Resulta habitual utilizar el argumento de las plazas llenas
para que muchos muestren su regocijo por el “buen estado” de la Fiesta. Y es
verdad que da gusto ver los tendidos llenos en una tarde de toros, cosa que por
otro lado es muy infrecuente, aunque muchos insistan en lo contrario. Solo
tomando un ejemplo, el de la plaza de Madrid, que antaño contaba sus tardes de
feria por llenos, ahora si acaso, de los treinta espectáculos de San Isidro,
llena siete u ocho. Que por la tele les contarán lo contrario y las cámaras
enfocarán a los tendidos más concurridos, pero la realidad del cuatro, cinco y
seis, es tozuda. Estoas zonas no aguantan la prueba de las “piernas encogidas”.
A pesar de esa cifra de días de no hay billetes, les cuento que en todo el San
Isidro de 2016 solo hubo tres o cuatro tardes en las que no pudimos estirar
cómodamente las piernas.
Ahora se han presentado las candidaturas para regir el
destino de las Ventas en los próximos años y llama la atención la coalición de
monsieur Casas con Nautalia. Está claro, el objetivo del señor empresario no es
otro que llenar la plaza, sacar sus buenos billetes y después, el que venga
detrás, que arree. No hay ni asomo de intentar fortalecer los cimientos de la
plaza, ni fidelizar al aficionado, ni mucho menos recuperar a tantos y tantos
que se han perdido. El “éxito” se pone en manos de los circuitos turísticos que
tanto apetecen a monsieur Casas. y servidor que piensa que la plaza de Madrid
debería llenarse un día con huelga de RENFE, de los pilotos de Iberia y de los
conductores de ALSA y Autores. Menuda majadería, dirán ustedes, ¿no? Pues no
digo yo que no, pero la cuestión es que en Madrid tiene que haber una afición
lo suficientemente potente y establecida como para llenar por sí misma, que los
que vayan lo hagan em metro y autobús y el que tenga dónde aparcar, que lo haga
en coche. Lanzaron las campanas al aire aquel día en que Fandiño llenó Madrid.
Pues ese fue el gran fracaso de Madrid, se necesitaron riadas de autobuses de
aficionados de fuera para poder cubrir la piedra de las Ventas.
A los señores empresarios les importa un bledo de dónde les
venga la pasta, lo mismo les da si les viene de la familia Kawasamata, que de
la peña la “Lopecina” de Vila Real del rei Jaume el Conqueridor, que de los
amigos del Rebujito de Trebujena, que de la Asociación de Escanciadores de
Fanta de Cudillero, lo mismo da, la pasta es pasta y si una vez forrados dejan
la plaza y la fiesta como un solar, allá penas, mejor, porque así podrán edificar
un centro comercial de quince plantas, con trescientas salas de cine y un
Carrefour con gasolinera. ¡Ojo! que cualquiera que venga a mi plaza no solo es
bienvenido, sino que además le estaremos muy agradecidos por visitarnos y
ofrecernos su visión de todo esto; no quiero que se me malinterprete. Los
isidros no son el mal de la plaza de Madrid, el mal son los que, como monsieur
Casas o los mismos Choperitas, solo buscan el negocio por el negocio, para
hacer aún más negocio, con el mínimo esfuerzo. Si acaso aparentan que esto les
importa, se indignan con que el Ayuntamiento de Madrid no aporte su parte a la
Escuela Marcial Lalanda y cuando les piden que se hagan cargo de la de José
Cubero “Yiyo”, echan las muelas.
Estos señores empresarios mantienen ahí una pelea interna
entre llenar la plaza y el forrarse con el mínimo esfuerzo. Si primara lo de
llenar, en San Isidro habría cambiado la cosa, se habrían empeñado en
confeccionar mejores carteles e intentarían superar el cuarto de plaza de fuera
de feria, que en la actualidad ya les supone un entradón. 11 millones de
turistas en la capital en 2015 y los tendidos de Madrid muestran esa presencia
famélica de la piedra al descubierto. A ver si eso de querer llenar con los
visitantes no va a ser la mejor fórmula. Eso sí, los cuatro despistados no van
a protestar el que entre los tres actuantes sumen cinco actuaciones en los
últimos dos años, o que el ganado se arrastre por el ruedo. A estos no les
tienen que mandar a los guindillas para que les desalojen de su localidad para
que no protesten más. Si acaso, obligar al cervecero a que acelere el paso y
les visite más a menudo.
Que igual a monsieur Casas le funciona eso en su Nimes
natal, con un puñado de festejos al año, anunciando a muchos que él decide convertirlos
en figuras, contando con visitantes de todo el orbe taurino, pero esta fórmula
no puede ser la empleada para construir el futuro de Madrid; eso sí, si quiere
que Madrid tenga futuro, porque a lo mejor esto no entra en sus planes. Que lo
que funciona aquí, puede ser la debacle de allí, así que hay que pensarse mucho
las cosas y tener en cuenta todos los elementos que adornan a cada plaza, que
sí, que hay que llenar las plazas, pero, ¿cómo?
2 comentarios:
Enrique, por muchas ideas que tenga este monsieur u otro, si lo que hay abajo nos aburre, vamos a seguir viendo mucho cemento en la plaza. Sin ir más lejos pongamos el ejemplo de hoy, un cuarto de plaza sin toros ni toreros. Con este panorama a uno se le quitan las ganas de volver.
Si te animas, nos vemos el 8 de Octubre en Villarejo de Salvanés, final del ciclo de novilladas sin picadores "La Ribera del Tajuña", con la siempre interesante ganadería de Saltillo.
Un abrazo
J.Carlos
J. Carlos:
Si es que esa es la cuestión, se pasan la vida ideando fórmulas mágicas, pero lo esencial, el toro, lo dejan de lado.
Pues no sé cómo me andarán los ánimos para ir por ahí a ver toros, aunque lo de Saltillo siempre es un aliciente.
Un abrazo
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