Los hay, incluso entre los taurinos, que quieren exiliar la suerte suprema al limbo de los recuerdos de la grandeza de los Toros |
A veces los alcaldes, los políticos en general, parece que
confunden la obligación de tener que buscar el bien común, el que todo el mundo
pueda optar a un nivel óptimo de bienestar, con el tener que agradar y dar
gusto a todo el mundo. Parece lo mismo, pero no lo es. La administración,
mientras no se legisle en sentido contrario, tiene que garantizar el que los
ciudadanos que lo deseen puedan ir a los toros, siempre y cuando haya empresas
que se metan a organizar festejos; los antitaurinos es probable que se molesten
con este hecho, muy bien, están en su perfecto derecho, igual que a servidor le
puedan molestar las zapatillas de deporte con tacón. Yo no me las compro y si
alguien las lleva, me aguanto o cierro los ojos. Pero claro, si al mismo tiempo
quiere el señor Ribó agradar a antis y protaurinos, pues lo tiene difícil, es
la mejor forma de encabritar a todos a un tiempo.
Se debió sorprender el señor alcalde de Valencia al
contemplar que tantos ciudadanos, tantos votantes, salieran a la calle para
gritar su afición a los toros; ya dejando a un lado todos esos matices y
contradicciones de las que tanto hemos hablado y de los que el señor Ribó no
tiene, ni tendrá noticia. Pero la sensación es que mientras la mayoría de la gente
veía aficionados y taurinos oficiales manifestándose, él veía sobres con un
voto dentro. Pues ya está, debió pensar, a esto le hecho unos polvetes de la
madre Celestina y por arte de magia cambio el signo de los votos, al tiempo que
no les toco lo que no suena a mis fieles hasta la muerte. Y no se le ocurre
otra melonada al buen hombre este, que sugerir que se importe la corrida
portuguesa. ¡Vaya! ¿Qué se pensará este hombre? Este es uno de tantos que creen
que una vez lidiado el toro se le echa un chorrito de betadine en el hoyo de
las agujas, unas curas de nada y el toro ya está preparado para que te lo
lleves de mascota al chalé de la sierra; para que lo saques a pasear al campo,
le tiras una piedra y te devuelve una cornada, le rascas el hocico y te suelta
un viaje que te levanta seis palmos del suelo, lo subes en el coche y te hace
jirones la tapicería color “ámbar de la marisma” y el metalizado de la chapa te
lo redecora con rayones y abolladuras distribuidas de forma irregular por toda
la carrocería del buga; y por si esto fuera poco, cuando esperas que se te
tienda a los pies de la cama para velar tu sueño, decide ponerte patas arriba
la alcoba y te deja sin güifi para una semana.
Pero señor Ribó, que no es por chafarle su plan de ser amigo
de todo el mundo, pero si le contáramos lo que le ocurre al toro una vez
abandona el ruedo en estas corridas que no son de muerte, igual los antis,
animalistas, veganos y demás progresías del mundo, le borraban de amigo del
facebook, le bloquearían el twitter y dejaban de seguirle en instagram. Es más,
que en ese arrebato de ira más propio de las gentes bárbaras que somos los
aficionados a los toros, hasta le negarían el voto. Ni me quiero imaginar tanta
tensión y energía negativa reconcentrada en esas almas limpias y puras. Que no
es que yo le quiera calificar como ignorante, ni mucho menos, no tengo ni
tiempo, ni ganas, ni energía, pero me lo pone como se las ponían a Fernando
VII, a huevo. Que será cosa de que usted vio a miles de personas en la calle y
dónde el común de los mortales veía gente, usted veía dos concejales más. Que
no tiene por qué contentar de cualquier manera a los aficionados a los toros,
no lo necesitamos. Mire si se lo ponemos fácil a usted y a todos los alcaldes
que de repente se vieron afectados por la fiebre anti, no nos hagan favores, no
los necesitamos, nos basta con que no nos pongan trabas para disfrutar algo que
actualmente es legal. No nos den subvenciones, porque está demostrado que el
toro no las necesita; basta ver como esto sigue adelante a pesar de no
