viernes, 3 de junio de 2016

Vamos a llevarnos bien

Cuando están enchiquerados no se sabe lo que llevan dentro, lo peor es cuando son arrastrados y no nos lo han dejado ver


Vaya que no se esperaba la corrida de Cuadri, muchos aficionados la tenían marcada con un círculo rojo para no perdérsela. Si hasta los hay que se trasladan de fuera de Madrid al foro para verla in situ, pero... El resultado fue decepcionante, una corrida que no respondió a las ilusiones de tantos, toros sosos, parados, como si aquello no fuera con ellos, pero, lo que es el toro bravo, aparentando en muchas fases que estaban por encima de todo aquello. Una corrida que pasadas las horas, a algunos nos tiene con la mosca detrás de la oreja. Los que desde luego no estuvieron a la altura fueron los tres espadas, programados con el chip de la modernidad del pase, pase y pase, sin pararse en ver lo que tienen delante. Y es que si la norma y costumbre es que yo me pongo por ahí, voy dejando pasar los dos primeros tercios a la buena de Dios y luego en el último engancho la muleta y me lío a dar trapazos que la parentela me jalea, pues mal vamos. Si no caemos en la cuenta de que a estos toros hay que darles una lidia muy meticulosa, meterse con ellos y hacerles reaccionar, que hay que ponerlos en el caballo en el sitio, no diez metros más allá o más acá picarles en lo alto, que los capotes no pueden andar volando por los aires, que hay que hacerles que se sientan sometidos, entonces no vamos ni a la vuelta de la esquina. Pensando, pensando, hasta he llegado a pensar que quizá lo que los matadores no querían era despertar a la fiera, no fuera a ser que entonces tuvieran que emplearse a fondo, sobre todo cuando el fondo de algunos estaba muy poco profundo. Porque díganme ustedes cómo se justifica la presencia de Luis Miguel Encabo, perdido, perdidísimo y falto de recursos, sin parecer que pudiera ver algo claro en el ruedo. Tan poco comprensible como esta es la inclusión de Fernando Robleño, que tras aquel fracaso con aquel castaño de este mismo hierro, no se entiende a qué vuelve. Y Rubén Pinar, que no solo no se entiende el que se le ponga con los Cuadri, no se entiende el que esté en una feria de San Isidro, pero bueno, como a tantos y tantos y tantos ejemplos, aún más sangrantes, que tanto nos han encabritado.

La cosa recordaba a eso del fútbol cuando un equipo modesto se enfrenta a uno de los dos poderosos, que si le marcan en los primeros diez minutos, acaban llevándose media docena, como poco, así que intentan contemporizar con el empate hasta dónde les den las fuerzas. Pues bien, los tres espadas aguantaron con el casillero a cero, pero ellos tampoco marcaron, pero ni tan siquiera el gol del cojo. Solo sacaron las uñas cuando un señor saltó al ruedo a estirar las piernas, aunque les costó reaccionar. Si les costaría, que llegó antes el caballero del traje, con una furia desmedida y desproporcionada, aparte de fuera de lugar, pues él nada pintaba en el ruedo y menos en esa actitud de macarra. Que no nos gustan esos caballeretes que nos quieren hacer pasar por salvajes e inhumanos, claro que no, pero tampoco les demos razones, que no la razón. A ver si los “profesionales”, que esto está ya lleno de profesionales, se enteran de que el ruedo no se pisa, que no lo puede pisar ni la fuerza pública, que allí solo de luces, los monos, areneros, mulilleros y el que pinta las rayas. Para colmo en la grada unos jóvenes impetuosos recordando la supuesta condición de la madre del intruso. ¿No se habrían dado cuenta de que estaban en una plaza de toros? ¿No sabrían de las normas no escritas que el aficionado a los toros ha mantenido a lo largo de los tiempos como algo sagrado? Por favor. A ver si se enteran de lo que es una plaza de toros y la fiesta de los toros. Críticas, todas, apasionamientos, también, pero ese insulto y esa violencia de cualquier forma, déjenla para otros momentos, si hay momentos propicios para ello.

