesa vuelvo, lleno la saca a rebosar y ya si acaso ya me paso a firmar el finiquito. ¿Y quién puede hacer eso? Pues muy simple, un privilegiado que puede hacer lo que le dé la gana, porque vaya o venga siempre llena y de momento no tiene, ni se le espera, un competidor que le pueda hacer sombra. Y no creo que haya que dar nombres, ¿verdad? Eso sí, retirado y todo, los aficionados le siguen esperando con la misma fe que los apóstoles esperaban la vuelta del maestro al tercer día. El segundo caso de retirada es el de pies para que os quiero, el de esto no se sabe adónde va a desembocar y antes que se me complique la situación, voy y me hago a un lado. Que siempre habrá quién lamente una retirada, pero también puede ser que el aficionado se quede cómo estaba, que le dé lo mismo si se va o se queda, aunque también los habrá que descansen y digan eso de tanta paz lleves como tranquilidad dejas. Que se ponen a echarle cuentas al torero en cuestión y lleguen a la conclusión de que tras muchos años de alternativa no dejan nada en la fiesta, no han aportado nada a los toros. Que como gran mérito solo cuentan el haberse apuntado una vez a la de Miura en dos décadas de alternativa. Y que todo el recuerdo que deja sea el pasarse el toro por delante y por detrás o afirmar que a él, matador de toros, le daba pena tener que estoquear a los toros. ¡Vaya legado! A propósito, que igual no les ha llegado la noticia, pero parece ser que Sebastián Castella se ha retirado de los toros. ¡Caramba! Quizá ahora, tras conocer la noticia, podemos sacar nuestras propias conclusiones y detenernos un momentito para leer lo que cuenta una retirada.

 Enlace programa Tendido de Sol del 4 de octubre de 2020:

https://www.ivoox.com/tendido-sol-4-octubre-de-audios-mp3_rf_57434614_1.html

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