sábado, 15 de mayo de 2010

Cuando no hay toreros, hay toritos


En la de Alcurrucen de la víspera del patrón casi se puede aplicar el dicho popular de “Cuando hay toros no hay toreros y cunado hay toreros, no hay toros”. Pero a esta sentencia hay que hacerle alguna puntualización. En lo de los toreros no voy a entrar, de momento, pero llamar a eso toros, eso es mucho decir. Si se hubieran estado quietos, muy paraditos, podían haber pasado como tales los tres primeros, que incluso podían estar un poco pasados de kilos, pero al ver los tres últimos se entendía todo. Aquellos parecía que se habían comido la merienda de los tres últimos del encierro, escurridos y con aspecto de cabra montés. El balance de los de Alcurrucén se puede resumir en tres palabras, blandos, mansos y nobles. Más que justitos de fuerzas, se pasaron más tiempo rodando por el suelo que de pie, mal que se acrecentaba si tenemos en cuenta que los enfermeros de turno se olvidaban del temple y utilizaban la fea técnica del tirón, ideal para que el toro se pegue un atracón de arena. En los caballos lo mismo se dormían bajo el peto, que echaban la cara arriba, lo corneaban o se querían quitar el palo aunque fuera a bocados. Y más de lo mismo, la desastrosa lidia generaliza, el no fijar al toro en su momento y el no ponerlo en su sitio, provocaron que lo mismo salía el toro buscando a los caballos para toparlos en el 10, que escapaban despavoridos hacia el que hacía la puerta, hoy el reserva. Y si les pidiéramos su opinión sobre las banderillas, a los toros, seguro que dirían que es una cosa que les dolía mucho, que picaba, a juzgar por lo que se dolían de los palos. Pero al llegar a la muleta, como dicen hoy los entendidos, los toros servían; pero ojo, que nadie se piense que estamos ante la corrida del siglo, se dejaban pegar muletazos mientras las fuerzas aguantaban, pero lo ya dicho, el temple hoy tenía hora en la “pelu” y no se dignó a pasarse por las Ventas.

¿Los coletudos? Pues de todo hubo, un Uceda Leal que parece estar más pensando en unas vacaciones en el Caribe, El Cid, que ya debe tener hecha la reserva en un spa para relajarse y Miguel Tendero, que no sabe si quiere ser torero de verdad o el más famoso de su pueblo. Uceda Leal parecía que había quedado y que quería solventar el compromiso a toda prisa, con trallazos y sin temple, lo que ayudaba bastante a que el inválido del Torreón no levantara cabeza y que pasara más tiempo rodando por el suelo que en pie. El animalito incluso tenía cierta codicia, pero la falta de fuerzas y de casta que las supliera, dieron el resultado que ya conocemos. En su segundo Uceda recetó más de lo mismo y sin más ni más, decidió acortar por la calle de en medio y se fue por la espada para despedirse del público de Madrid.

El Cid salió al ruedo entre la expectación del público que estaba ansioso por ver en qué estado se encontraba su ídolo de no hace más de dos años. Las verónicas de recibo y la media por el pitón izquierdo nos hacía frotar las manos, pero esto fue un puro espejismo. Falto de sitio y sin confianza, citando con el pico de la muleta, lo que confirmaba que su mal momento sigue siendo una realidad. La muestra más evidente fue en su segundo, que no fue el toro de la feria como algunos han querido ver, pero que en otro momento habría podido ser un toro de triunfo para El Cid. Lidiado muy bien por El Boni, parecía que se reeditaban los viejos tiempos, esos en los que coincidía lidia del madrileño y triunfo del sevillano, que casualidad ¿verdad? El toro pegaba arreones si los pases se daban de uno en uno, pero si se le aguantaba firme después del primer lance, el toro tomaba bien la muleta, pero había que tragar saliva para aguantar esa segunda embestida y quedarse en el sitio, no casi en la pala del pitón como hizo el de Salteras. La tarea se acabó con un bajonazo que lo dice todo del momento de este torero.

Miguel Tendero, una de las grandes figuras emergentes del toreo moderno, se plantó con el descaro de un torero ante la afición de Madrid, ¡Miau! Aunque habrá quien no se lo crea, yo estoy convencido de que este chico puede ser torero y que hasta tiene facultades para ello, otra cosa es que se lo crea él mismo. Él parece que como toda aspiración sólo piensa en que le aplaudan según pasea por las calles de Albacete y l e dejen pagado un café en todos los bares de la ciudad. Este es el típico caso en que sus seguidores son más un inconveniente que una ventaja. Se le jalea su toreo vulgar y ventajista y, como la carne es débil, Tendero se deja querer. En su noblote primero fue tirando por la ventana una por una las embestidas que tenía el de Alcurrucén y seguro que si no hubiese sido por sus fallos con la espada, hasta le habrían pedido la oreja. En su segundo más de lo mismo, pero en un momento de la faena se paró y templó toreando con la derecha a un toro muy mal lidiado y que hasta se puso peligroso, pero el albaceteño demostró lo que ya he dicho, que podría ser mejor de lo que es. Terminó con una media soltando la muleta, una muestra más del concepto que tiene de esto y de lo que le aplaude su entorno, que el que tiene entorno hoy en día ya es alguien. Los que no tenemos entorno nos tenemos que conformar con los amigos y la familia. Y me voy que hoy hay que honrar al santo, que es su día, San Isidro labrador, pájaro que nunca anida.

2 comentarios:

Torete dijo...

He estado leyendo los diferentes blogs de toros y en único dice las cosas un poco como son, es este. Leo en "Salmonetes ya no nos quedan", a un tal José Ramón Márquez, que es un tío que le sacude a todo el toreo, menos al peor torero de la historia, que es Manuel Jesús (menudo nombre para torear). No entiendo como puede hacerse pajas con un tío que ha toreado toda la vida a 300 por hora y con el culo fuera de España, que es lo más antitoreo que puede existir. Este tal Márquez es igual que el Dr. Zaius que tanto critica, va con los que le interesa y sacude a los que no le dan pasta. No sólo hay que ser torero, sino parecerlo, sentencia del todo cierta; y el tal Manuel Jesús, con esa cara, nunca podrá parecer más que un ferroviario o algo así. Usted, Sr. Martín por lo menos ha tenido la decencia de decir que ha estado como "la chata", y, es que este tío, que torea a 100 metros del toro y con el pico (y la pala) nunca, repito, nunca ha estado dignamente bien. Véanse con calma todos los videos.

Enrique Martín dijo...

Torete:
Gracias por pasarse por este blog y por sus palabras de ánimo. Yo imagino que haré lo mismo que los demás, contar lo que veo y lo que pienso. Y de la misma forma tengo que confesarle que a mí me gustó el Cid, igual que otros muchos, pero en el momento en que esto no es así, en el momento en que ya no me llega, pues lo digo. Me gustaría que me gustaran todos, pero esto es más cuestión de que te llegue al corazón o que te deje frío. Ahora el Cid no es que me deje frío, me da pena. Un saludo