domingo, 2 de mayo de 2010

Para entender a Madrid



El jueves empieza la feria de Madrid. Todos nos aplicaremos para ir a la plaza a honrar al santo. Llenaremos los tendidos una tarde sí, otra también y otra y otra y otra. Así hasta que se acabe la feria o la feria acabe con nosotros. Un serial seguido por mucha más gente de lo que se puede llamar aficionados. Y son estos quizás los que menos nos comprenden y los que se creen todo lo que se dice por ahí del público y los gustos de Madrid. Pues bien, voy a intentar descifrar el enigma de Madrid, especialmente para esos que se creen que es nombrarnos a los toros y nos ponemos a hacer fu como los gatos.

A muchos se les llena la boca cuando hablan de las exigencias de Madrid, que si es la plaza más importante, que si se exige mucho, que si es muy difícil triunfar, que si las figuras no nos resultan simpáticas. Pues en todo eso no hay demasiado de verdad. La gente que va a las Ventas no es especialmente exigente. Si será esto así, que debe ser la única plaza que aprueba a aquel que intenta hacerlo bien. Con esto solamente ya nos tiene ganado el corazón, ya hasta somos capaces de invitarle a cenar a casa y ponerle el doble de croquetas y empanadillas. Eso sí, si percibimos que el de luces nos quiere hacer el avión, entonces nos cegamos, no conocemos. Pongo un ejemplo. Basta que el espada de turno quiera cruzarse o ponga la muleta plana, para que ya nos empecemos a ablandar, pero como atraviese el trapo, doble el espinazo, estire el brazo más de la cuenta y encima mande al toro a Torrelodones, entonces nos tiene delante y con mala cara. Bien es verdad que muchos de los toreros que vienen a la plaza de la calle de Alcalá lo quieren hacer bien, aunque sea lo último que hagan en su vida. Pero pasa una cosa, y es que lo que se aplaude y se jalea por esos mundos, pues aquí no gusta. Somos así de raros. Y que fácil sería que alguien se lo explicase a los coletudos antes de hacer el paseíllo, pues no. Ellos vienen con su lección bien aprendida y nos la sueltan, sea cual sea el tema que cae en el examen. Que cae la conquista del Perú, ellos te sueltan los reyes Godos; que toca la fotosíntesis, pues venga con los reyes Godos otra vez. Y eso, no me negará nadie que mosquea. Y miren si somos simples, que incluso después de habernos soltado los reyes Godos, si entra a matar con todas las de la ley y pega un soberbio estoconazo, se nos olvida todo y nos volvemos locos. Y es que aquí todavía se valora eso de matar bien.

Otro de los bulos que no sé quien se ha encargado de divulgar, es que nos gustan los toros muy grandotes, muy gordos y con una cornamenta destartalada. Pues tampoco. Tampoco somos tan retorcidos, con que el toro sea eso, un toro y lo parezca, nos vale. Es que con verle cara de mala leche nos vale. Tampoco queremos toros que metan la cabeza como un cordero. Nos gustan bravos, como a todos, supongo, pero somos capaces de volvernos locos con un manso que ponga alguna que otra dificultad. Y basta recordar aquella tarde del 2 de mayo de Joselito, en que entre olés, orejas y demás parabienes, salió un manso tan manso, que era para meterlo en el museo de los mansos. Y allí acabamos de perder la cabeza. Igual era porque nadie se veía capaz de bajar al ruedo a pelearse con aquella joya y así jaleábamos a Carretero poniendo banderillas y a Joselito pudiendo a aquel marrajo. ¿Arte y filigranas? Pues las justas, cualquiera se ponía a poner posturitas con aquello.

Pero a lo que iba, lo de los mastodontes con cuernos. No sé si en algún momento Madrid pidió esas moles de carne, yo no lo recuerdo y hace ya más de cuarenta años que estoy yendo a los toros. Pero bueno, el caso es que si sale un búfalo de esos, en lo único que pensamos es en un buen filete. Para darse cuenta de lo que se quiere, sólo hay que pasarse cualquier día fuera de feria y asistir a una novillada de las de Madrid. Con unos novillos que podrían pasar por toros en muchísimas plazas y con una cara de “aquí te espero” que asusta al más dispuesto.

Pero hay una cosa que Madrid no soporta y es que se le caigan los toros. Es que es ver rodar al animalito y nos entra un no sé qué. Llámennos tiquismiquis, pero es que no podemos con eso. Yo veo en otros sitios que no les importa tanto, que lo arreglan con no picar al toro. Pero es que aquí, si encima no se pica, eso nos enloquece. ¿Cómo que no se pique? Y a pesar de que siempre hay algún voluntario que se presta a hacernos la aclaración de “si se le pica, se va a caer más”. La respuesta es: Pues que se caiga. Que contrasentido ¿verdad? Pues no, mire usted. Nosotros, que somos muy nuestros, pensamos y también somos un poco ingenuos, que si tarde tras tarde y en todas las plazas del orbe se caen los toros por picarles, se iba a montar una tan gorda que o esto se arreglaba o iban a arder las plazas como teas, entre el cabreo del respetable.