Y ahora, si me lo permiten, voy a pensar en voz alta, bueno, no, en letras altas. Salió el primero de Cuadri, que remató en tablas, ¡cosas extraordinarias jamás vistas! Y para empezar, capotazos sin fundamento de Encabo, dando aire al de negro. Lo dejó bien en el caballo, se arrancó con prontitud para recibir una cuchillada caída. Empujaba sobre todo con el derecho, tirando derrotes. En la segunda vara ya tardeó, teniendo que cambiarle los terrenos y poniéndole muy cerca, para señalarle un puyazo antes de que el toro se saliera de la suerte. Puso banderillas el matador, sin lucimiento, pero por ambos pitones y sabiendo ganarle bien la cara al toro, que iba cortando por el pitón derecho. Inició el trasteo quitándole las moscas, mientras el toro acusaba ese defecto de vencerse por el pitón derecho. Trapazos al natural, recolocándose constantemente. Mucho tirón y enganchones, sin temple, metiendo el pico de la muleta y haciendo el arco. Trapazos y trapazos, que el toro se iba tragando con la sosería que le marcaba el maestro. Al segundo ya empezó cediéndole terreno, dándose la vuelta hacia los medios. En la primera vara al animal le costó entrar, estaba más con los capotes que con el caballo, montándose una magnífica capea en la arena. Acabaron metiéndolo debajo del peto, dónde echó la cara arriba de forma exagerada. Lo que le dieron fue a base de hacerle la carioca. Para la segunda vara el Cuadri ya no quería caballo, acabó entrando cabeceando, mientras aprovechaban para darle tapándole la salida. Complicado en banderillas echando la cara arriba y esperando. Pero cuando Encabo tomó la muleta, siguió levantándole la mano, se la echó a la zocata para liarse a dar vueltas alrededor del toro, ofreciendo como una solución el estirar el brazo y tirar de pico, dejándose tocar la tela, alborotado y sin poder al animal, trapazos como si los diera con una tralla, sin hacerse en ningún momento el dueño de la situación. El sablazo en la paletilla fue una evidencia de lo que había sido su paso por Madrid, con la de Cuadri.

Quizá alguien pueda darme una buena razón que justifique el que Robleño vuelva a matar una de Cuadri en Madrid, si es que las hay. Ya de salida a su primero le aplicó ese toreo ratonero con el que tantas veces nos ha obsequiado, que parece más bien dirigido a malear al toro y tapar sus carencias, que a intentar domeñarlo y a hacer el toreo. Mantazos respingones de recibo a su primero, que fue al caballo al paso, con la cara a media altura, mientras le tapaban la salida. Tardó en ir al peto la segunda vez, frenándose y sin recibir apenas castigo. Muy parado en banderillas, reculaba ante los capotes. Con la muleta Robleño le recibió trapaceándole agitadamente por ambos pitones, mientras el toro le iba ganado terreno, derechazos arrancados, con el defecto de levantarle la mano siempre. Pico y más pico, sin guiar las embestidas, empezó a quedarse a mitad del viaje, tirando el correspondiente derrote, carreras y más carreras, intentando bandear el genio que había sacado el Cuadri, pero los medios pases, más bien trapazos y el no quedarse quieto no ayudaban. Un bajonazo al que ni se podía calificar de infame. Más mantazos al quinto, al que ni en suerte pusieron en el caballo, aunque por no colocarse, allí no se colocaba ni el maestro, que por allí se quedaba para ver como no picaban al toro. Como si fuera una continuación del anterior, Robleño prosiguió su concierto de desconcertadas carreras, trapazos enganchados y cambiándose la muleta de mano sin criterio, quizá para ver si así el toro se liaba y le dejaba parar quieto un momento. Pero ustedes quédense tranquilos, porque si a Fernando Robleño se le quedó algo en el tintero, el año que viene podrá volver a intentarlo y seguramente que con los Cuadri. Y espero equivocarme; no saben de qué manera.


