martes, 8 de septiembre de 2015

Das Stockholm sindromen o que majos son estos ladrones

El 28 de diciembre el muñequito nos hace gracia, pero el resto del año ni nos enteramos de que nos cuelga de la chaqueta


Si será extraño el que una persona se solidarice con quién le agrede, le tortura o le roba, que hasta se describe un síndrome que se ocupa de esta irregularidad mental de las víctimas. Quizá ni tan siquiera se puede calificar como tal, pero lo que es evidente es que esto existe. Llega un momento en el que el agredido empieza a empatizar con el agresor y hasta llega a comprender las circunstancias que le rodean y que le han empujado a agredirle. Tiene que ser un impulso muy poderoso el que invade a las víctimas y la complejidad de los procesos mentales deben ir mucho más lejos de lo que podemos cavilar. Pero si estos fenómenos ya nos dejan perplejos en si mismos, ¿qué deberíamos pensar cuando en el mundo del toro nos encontramos con individuos, incluso buenos aficionados, que llegan a comprender y compartir opiniones y situaciones que viven los taurinos y que les conducen a tomarnos el pelo y a querer instaurar una situación de fraude institucionalizado?

Desde hace tiempo vengo comprobando como buenos aficionados, de eso no me cabe duda, me manifiestan no sé si por convencimiento o por conformismo, su adhesión a postulados de los taurinos, admitiendo sin dudas el incesante deterioro del toro, el desprecio a reglas fundamentales y no escritas del Toreo y la necesidad de que el público asuma y consienta toda esta degeneración. A veces la excusa es eso del “de toda la vida ha sido así”, sin caer en la cuenta de que cada uno tiene un “de toda la vida” diferente, que puede ir desde los 5 a los 50 años, si no más. Pero eso ahora mejor dejarlo. La cuestión es como buenos aficionados, a veces jóvenes, pero con unas ganas terribles de aprender, se reacomodan en el sitio que les dejan en esta afición y tragan, sin querer y sin saberlo, verdaderas ruedas de molino. Y que conste que no pretendo pontificar, ni dar lecciones a muchos de los que yo debería recibirlas. Lo que me preocupa es eso, que las mangas se abran más que las del hábito de un cartujo.

El aficionado no solo transige con eso de los encastes minoritarios, sino que además exige que cuatro domingos por temporada les den el caramelito que les mantendrá callados el resto del año. Este ganado sale como sale y los taurinos ya tienen la excusa perfecta para decir eso de que estas ganaderías no valen, no embisten. ¡Vaya! ¿Y por qué no se exige el toro cada una de las tardes que suenan los clarines? Nos dejamos enredar en la trampa como unos pardillos, pero como vienen ganaderías de diferentes encastes, a callar, tan felices. ¿Desde cuándo es eso? El domingo pasado no daba crédito al ver que en los carteles, detrás del nombre de cada ganadería aparecía entre paréntesis, encasta tal o cuál. ¡En la plaza de Madrid estamos en esas en que tienen que decir la procedencia del hierro anunciado! Pero no sé de qué me extraño, si se admite que te saquen el caballo por la retaguardia y que te mantengan el toro entretenido en un burladero mientras el matador deambula por el ruedo. Con lo fácil que se soluciona eso, basta que los toros los pararan los peones. Que esa es otra, ¿Cómo los va a parar un banderillero? El matador tiene que demostrar que se viene con ganas. Pero no nos molesta que largue al animal de cuatro trapazos y cuarto. Se ha llegado a que hay que ser benévolo con un novillero o matador de toros que solo cuenta con una o dos actuaciones como toda experiencia taurina. Vamos, que antes de cada corrida hay que empaparse de la biografía de los coletudos, si viven confortablemente en un piso de tres dormitorios y dos baños, si tienen ascensor para subir las bolsas de la compra o si al chaval se le atragantaban las matemáticas en el cole. Eso sí, lo que sea, menos molestar al chico en el ruedo.

Si hasta empezamos a aplaudir, que ya no es aceptar, sino aplaudir acaloradamente las fundas de los pitones, porque ahora resulta que si la finca está en terreno pedregoso, puede ser que los toros se dañen un pitón. Así que nada, enfundamos as dos velas y así tenemos la seguridad de que se afofan los dos. Que vamos a tener que hacer una colecta para enmoquetar las dehesas de bravo. Si hemos llegado a compadecernos de un ganadero que te suelta que trae una corrida enferma que no se sujeta en pie y en lugar de montar la mundial, penamos al ver al que va a cobrar los seis toros como si fueran buenos haciendo cucamonas mesándose los cabellos.