Y, por último, otra de las rarezas de la gente de Madrid es que tiene memoria. Son las cosas de la vida. Si un ganadero, matador, presidente, subalterno o vendedor de refrescos nos engaña, se la tenemos jurada eternamente hasta el momento en que nos demuestre su torería, valor e intención de hacerlo bien. Ahí se nos esfuman todos los malos recuerdos y lo pasamos a nuestra lista de preferidos.

Espero que estos apuntes puedan servir para, si un día a algún isidro se le ocurre pasarse por la plaza, que no se crea que se ha metido en el manicomio en hora punta, ni que piense que eso no es cómo se lo habían contado. Eso sí, que tenga muy en cuenta que en Madrid se puede saber o no de toros, eso que lo digan los sabios del toreo, pero lo que sí es verdad es que se tiene muy clarito lo que gusta y no se pide otra cosa nada más que eso. Y digo yo, si saben lo que nos gusta, ¿por qué se empeñan en darnos tres tazas de caldo? Y tres tazas y otras tres tazas y tres más y otras tres, ¿no creen que puede llegar a cabrear tanto caldo? Que San Isidro nos ayude, otro año más.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran disertación sobre la plaza de Las Ventas y su idiosincrasia. Aunque los aficionados también tenemos que mejorar en muchos aspectos.

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
Por supuesto, si no nos quedaríamos muertos. Y en esa mejoría está el no olvidar las normas fundamentales del toreo. Y que nuestra evolución no sea una degradación como está ocurriendo en la fiesta.

Anónimo dijo...

Como siempre has puesto el dedo en la llaga y el día que pongamos en práctica eso de responder a “si se le pica, se va a caer más” con un rotundo “pues que se caiga”, será el día que empecemos a levantar esa maravilla que hemos heredado y no sabemos conservar.
Ni sabemos, ni sabremos, porque los que podrían hacerlo son “esos raros de Madrid”, que cada día son menos, es una especie a extinguir que nadie se ocupa de conservar.
Lupimon

Unknown dijo...

Lo has bordado!
Sobre todo eso Enrique, que nuestra evolución no sea una degradación.
Me quedo con esa última frase.
Un abrazo!

Enrique Martín dijo...

Lupimon:
Tú lo has dicho, "esa maravilla". Quizás esa sea la diferencia, unos lo vemos como una maravilla y otros lo ven como un mero entretenimiento t otros como un medio de ganarse la vida, igual que un cartero, un charcutero, un funcionario, un publicista, o un lo que quieras.

Enrique Martín dijo...

Iván:
Como ya te comenté en tu blog, Oro Cárdeno, esto es cuestión de sinceridad, la misma que con una buena dosis de sensibilidad has puesto en tu entrada sobre Manolo Montoliú y que recomiendo que se lea desde aquí.

Anónimo dijo...

Yo también lo veo como "esa maravilla"...
Una vez más, me encanta la entrada


Gloria

Enrique Martín dijo...

Gloria:
Menos mal que hay personas que ven algo más que una diversión o una forma de pasar el rato. Pero que nadie se olvide de que para esto también hay que tener sensibilidad y no todo el mundo la tiene.

David Campos dijo...

¡Sí señor!, pues que se caiga, pero el toro tiene que ir al caballo, que es ahí, precisamente, donde se demuestra la bravura.
¿Que sería de esa fiesta, sin la afición de Madrid?, ¡Mejor ni pensarlo! ¡Mira que se empeñan las empresas en acabar con esto!...Como si no les diese de comer lo suficiente.
¡Enhorabuena, Enrique!

I. J. del Pino dijo...

Me basé en tu post para escribir el mío. Un saludo.

Enrique Martín dijo...

David:
Sin la afición de Madird, Madird sería otra cosa, a lo mejor más comprendida por el poder, pero sería algo muy diferente.

Enrique Martín dijo...

I.J. del Pino:
Muchas gracias por tener en cuenta mi opinión para crear tu post, que por otra parte me parece magnífico.

EMILIO ROLDÁN HERNÁNDEZ dijo...

Ojalá San Isidro nos guarde de nuevo y los isidros " despistados" nos respeten. Firmo lo dicho. Un saludo, aficionado.

EMILIO ROLDÁN HERNÁNDEZ dijo...

Esta reseña la podrían introducir en el librillo de "La corrida de hoy" en todas las tardes, para que la gente entre sabiendo lo que Madrid significa en esta Fiesta y lo que exigimos y valoramos.

Enrique Martín dijo...

Emilio:
Pero lo malo de todo ¿sabes qué es? que la realidad de Madrid cada vez se aleja más de lo que fue y mucho más del ideal que muchos tenemos en la cabeza. Empieza a imponerse el verbeneo.
Un saludo