Mientras unos maquinan cómo hacer para cortar un rabo en Madrid, los toros estarán preguntándose, ¿seré yo, maestro? |
Ya está bien de tanto esperar, ya está bien de tanta intransigencia, trabajemos a fondo para que finalmente se corte un rabo en Madrid, ¿qué digo? Dos, tres, cien rabos en la plaza de Madrid, un rabo casa tarde, que los rabos son la alegría de vivir, son la razón de todo esto. Que ya les digo, dónde hay rabos, hay alegría, pero alegría de la de verdad, de esa de perder el sentido. Y esto sí que es verdad, en Madrid se acabará dando, tarde o temprano, un rabo, cuando se haya perdido definitivamente el sentido. Que habrá quién diga que este hecho no se da porque hay una serie de individuos que lo impiden, esos a los que llaman intransigentes, amargados y a veces hasta antitaurinos. Pero no, no se equivoquen, entre otras no se ha cortado un rabo porque quizá los supuestos artífices la han pifiado, porque anda que no lo llevan preparando desde hace tiempo. El borrego al uso que va y viene, los trapaceros que suman los mil doscientos veintisiete trapazos de media, los palcos más generosos que un borracho en una tómbola, esa prensa del movimiento que canta loas hasta llegar a una melosidad que pringa y pringa todo lo que toca y el público, ese público verbenero que entiende que la diversión es ver despojos a tutti li mundi, siempre bien empapados en alcoholazo a cargo de las empresas cuyo mayor reclamo es ese, el gran botellón permitido y alentado en las plazas de toros.
Que estoy seguro que si nos ponemos a hacer un pronóstico de la ganadería que va a ser desrabada, seguro que muchos coincidiríamos y quizá hasta acertaríamos, entre otras cosas, porque los candidatos a agarrarse a un rabo con verdaderas ansias sean los que solo torean esas ganaderías que ahora dicen que son las que “embisten”. Que tengo yo ganas de que esos que hablan del embestir me expliquen que entienden por tal cosa. Ya hemos leído que la gran ilusión de la joven promesa marco Pérez es la del rabo, su gran sueño, un rabo, un rabo en Madrid. Que eso realmente sería la culminación de un camino tan bien planificado, como poco ilusionante para el aficionado, aunque los públicos estén que no caben en si de gozo y entusiasmo al pensar en ver al muchacho paseando un rabo por Madrid. Pero este no es el único, que a esta corriente se ha apuntado entre otros el señor Ortega, que no duda en dorar la píldora a esos tres ganaderos, de los que no da nombres, pero que igual... volvemos a lo mismo, los que todos tenemos in mente y que crían un toro para que esa utopía se haga realidad, un rabo en Madrid. Y ahora yo me pregunto: ¿Qué ganamos con esto? ¿Por qué tanto empeño en que se corte un rabo en Madrid? Quizá para así hacer creer a los más incautos que estamos viviendo un renacimiento de la Edad de Oro, quizá para utilizarlo como un elemento publicitario intentando captar nueva clientela, quizá pretendiendo borrar la historia pasada y así reivindicar la nueva realidad de esta gloriosa vulgaridad. Y todo, por un rabo, ¡Viva los Rabos! ¡Gloria eterna a los Rabos! ¡Ni un día sin Rabos!
Y así, toda esta panda de insignes maestros podrá acumular esas grandes estadísticas y después pedir más dinero en un futur... Perdón, perdón, que se me ha ido la cabeza al rabo. Que esto a ellos les valdrá de poco, pero a los empresarios, ¡ay los empresarios! Esto les servirá para poder poner a Juanín o Juanón con nómina en la casa y así justificar los carteles que son realmente injustificables y al precio que ellos decidan y que los del rabo tendrán que decir que sí y que bueno. Si es que todo está más que pensado. Que esto se nos irá por el desagüe, pero no me negarán que no es mucho mejor una hecatombe agarrados a un rabo, que sin nada que echarse a la boca. Así que nada, amarrémonos bien los machos, hagamos de tripas corazón y abramos con júbilo el portón de la casquería, porque este año tiene que caer un rabo en Madrid.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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