No nos podemos permitir la exigencia, pues tampoco es cosa de amargar la tarde a los paisanos del torero, hay que unirse a la juerga y pedir despojos sin freno, para a continuación sumarnos a la juerga festivalera del paisanaje. Nos tragamos que la chepa del ruedo molesta, que el ruedo es grande, que las figuras no pueden ponerse delante del toro, toro, porque eso no es para ellos, es más hasta parece una barbaridad pedir que toreros como Juli, Pererea, Manzanares o el que quieran de los punteros se las vean con otra cosa que no sea de sangre Domecq fofucho. Ni tan siquiera se puede permitir que alternen con otros toreros más habituados a lo duro. ¿Dónde va a terminar todo esto? ¿Hacia dónde caminamos? realmente se ha llegado a un punto en el que los aficionados, incluso buenos aficionados, parecen aterrados con la simple idea de que las cosas vuelvan a ser lo que un día fueron. Si hasta parece que les asusta jalear con olés las faenas y se agarran al ¡bieeeejjnnn! con todas sus fuerzas. Hemos llegado a que solo los profesionales y sus satélites puedan opinar, porque ellos saben lo que hay, aunque entre los profesionales estén ladrilleros sin más conocimientos taurinos que una cuenta corriente sólidamente alicatada de billetes hasta el techo, pero que tienen como consejero a un avezado taurino que les proveé de vacas, les lleva chavales a las tientas y hasta convencen a un matador para que se deje invitar a la finca. Pero todo esto nos parece maravilloso. Protestamos cuando asoman las figuras o todo lo que tenga que ver con lo de domez, damos el pego de exigentes y sabios aficionados, mientras permitimos que nos taladren un butrón tamaño arco de Medinaceli por la retaguardia. Pero nunca reconoceremos nuestra estupidez, eso jamás, es mucho más cómodo dejarse engañar, que reconocerte como el primo del timo de la estampita. Será por eso que aceptamos  sin pestañear “Das Stockholm sindromen” o que majos son estos ladrones.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo has clavado Enrique.Asi padecemos y estamos.

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
Muchas gracias. Ojalá estuviéramos equivocados, yo el primero, pero...
Un saludo

Eugenio vidal dijo...

¿ Ya se sabe la terna para el sabado 26 de septiembre en sevilla? Lo toros serán de Fraile.

Anónimo dijo...

Que pinta el aficionado hoy en día en la fiesta? Exclusivamente somos dinero, no importa nuestra opinión ni interesa, posiblemente suponemos (me incluyo) menos dinero que el público. Quien manda en la fiesta? El dinero. Quien lleva más dinero a las plazas? Los toreros más famosos (antiguamente llamadas las figuras del momento), por tanto, como pueden recaudar más dinero los empresario? Por los toreros famosos que llevan más publico (dinero) a la plaza. Todo lo demás es romanticismo y de eso ya no hay ni en los toros! Aveces pienso que si prohibiesen los toros, regresaría la pasión, aveces sueño con la clandestinidad de la fiesta.

Enrique Martín dijo...

Eugenio:
Pues lo siento, no le puedo ayudar. Los toros, ¿son Juan Luis Fraile o de Fraile Mazas? Estaría bien que fueran de los primeros, pero...

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
Pues igual la clandestinidad nos devolvía la pasión, no le digo yo que no. Lo mismo emigraban los pintones, los que van a lucirse y quedarían los que viven esto de una forma más sincera y entregada al toro. Sobre lo del dinero, ya hasta tengo mis dudas, ya hasta pienso que no es tanto el dinero que se llevan, tengo la sensación que quieren llevárselo con el mínimo esfuerzo y aguantar hasta que se pueda y luego, si esto ya se terminara, pues a dedicarse a otra cosa. Es como si les importara un bledo. Arañemos hasta el último céntimo y luego, Dios dirá. Y también estoy convencido que si los taurinos, especialmente los empresarios, trabajaran un poco pensando en el aficionado, igual, a la larga, ganarían más dinero que con esta actitud rácana y cicatera. A veces uno quiere ver signos de que el aficionado está deseoso de ilusiones y se agarra a clavos ardiendo como López Simón, Rafaelillo Jiménez Fortes, a los que quiere ver mejor de lo que realmente son, pero necesitan nuevas esperanzas que puedan echar esto para arriba. Otros ya fallaron parece que definitivamente y si no, miremos a Fandiño, Alberto Aguilar, David Mora, antes del percance, y alguno más que al final se ha quedado en solo un espejismo.
Un saludo

Eugenio vidal dijo...

Los toros son de Moises Fraile, y la terna por designar. ¡Pues faltan 14 días!

Eugenio Vidal dijo...

Ya esta claro: Escribano, Lopez Simón mano a mano.

Enrique Martín dijo...

Eugenio:
Pues igual no ha quedado mal cartel. En otrro tiempo no habría dicho lo mismo probablemente, pero lo que le vi a Escribano en Madrid me gustó.
Un saludo