domingo, 2 de noviembre de 2014

José María Manzanares como referente del toreo

Dos matadores de toros que se han ido para torear en el ruedo de los cielos.


De nuevo la muerte ha vuelto a sorprender y como si quisiera demostrar su arrogancia, su poder y hacernos sentir que no somos nada, elige caprichosamente a sus víctimas sin tan siquiera tener la delicadeza de avisar, aunque esto tampoco sería consuelo para nadie; siempre llega en mal momento e inexorablemente recluta otro espíritu para la otra vida. de repente decidió que los marcados serían José María Manzanares y El Hencho, uno de Alicante, rebosante de fama, y el otro cordobés, un torero de esos que aparecían en los veranos venteños, cuando con los calores de julio y agosto salía el toro que ponía a prueba el ánimo de toreros y aficionados. Eran los tiempos en los que la canícula sacaba a flote la honestidad, la honradez y el querer ser de los que se vestían de luces, toreros entre los que figuraba El Hencho, por supuesto.

Pero ya se sabe cómo se mueven las cosas en este mundo y más en el de los toros y quién se ha llevado todos los comentarios y publicaciones ha sido Manzanares, un torero que transitó a lo largo de su carrera con rumbo poco predecible. Figura indiscutible, maestro de toreros, aclamado en muchas plazas, como la de Sevilla, considerado un modelo estético, pero que en otras, como la de Madrid, pasó más de diez años, creo que fueron trece, sin tan siquiera dar una vuelta al ruedo. Se decía que le tenían manía; bueno, hay opiniones para todo, de la misma forma que rompió la racha con un triunfo más que discutible. No es momento para juzgar a un ser que se acaba de marchar o al menos no creo que haya que recrearse en ciertas circunstancias que ya no aportan nada.

Personalmente tengo la sensación de que pudo haber sido mucho más de lo que fue y haberse convertido en una figura rotunda y sin fisuras, pues tal era lo que apuntaba en sus comienzos de novillero cuando asombraba con su toreo allá dónde actuaba; pero después decidió encaminarse por una senda quizá más rentable y efectista que lo que supone el camino de la verdad y aunque se apartara del aficionado, la verdad es que caló hondo en el público y entre los taurinos. Se convirtió en referente indiscutible de toreros que hoy manejan la fiesta y que vieron en él el espejo en que mirarse, dentro y fuera del ruedo, Ponce, Perera, El Juli, y, por supuesto, su hijo, aparte de muchos más. Toreros y aficionados que se aplicaban al pie de la letra sus conceptos taurinos que aparecen muy bien expuestos en un vídeo en el que más parecía justificar sus formas ante los críticos, que desgranar sus fundamentos. Ya sería porque no fue un exquisito del capote o porque no figurara este entre sus preferencias, basó su tauromaquia en el último tercio y siempre en la forma de dar pases, con poca atención a la lidia de toros de todo tipo. Y siempre con esa estética propia y esa personalidad de la que carecen en este momento la inmensa  mayoría de los que se visten de luces. Un toreo que parecía por momentos más crispado que natural. Choca ver esa mano izquierda con extrema tensión, en contraposición a otros matadores en que esta asoma relajada y entregada al toreo.

Dejemos de lado las disputas y oscuros sucesos que le enredaron con las voces discrepantes, porque, ¿hay alguien perfecto? Por supuesto que no. De la misma forma que los hay que pretenden ser aficionados a los toros y que no le consideran entre sus preferidos, lo que no quiere decir que no se le respetara, como a todos los que portan añadido, pero sin esa admiración que se le profesa a los que una tarde nos arrebataron el alma con verónicas y naturales. Quizá fuese a partir de aquella faena de dos orejas a un toro castaño de Manolo González, a finales de los 70, cuando una mirada privilegiada me mostró la diferencia entre dar pases y el toreo verdadero, el mismo que me enseñó el respeto debido a todos los toreros, pues se ponen delante del toro y eso es mucho, lo que no está reñido con que se puedan tener preferencias y gustos por un tipo de toreros esos que te levantan del asiento, o incluso por un tipo de toro, ese que hace que se admire profundamente al hombre que puede con él y además hace arte, arte de verdad. Este señor que me metió muy dentro que fuera de la plaza los toreos ya no están sometidos al juicio del aficionado y que hay que valorarlos como personas que son y que ya sean de tu agrado o no, cuando se van  siempre dejan un hueco y una pena imposible de cubrir. Por eso solo puedo decir que siento la muerte de José María Manzanares y El Hencho y que desde esta grada solo puedo acompañar en el sentimiento a esos familiares que nunca podrán olvidar a los que se les fueron para siempre.


José María Manzanares, El Hencho, Descansen en Paz.

6 comentarios:

fabad dijo...

Debo estar muy poco al loro. no me había enterado de la muerte de Florencio Casado "El Hencho". Buen torero a fuerza de torear lo que no quiere nadie. En Sevilla salió en hombros en corrida de Miura en 1969 y en Madrid salió en hombros en 1971 y en 1974. Una cosa es ser figura y otra ser TORERO.

MARIN dijo...

Como dices Enrique, no vamos a entrar ahora en valoraciones de gustos o no.
La primera vez que vi a Manzanares fue en Huelva, matando una de Cuadri con Ponce y Litri hijo en el cartel, y aunque aquella tarde triunfó Ponce, si te digo que el que mas me impresionó fue Manzanares.

Pero si de algo me tengo que quedar de Manzanares es con su honradez con la fiesta y de apechugar y dar la cara con sus errores. El día de su despedida en Sevilla, con toros de Alcurrucen, todavía me resuenan en los oidos sus palabras en el callejón: "Así no puede ser. Nadie se merece una tarde como hoy. Esto no hay quien lo aguante". Ojalá muchos de hoy en día se aplicaran el cuento.

Descansen en paz José Marí Manzanares y el Hencho.

Un abrazo.

franmmartin dijo...

Los que tenemos el concepto de la Fiesta de los toros,que un hombre con un trapo rojo domina,si puede artísticamente, y mata con riesgo y guapeza a un animal que da miedo, que ver lo que pasa en el ruedo produce profunda admiración y respeto por el que está allí abajo.A los que hemos visto torear de otra manera, más arriesgada,más emocionante y si juntamos esas dos cosas ,también más bella; toda este estruendo que se forma cuando, desgraciadamente, muere un hombre famoso, no deja de seguir produciendonos sorpresa,sobre todo si se intenta forzar la realidad.
Y la realidad es que Manzanares no era un torero lidiador ,ni poderoso con toros difíles.Manzanares basaba su repertorio en la muleta y en general ante toros con poca enjundia.
Manzanares lo hacía bonito.Era,en fin,un torero de su tiempo,pero ni mucho menos,lo que están diciendo por ahí los de siempre.
A mí y aunque solo fuera por su devoción por Sevilla,siempre me ha caído bien y le he tenido simpatía.Otra cosa es ser figura de época y todo eso que nos repiten insistentemente.
Que Dios lo tenga a su lado ,que es lo que ayer,día de los difuntos, le pedí por él.

Enrique Martín dijo...

Fabad:
Yo me enteré por un amigo en facebook. Un torero que como bien dices, mataba lo que no querían muchos. Un torero, sí señor.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Yo en esas imágenes pensé que quizá cargaba las tintas, porque no olvidemos que él no toreaba lo que no quería. Pero bueno, eso ya no es cuestión de discutirlo ahora, se ha ido un torero y eso es lo que queda.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Franmartín:
Suscribo cada palabra de las dichas, no se podía decir mejor.
Un abrazo