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Igual la cosa sea volver a los orígenes, pero viendo cómo está esto, lo mismo hay que remontarse hasta... |
Segunda merienda multitudinaria y ya parece que han devorado el poco prestigio que le quedaba a la plaza de Madrid. Bien servido en unas cajitas de cartón muy monas, con salsa al gusto y una buena bañera de lo que guste para inundar el gaznate y a devorar como hienas esta plaza que un día fue algo que se echa tanto de menos. La afición, por ejemplo, ¿dónde estará la afición? Pues igual ya va camino del panteón de personajes ilustres, pero sin boato, sin plañideras, sin apenas nadie que lamente tal pérdida, quizá porque entre tanta zampa y tanto trasegar alcoholazo, al personal se le va la cabeza y más que pensar en prestigios y tradiciones, está más por eso de ir y venir a por más carnaza que obnubile los sentidos, que ciegue la vista y aceporre el sentido común. Y si a todo esto le unimos la lluvia, pues pasa lo que pasa, que las Ventas enloquece; que siempre quedan unos cuantos, cada vez menos, que no dan crédito, que por las horas, pues se llevan su bocata, que eso no es malo, y su lata o latas de lo que sea y son capaces de seguir el festejo. Y si llueve, pues se mojan, que es lo que tiene el estar al aire libre, pero intentan no perder detalle de lo que pasa en la arena. Pero ya digo que esto son contados, que hasta casi podemos ponerles nombres, que si Alberto, Carlitos, Adrián, Felipe, David y alguno más que sí, que iban a cenar, pero sobre todo iban a los toros, que cenar en los toros ya digo que no es un deshonor, pero ir a cenar y si acaso ver algo de los toros, eso es otro cantar. Que caen cuatro gotas y para arriba, a saltar a las gradas, que como la empresa apenas pone personal para estos días, pues aquello se convierte en una gymcana gigante. Que afloja, pues para abajo otra vez. ¡Ay, que llueve! Venga para arriba, que para, pues... y así toda la santa noche. Y además las visitas al festival del gourmet de las jornadas de “ponga su colesterol a mil”, “A tomar por... la operación bikini” o “Abuela, que eso tiene mucha sal y grasa y... un día es un día”. Que si se pasa un antropólogo estudioso del fenómeno taurino como rito atávico enraizado con la esencia de la civilización mediterránea y ve esto, se vuelve a su casa y quema todos los legajos escrito durante años, para empezar otra tesis de nuevo cuño: “La Tauromaquia del s XXI o el co... de la Bernarda”.
Que dirán que por estas tampoco voy a hablar del festejo, pero, si ustedes hubieran vivido lo que hemos vivido, entenderían mi desamparo, mi sensación de que el fin del mundo ha empezado por Madrid, por la calle de Alcalá. Que no vivas han soltado, que entre el trasiego y el trasegar no daban para más. Que sí, que era una novillada de Sagrario Moreno, una señora novillada de aspecto impecable, seis láminas, seis novillos que en esas plazas del mundo igual habrían pasado tranquilamente como toros. Que a alguno igual algún figura de áureo palmito no lo habrían querido ni ver, ni que les mostraran una foto de los animales. Pero luego han dejado ver demasiada flojedad, más de lo admisible. Eso sí, flojos y todo, pero que han podido con creces con los tres actuantes que estaban anunciados. Que habrá quién piense que nocturna, novillada y que van y ponen a tres que apenas han ido por el mundo, pero ni mucho menos. Fabián Jiménez volvía para demostrar que la primera vez era nada y ahora sigue siéndolo. Bruno Aloi, que seguro que tiene predicamento en México, que ya ha repetido varias veces en eta plaza, pero al que se sigue sin entender que siga viniendo. Y Pedro Luis, novillero llegado de Perú, que lo que ha copiado de los fenómenos de aquellas tierras es el ponerse a torear de salón mientras sus compañeros se las están apañando con el novillo en el ruedo. Será que esto se lo enseñan en las escuelas de allende los mares.
Tres escuelas diferentes que convergen en una, la escuela del mantazo capotero y el trapazo muletero, rematado con sartenazos que deberían ofender hasta a los del sube y baja, baja y sube, pero no, estos lo celebraban, quizá porque así podían volver a la barra a por más pitanza, aunque... si les daba igual que hubiera toro o no, si ellos transitaban por los tendidos como Juan y Manuela.
Que esta escuela de la modernidad ahora dicta que el toreo de capote es sacudir la manta sin criterio ninguno, que igual se ponen a dar chicuelinas o lo que sea de salida... ¡Caramba! ¡Igual que sus mayores! Pero el manejo del capote para simplemente fijar a un toro, eso lo dejan para otra tarde, lo mismo que el poner el toro en suerte. Venga capotazos y más capotazos y al final el toro se les va. Que sí, que lo de Sagrario Moreno andaba suelto y hasta buscando los terrenos de toriles de salida, pero es que nadie le ofrecía un capote para sujetarlo mínimamente. El comportamiento en el caballo ha sido más que discreto, aunque en los tendidos siempre se gritaba eso de ¡Picaaaadoooor! Incluso en el sexto, que no quería caballo de ninguna de las maneras y para poderlo picar, en lugar de ir el toro al caballo, ha ido el caballo al toro y ha tenido que pisar la raya ¡Anatemaaaa! La raya no se toca. En fin, lo de siempre. Luego venga trapazos, sin que el personal hiciera demasiado caso, y cuando se lo hacían, pues venga a jalear lo injaleable. Pico descarado, en los tres, escupiendo al toro y pasándoselo lejos, los tres, venga a pegarse carreras y más carreras, los tres, y dejándosela enganchar hasta la desesperación, los tres. Que como estos sean el futuro, futuro, no vengas. Que algunos nos acusarán de que no vemos nada positivo, pero de verdad, es que está muy difícil el querer ver algo bueno o simplemente nuevo. Que seguiremos yendo a la plaza, faltaría más, pero de verdad, el que dijo que esto no podía ir a peor... se equivocó y de qué forma.
Enlace Programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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