miércoles, 21 de agosto de 2024

Esto hace que la gente aplauda con frenesí

Quizá lo que se aplaudió en otras épocas hoy escandalizaría al personal, a los entusiastas de las palmas


Los tiempos han cambiado, eso es evidente, y quizá nos damos más cuenta de ello cuando decidimos detenernos a contemplar detalles de la cosa en cuestión. Que sí, que algunos, aunque no nos lo queramos creer, ya tenemos una edad y quizá por eso mismo, nos hemos quedado anclados en unos modos, unos usos que ya no están demasiado de moda. Que estoy convencido que si ciertas maneras volvieran, alguno más, muchos de esos aplaudidores del momento, se apuntarían a aquello que a algunos nos aficionamos con pasión. Que ahora nos quieren convencer que lo fetén es esto que nos toca vivir y que lo que añoramos no solo no es posible, sino que es una utopía que nunca fue. Bueno, allá cada uno, aunque permítanme que no les consienta que me digan lo que vi o dejé de ver, porque si lo admito, admitiré que no solo estoy carente de cordura a día de hoy, sino que lo he estado toda mi vida. Y hombre, que te llamen falto así por las buenas y sin saber de qué hablamos, pues igual no digo que ofenda, pero molesta. Que luego nos dirán que han visto no sé cuántos vídeos, pero… que igual les convendría a muchos ver en vídeo lo que acaece a fecha de hoy por esas plazas del mundo.

Pero si nos paramos a pensar en lo que provoca hoy el aplauso, el delirio, la locura traducida en despojos e indultos, igual hasta alguno se puede sentir incómodo. Que hablando de plazas como Madrid, que es la que mejor conozco, o la única que conozco un poco, se ha pasado de la exigencia a hacer salir a saludar después del paseíllo al primer fulano que nos cae bien, con el que un día cruzamos dos palabras o con el que en la excepcionalidad compartimos mesa en fecha señalada. Pero si seguimos avanzando, eso de que vaya a portagayola ya merece una ovación cerradas, seguido de un clamor a la salida del toro, haya sucedido la larga de rodillas o en su lugar haya acaecido un cuerpo a tierra por parte del recibidor de la res, tirando el trapo al cielo o adónde mejor pudiera. Continuando, si el maestro no es capaz de hacerse y fijar a su oponente y se gira de espaldas a los medios perdiendo terreno, palmas y más palmas, y si en estas, sin venir a cuento, asoman unas chicuelinas apartándose o quites floreados con el capote volandero, ni les cuento. O eso de echarse el capote a la espalda parsimoniosamente, como el que se pone una gabardina un día nublado.

Que habrán escuchado ustedes eso de la importancia del primer tercio, que el caballo por aquí, que si las puyas por allá, pero no vean lo que gusta cuando el se aúpa levanta el palo mientras el animalito se desmocha contra el peto. Eso de apenas rozar el cuero del toro es delicia para los ojos de muchos; que incluso levantan la voz pidiendo, ¡qué digo! Exigiendo que se levante le palo. Y del segundo tercio, ni hablemos. Basta con atinar en el bulto que se mueve, para hasta hacer saludar al ejecutante, ya haya clavado en mitad del lomo y cuando los pitones ya apuntaban desde hacía rato el golfo de Vizcaya. Sin contar con que hay que entregarse al caballero de luces que en el programa dice que se llama así o asao y que además alcanzó la fama por unas supuesta formas muy flamencas y unos aderezos capilares más que notorios. Ustedes me entienden, ¿no?

Pero avancemos, que aún quedan más palmas, además de las que dejamos atrás por no extendernos demasiado. En esto que el maestro toma la muleta y el palo o espada de mentira, aunque ahora pomposamente los entendidos califican de otra manera, pero allá ellos, por mucho que se le cambie el nombre no deja de ser un palo con apariencia de espada, pero de mentira. Y allá vamos, que si el sujeto en cuestión inicia de rodillas dando trapazos como un giraldillo en día ventoso, las palmas trocan en delirio y vocinglerío apasionado. Esto es el no va más. Pero hay otra versión, la de que el animal pase por el culo, banderazos por delante y más trapazos por la retaguardia. Litros y litros de tila serían necesarios para calmar ese estado de locura sin mesura. Que ya me dirán ustedes que eso no es torear y no seré yo el que diga lo contrario, ni mucho menos, yo estoy con ustedes al mil por cien, pero ya ven, ni ustedes ni yo somos dueños de las palmas y ese clamor que provoca en tantos otros. Que el ambiente ya está bien caldeadito y entonces entramos en la parte jugosa, que había quién hablaba tiempo ha de dominio, de quietud, pero eso ya… Ahora se jalea y se considera firmeza a ir cazando trapazos aquí y allá, trapazos en línea, sin llevar al toro, sin rematar, enganchones aparte, culminando con una carrerita para recolocarse. Que decía uno que se ven obligados a hacer con las piernas lo que no son capaces de conseguir con la muleta. Que será verdad, ¿no? Que esa caza del trapazo puede discurrir por todos los terrenos de la plaza en dirección a toriles, pero si hay que aplaudir, pues se aplaude, ¡qué caramba! Y no les digo nada del arrimón. Eso ya es para vivirlo. La plaza callada, ahogada por el sopor y de entre la masa brotan las palmas de un afisionao y ahí que van los demás, ¡válgame el vía crucis! Y para culminar, se palmotea cuan focas monje un pinchazo caído, otro y otro más, se forma la marimorena con un bajonazo y ya puestos, hasta los avisos se aplauden. Que no, que no se me echen las manos a la cabeza, que se ha llegado al punto de que después de los tres avisos y con el burel en los corrales, se saca a saludar al incapaz que no logró despenar a su oponente. Que dirán que nos dejamos muchas más circunstancias aplaudidas hoy en día, los toros inválidos que no vieron el caballo, los que mansearon pero iban y venían y tanto y tanto más que esos más viejos no llegan a entender y que por mucho que les digan que se tienen que acostumbrar, ni se acostumbran, ni tienen intención de hacerlo. Pero ya saben cómo está esto y aparte de otras muchas más barrabasadas, todo esto hace que la gente aplauda con frenesí.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

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