recibirlas, más bien todo lo contrario, y a pesar de los propios taurinos. No
se ponga a defender al toro, porque eso se nos da mejor a los aficionados a los
toros, aunque solo sea por una mayor experiencia. Los mismos que piden que el
toro muera en la plaza al final de la lidia, después de haber defendido su vida
y no días después de haber sido lidiados, quizá con las heridas purulentas y
sufriendo una lenta y tormentosa agonía durante los traslados en camión al
matadero más cercano, que igual no es tan cercano. Puede que ni tan siquiera se
le dé de comer, ni de beber, total, si se le va a matar igual. Eso sí, en
privado. Si estas cosas no se ven, parece que su moral no se ve afectada y todo
queda dentro de lo permisible. ¡Prohibido jalear una estocada! Pero permitamos
ese proceso agónico hasta que una puntilla, una pistola o vaya usted a saber,
acabe con la vida de las res. Yo de verdad prefiero la estocada y la puntilla
inmediatamente después. No solo me parece más rápido, más humano y con menos
sufrimiento para el toro, sino que además creo fervientemente que es la forma
más honrosa y honorable para el toro de lidia. Que no digo yo que no se haya
informado, a lo mejor hasta le han llegado noticias de las opiniones que en su
día dio el maestro César Rincón, que abogaba por esta misma solución, al igual
que Miguel Rodríguez, otro matador de toros; puede que hasta le conmovieran las
palabras de lástima de Sebastián Castella o las sentencias de un presidente de
la plaza de Málaga que veía en esta melonada una posible vía de escape para la
Fiesta de los Toros. Pero no se engañe, estos solo pensaban en salvar su
negocio o una situación de privilegio. Que no pretendo iluminarle, ni
ilustrarle, ni darle lecciones de nada, pero si insiste en transitar por estos
caminos de la demagogia barata e interesada, vamos a vernos obligados a crear
una nueva pareja del show bussiness, la formada por el señor Ribó y la
ignorancia.
6 comentarios:
Enrique,los que iban delante de la pancarta el 13 m,pidiendo respeto,hoy han toreado seis borregos variopintos,inválidos de Ñunez del Cuvillo.Y yo he estado allí ,y me ha costado 35€ la entrada.Ahora pido yo respeto.Estoy indignado.
Eugenio:
No es para menos. Tú cumples con tu función, con esa obligación que nos imponen a los aficionados, ir a la plaza, pagar religiosamente la entrada y soportar el chaparrón en silencio, no vaya a ser que los señoritos se nos enfaden. Hasta la palabra respeto pierde su significado cuando estos andan por medio.
Un saludo y siento esa decepción, aunque la entiendo, claro que la entiendo.
Buenas.
He encontrado un libro anti-taurino que dice, entre otras cosas, que el torero va vestido de mujer.
Yo lo he encontrado aquí: bubok.es/libros/245857/Torturadero
Mierda de gente.
Viva la Fiesta Nacional.
Así es Enrique, la ignorancia es el deporte nacional de nuestros políticos.
No quiero aguarte el abono, pero como Taurodelta haga la misma limpieza de corrales que ha hecho Simón Casas en Valencia,
la llevamos clara...
Anónimo:
Esas teorías son ya muy antiguas y hasta resulta interesante el razonamiento que explica esa transformación del torero y del toro a lo largo de la lidia. A los aficionados nos fascina el traje de luces, por supuesto, pero no me dirá que no es chocante para quién no esté demasiado familiarizado con esto, que yo prefiero llamar Fiesta Brava, Fiesta de los Toros o de cualquiera de las formas que no hacen referencia a eso de Fiesta Nacional. Es una terminología que se queda muy cortita. Esto es tan grande, que ya lo han hecho suyo en otros paises, igual que lo es para los nativos de la Península Ibérica. No seamos cicateros en llamar a los Toros coómo se merecen y no nos pongamos limitaciones a nosotros mismos. ¡Viva los Toros!
Un saludo
Antonio:
¿Y por qué vamos a dudar de Taurodelta y vamos a pensar que van a hacer algo diferente de lo que acostumbra el señor Casas? Lo largo que se nos puede llegar a hacer.
Un abrazo, Antonio
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