Pero si lo de Robleño se entiende poco, lo de Rubén Pinar es para que lo aclare Iker Jiménez. Un torero que no ha podido con lo comercial y me lo embarcan en esta corrida, lo que da la sensación de que ya le andan poniendo en corridas a las que agarrarse como a un clavo ardiendo y que si no aguantan... Capotazos sin alargar el viaje del toro, al que le dieron a placer en la primera vara, tapándole la salida, mientras el animal simplemente se dejaba. Una segunda vara a más distancia, a la que se arrancó incluso con cierta alegría, para que casi solo le señalaran el puyazo. En el segundo tercio Javier Ambel se sintió torero e hizo disfrutar a la parroquia, quizá a medida que avanzaba su labor se fue creciendo y recreando, pero más vale eso que el trapacear vulgarmente. A cada entrada de los banderilleros dejaba el toro dispuesto con un único capotazo, que malo no es, ¿verdad? Pues según parece a algún matador de toros, ya retirado, le molesta el que las cuadrillas se luzcan. ¡Caramba! Señor Muñoz, mejor arrancar aplausos por torear y cuidar la lidia del toro, que no por torear con ventajas y mentiras, con la pierna de salida retrasada y el pico de la muleta adelantada, por muy de oro que se ciñan el vestido, ni por muy hijo de sean. Aunque quizá a usted le molestara que sus banderilleros recibieran las ovaciones que usted jamás cosechó en la plaza de Madrid, ni tan siquiera por hacer el paseíllo. Pero a lo que íbamos, a lo de Pinar y el Cuadri que hizo tercero. Trapazos acelerados por abajo para comenzar la faena que prosiguió con un achuchón del toro y las carreras del espada. A toda la corrida se le pasó sin darle distancia ninguno de los tres matadores, pero Pinar ya salió de cara ahogando demasiado la embestida, demasiado. Pico, carreras, más pico, muletazos de uno en uno, brazo muy extendido. El toro ya iba muy, muy despacito, pero la vulgaridad no mira de velocidad, esta lo anula todo, hasta las embestidas francas y suavonas. Para cerrar, el sexto, como el primero, hasta parecía querer rematar en tablas, aunque eso está por confirmar. Si alguien creía ver bravura, en el caballo se le disiparon todas las dudas, sosete, se limitaba a dejarse hacer, no quería caballo en la segunda vara, que se limitó a un picotazo sin más. Prosiguieron los trapazos del maestro, las carreritas y uno del desprecio, que es lo que más enardece hoy en día al personal. Usted puede estar como la Chana, que si tira uno del desprecio, el público se le entrega sin reservas; que no sé yo porque no montan las faenas solo con desprecios. ¿O quizá eso ya lo ha puesto más de uno en práctica? En fin, creo que estoy hablando de otra cosa. Pero bueno, la cosa no dio para mucho más, al menos servidor no lo vio, igual que no vio el acontecimiento del siglo, ese en el que el señor presidente parece que se lía y saca un segundo pañuelo sin querer, en que un figurón es la vez que mejor está en su vida en esta plaza, pero en comparación con lo que él mismo había hecho, sin llegar a equipararse con otros que calzan de rosa. Pero eso nos vale y nos sobra para reivindicar una fiesta que solo beneficia a los mercaderes a los que les importa un bledo esto de los toros, lo importante es la mosca que ellos se llevan, y que corridas como la que me perdí y me volvería a perder mil veces, quieren convertirla en paradigma de la tauromaquia. Pues no, caballeros, ante una corrida de borregos y una infame, mansa, malísima, horrible, casi prefiero esta última y que conste que de estas no quiero ni media corrida, que a todos nos gusta el toro bravo, no el mochuelo tonto, que no es lo mismo, así que igual que hicieron los tres de Cuadri y los toros del mismo, entre ustedes y yo, vamos a llevarnos bien.

2 comentarios:

franmmartin dijo...

Corrida para gente que vayan de ida en el toreo y no de vuelta como los dos primeros.El tercero no se sabe,como el gallego en la escalera,si va o si viene.A ver si lo cogen el Gasolinero y Temple Muñoz y le someten a un cursillo acelerado para que pronto nos pueda dar tardes "historicas" con salidas por la Puerta Grande ,como las que nos han emocionado hasta las lágrimas (de pena) dias atrás.
También podía haber sido corrida para figuras poderosas y eximias (no, no he tomado más yerba que un café) que podrían lucir estos toros con bastante menos esfuerzo , zapatillazos y meneítos de caderas tan graciosos y sexis de los que necesitan para lucir a su ganado de cámara.
Creo que el ganadero no se habrá quedado contento,pero tanto del juego global sus toros como de las manos en las que han tenido la desdicha de caer.
Animo que ya queda poco.

Enrique Martín dijo...

Franmartín:
Pues el café no es una mala hierba, desde luego; y por lo que veo, esa sensación de que había algo más, no es exclusiva de un servidor. Pero ya nada vale que no salga con todo el juego declarado. Ya es el tute con las cartas descubiertas y si aasí no hay misterio, no hay ni tute, ni brisca, ni na' de na'.
Un abrazo