viernes, 27 de junio de 2025

Cénate las Ventas... y no olvides las sales de frutas por quintales

¿Es esta la fila para los torreznos? ¿El último?


Este invento tan... tan... tan hortera, chabacano y vulgar de convertir la plaza de Madrid en la feria del tocino frito, la pizza de morcilla y el pincho de saín en vena a las ricas hierbas de ortigas ya ha empezado. Que algunos pensaban que las Ventas no podía caer más bajo; pues no apuesten, que con estos gestores de Plaza 1, lo que va mal puede ir peor y lo que puede ir peor puede acabar en el Cénate las Ventas y en la Discoventas de después del festejo, con un pincha o dj, de lo más animoso, que dan ganas de no irse a casa y quedarse a ver si te toca una tostadora o una muñeca Chochona, porque el speaker en cuestión a nada lo confunden con Manolo, el animoso locutor de la tómbola de la verbena del barrio de Canillejas en sus fiestas de septiembre. Y digo Canillejas, para que no se me ofenda nadie, aunque igual ustedes tienen otros candidatos que le disputarían el puesto de charlatán del año. Bueno, no, que ese título lo tienen in pectore lo mismo el señor Casas, que el señor Garrido. Bueno, este más sería de tómbola parroquial. A cada uno, lo suyo.

Que si hacemos caso a cómo anuncian tan magno evento los señores Plaza 1, esto va de llenar el buche, que solo respirar los aromas de las planchas y el colesterol se te dispara y alcoholazo, mucho alcoholazo, para que a partir del tercero de la noche los vivas broten como enjambres de chicharras en plena canícula. Y dirán ustedes, ¿y los toros? Pues de los toros, ni noticia, que el cartel solo hablaba de pitanza, no de toros, toreros, ganaderías, ni perrito que le ladre. Y es entrar en la plaza, con solo una puerta abierta, no vaya a ser por las otras se escape el gato, subir a la primera planta y empezar el campeonato de slalom de mesas, sillas, plantones con el vaso en una mano y lo que sea en la otra. Y no molesten, que estamos en la hora de la cena. Bueno, pues me salgo por las terrazas y así esquivo esa manifa de mesas por todos los pasillos, pero... nada, que está peor. Pues habrá que ir pidiendo paso, permite, perdón, permite, perdón, le importa, perdón... y si logra llegar a unas escaleras para subir a la localidad, ¡alabado sea el torrezno! ¡Oiga! ¿No sabe que puede bajarse a los tendidos, como la gente pudiente y se evita el subir a los cielos de gradas y andanadas? No, es que prefiero ir a mi sitio de... Desagradecido, ¡qué gente tan ingrata! Que te dicen que vayas al tendido, no por ver el ruedo desde más cerca, sino porque así tardas menos en salir al pasillo, pedir unas alitas o o que sea, dos barreños de alcoholazo y volver al tendido.

¡Ah! Que además ha habido una novillada, muy anovillada, excepto el sexto, del Retamar, con la que no han podido de ninguna manera los tres de las medias rosas. Dos primeros para estar toreando hasta que se acabaran los torreznos y los pinchitos de morcillas, un tercero por el estilo, pero menos claro. Y tres mansos en la segunda parte que fueron incapaces de fijar mínimamente, pero que sin comerse a nadie, se comían a los tres actuantes. Pérez Pinto, que se presentaba en Madrid y que le veías y parecía capeado por esas plazas de pueblos del mundo, pero para ser el que daba cuatro trapazos seguidos, porque en el momento en que la cosa exigía algo más, como llevar una lidia, poner el toro al caballo o darle cierto sentido al trasteo, enseguida uno se daba cuenta de que solo está para eso, cuatro trapazos en el Carnaval del Toro, tres en las capeas de Arganda y poquito más. Que así se explica que se presentara en Madrid casi una década después de debutar de novillero y de los dos festejos del año anterior. El segundo era Tomás Bastos, que volvía a Madrid, no me pregunten por qué. Este, ni capeado, ni sin capear, un chavalín modernito, que a puntito ha estado de ver a su segundo irse vivo y cuyo punto fuerte, según cree él, el irse a portagayola. Que igual lo es, porque de torear, lo que se dice torear... ¡unas bravas para el caballero! ¿Otra cervecita? Manolo, saca el barreño, que el señor quiere otra cañita. Y el tercero era Pedro Montaldo, que no es que se parezca a sus compañeros, porque ya hasta parece que hay nuevas escuelas de ineptitud y la de este es el dar trapazos a toda velocidad, dando vueltas como un giraldillo en un vendaval, mientras se vivea a todo lo que se mueve. Y venga vivas. Eso sí, el hombre no tiene suerte con la espada y suma las entradas por pérdidas de muleta. Pinchazos en los blandos una y otra vez y el trapo al suelo. Que como dijo una vez alguien con mucho acierto, tendrían que ponerles una pulserita como el mando de la Wii, a ver si así no pierden el engaño con tanto descaro. Eso sí, que llegas a casa y te enteras que el mozalbete se ha dado una vuelta al ruedo en el sexto. Que imagina uno que habrá sido multitudinaria, tanto que quedarían los familiares y los de las almohadillas echando al personal, que había que recoger y se hacía tarde. Pero claro, tanta grasaza, tanto alcoholazo, tantos vivas a la plancha, tanta chabacanería... Pero nada, que no decaiga esto de Cénate las Ventas... y no olvides las sales de frutas por quintales.


Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

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