viernes, 28 de mayo de 2010

Mientras vaya colando…


A pesar de los tres sobreros seguidos, hubo quien salió satisfecho. Incluso ha habido quien ha señalado al tercer toro de Javier Pérez Tabernero, como un gran toro. Así están las cosas, un gran toro el que se fue como loco en busca de la salida al picador que hacía la puerta, o el mismo que empujaba al caballo de medio lado y que doblaba las manos con el simple choque con el peto, o que se quedaba esperando a los banderilleros. Otros señalaron al cuarto, aquel se quedó en el peto con la única idea de cumplir y que no le regañaran en el cielo de los toros. Pero así fue la corrida de este ganadero que cría toros para no molestar al torero, según sus propias palabras. No se puede decir que fue una mansada descarada, ni que no tuvieran ni un ápice de casta, ni que buscaran a los toreros. Simplemente estuvieron por allí. Y si de la presentación casi anovillada hablamos, seguro que se echaría mano de esa excusa de que eran muy bonitos, bajitos, muy bien hechos y muy finos. Lo que significa que eran chicos, chicos y más chicos, lo justito para que fueran colando.

Los tres matadores eran del gusto del aficionado que desesperadamente busca alguna cualidad en un torero, a los que lo único que no se puede discutir es su honradez y generosidad por poner todo lo que tienen, pero ya.

El Fundi fue el que abrió plaza, ausente de esta plaza el año anterior por los motivos que todo el mundo conoce. El volverlo a ver de luces era un motivo de satisfacción, se le veía mucho más maduro, pero de ahí a tildarle de maestro como he venido oyendo desde hace tiempo, me parece una exageración. En su primero se le pasó el tiempo viendo si conseguía cogerle el aire al toro y en el segundo no quedándose quieto y resbalando la pierna para atrás, dando la sensación de que cargaba la suerte, excepto en una serie más templada por el pitón derecho, pero nada más. Tampoco se le pueden exigir gollerías. El Fundi ha sido un trabajador de esto, muy honrado, un ejemplo de superación, pero nunca fue artista.

Sergio Aguilar es de esos toreros en los que siempre se busca algo que nos haga ilusionarnos, incluso por momentos demuestra valor, como en unas gaoneras en las que se quedó clavado al suelo, o en la forma de tirarse detrás de la espada en el quinto, pero esto son excepciones de su generalidad, en la que predomina el toreo con el pico y estirando el brazo para que el animal pase lo más lejos posible. Pero que no duda en meterse entre los cuernos para demostrar su valor, cuando el toro se le para, pero torear es otra cosa. Al torero además de valor, hay que pedirle algo más, si no estaríamos hablando de un gladiador, y esos no se vestían de luces, ni se planteaban hacer arte.

Y cerraba el cartel el colombiano Luis Bolívar, ese torero que parecía que iba a convertirse en el paradigma de la valentía, que a veces da la sensación de que sigue apuntando en ese sentido, pero al que no le duelen prendas en citar con el pico de la muleta, en atrincherarse en la pala del pitón y en llevar la embestida del toro dejando entre ambos espacio para que pase un tren. Será por la precipitación, será por las ganas, le cuesta tranquilizarse y templar, algo esencial en el toreo para no parecer una veleta.

Como decía, hubo quien incluso salió satisfecho, hasta llegaron a pedir una oreja, pero será por lo largo de la tarde, será por lo largo de la feria, será porque ya es demasiado el hastío, también los hubo que salieron hartos. Por su parte los empresarios, ganadero y toreros se irían tranquilos a sus casas pensando que la cosa no va mal, mientras esto vaya colando.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Al 6º me marché, ¡no hay quien aguante esta farsa!
Lupimon

Enrique Martín dijo...

Lupimon:
A estas alturas ya se tienen que notar tantas corridas, pero con lo que llevamos visto, esto es cada vez peor. Una afición tan bonita nos la acaban convirtiendo en algo insufrible.
Un saludo

V. Sánchez López dijo...

Y tan panchos que se quedan amigo Enrique... "Mientras vaya colando" como bien titulas, pero es que me parece que esto ya no hay por dónde cogerlo.

Enrique Martín dijo...

Sánchez López: Eso es lo peor, que cada vez se van apagando las pocas esperanzas que quedan y puede que hayamos rebasado hace tiempo el punto de no retorno.