miércoles, 6 de septiembre de 2023

Ante todo, ser educados

El estar en una plaza de toros también exige educación, aunque en esto, como en la vida... Pero eso no nos puede hacer que nosotros abandonemos las normas de civismo que faciliten la convivencia... con todo el mundo


Los antis y gentes que no se han acercado a los toros ni por la acera de enfrente de estos, tienen la creencia, el firme convencimiento, de que los que nos hemos aficionado a esto somos unos bárbaros, una mezcla de Atila, Fu Manchú, el Sacamantecas y la Niña de la Curva. Y ya, si hablamos de ir a la plaza con cierta regularidad, Pedro Botero se ocupará de hacernos pagar nuestros pecados contra la moralidad y la humanidad moral y humana. Que no conciben que después de volver de los toros seamos capaces de darle un beso a nuestros, con lo cual ya excluyen a una buena parte de aficionados, porque los que aún no tienen progenie no pueden mostrar tal rasgo de perverso cinismo. Pero lo que no podemos hacer los que gustan de ver al toro en su máxima expresión de poder y fiereza, es achicarnos y dejar que ahí nos las den todas. Hay que actuar y actuar ya, hay que convencerles de que aunque no profesemos esa fe, su fe, su ética y moralidad imperante, tampoco somos para echarnos como pasto de bestias carroñeras. Que no, que algunos no comulgamos con su fe, pero no porque nos gusten los toros, que eso no tiene nada que ver; que igual es que simplemente ni la compartimos, ni la queremos compartir, porque no la entendemos, porque la entendemos y nos parece… Bueno, que no nos gusta y ya. Pero ya digo, no nos quedemos parados, actuemos y para empezar, mostrémonos como seres educados, cívicos, que vivimos en sociedad, integrados en un mundo que tenemos que compartir con todos y ellos, por supuesto, con nosotros. Seamos, ante todo, educados, que por la apariencia al menos derribamos ya algún que otro prejuicio. Que igual se sorprenden de que no babeemos sangre, de que no arrastremos jirones de las entrañas de la última presa que acabamos de devorar; y si ya llevamos un libro debajo del brazo, entonces, apartémonos, porque les puede explotar la cabeza y ponerlo todo perdido de prejuicios pacatos y antitaurinos ¡Tos pa’ tras!

Siempre con la educación por delante; así, si viajamos en el metro o autobús, deberemos ceder el asiento si entra un vegano o alguien con una pegatina con el lema “la cultura no es…” o similar, como esas en las que se ve un toro desangrándose por la boca. En estos casos les falta la segunda parte de la pegatina, esa que ellos suponen que se ve a la gente en los entendidos aplaudiendo sin medida contemplando el chorro de sangre, tan lejos de esa realidad en la que esa misma gente se enfada, protesta y censura semejante espectáculo. Que no les culpo por esta interpretación, porque es lo que pasa cuando no has pisado una plaza de toros en tu vida y además prefieres guiarte por tópicos malintencionados antes que intentar enterarte mínimamente de lo que es esto. Pero hablábamos de educación. Después de ceder el asiento a veganos, antis y demás ignorantes del toreo, si estamos en un restaurante y pedimos un chuletón y el camarero nos indica que curiosamente es el último que les queda, en ese momento deberíamos reaccionar y rechazarlo de plano, cederlo por si algún vegano se encapricha; que no se quede sin comer por nuestra culpa. Ya nos comeremos nosotros el filete de tofu que parece carne, pero no lo es, o las salchichas de calabaza, que parecen de cerdo, pero que no lo son. Que curiosamente, aún no he visto las acelgas de ternera, que parecen acelgas, pero es ternera. Será porque los bárbaros del chuletón, como los de los toros, no necesitamos disfrazar nada para que el trago nos sea más leve.

Pero continuemos con esta lección de civismo que se atreve a dar un aficionado a los toros ¿Cabe mayor descaro? Al entrar en un avión, en un tren, en un autobús de largo recorrido, antes de ocupar nuestro asiento, preguntaremos a todo el pasaje si hay algún anti, vegano, ovolacteovegetariano o similar y amablemente les cederemos el pasillo, la ventanilla o lo que mejor les venga y nosotros ocuparemos el lugar que ellos desechen, que para eso estamos. Si tales compañeros de viaje deciden ponerse a hablar por el móvil o a escuchar música, su música, a todo lo que dé, no seamos tan poco comprensivos como para pedirles que usen auriculares, aplaudamos los últimos éxitos de William Javier Montesinos o la Trapi y si es necesario, acompañemos con palmas animando a todo el bus, todo el vagón o todo el vuelo charter con destino a Tierra Santa, previa escala en Barcelona. Seamos comprensivos, educados, cívicos, aunque no compartamos esa ética, esa moralidad, esa postura en armonía con la naturaleza, con el Amazonas recién enmoquetada, con la inmensidad del desierto con cobertura en todo su ser, porque podemos ser aficionados a los toros, podemos conmocionarnos al ver hacerse el toreo, admirar la bravura, la casta y el poder de un toro, pero no nos olvidemos, ante todo, ser educados.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

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