Yo me atrevería a asegurar que existe una gran diferencia entre el arte y el amaneramiento, pero ya lo dijo aquel, "hay gente pa' to". |
En nada ya volvemos al tajo, ya están a punto de abrir las
puertas de las plazas de toros, ya se apuntan carteles majestuosos y artistas
más majestuosos todavía, que afilan sus pinceles, sus voces o los buriles con
que tallar su obra, porque según dicen algunos, sobre todo los propios
artistas, sus allegados, los allegados de estos allegados y los que aspiran
algún día a ser allegados aunque sea en quinto grado, todos los que visten las
calzas rosas son artistas. Que no digo yo que no, Dios me libre, aunque no se
crean que me quedo muy convencido, porque claro, ¿quién me evita a mí el que
con verlos andar y ver cómo les cae el traje de luces ya me eche para atrás la
idea de que tal esperpento caminante sea un artista y haga arte con su cuerpo?
Que tampoco estoy aquí abogando por unos cuerpos apolíneos para vestirlos de
toreros. Si la cuestión no es esa, la cuestión es como se mueven y lo que con
ellos ejecutan capote y muleta en mano.
Pero ahora les da por meter todo y a todos en el saco del
arte, que debe ser tan inmenso que caben hasta las figuritas de porcelana de
Lladró, sí esas que lo mismo te ponen unos cisnes tirando de un carro alado
coronado por una joven acariciando un caniche, que un viejecito fumando en
pipa, que una menina inclinada a no se sabe dónde. Y claro, si esto es arte,
¿admite algún paralelismo con los amaneramientos de algunas de nuestras grandes
figuras? ¿Se puede calificar lo de las figuritas, las de porcelana, cómo arte escultórico?
Bueno, quizá tanto como calificar como arte eso que practican el Juli, Perera,
Castella y hasta Manzanares y Morante. Este último podría hacer arte, igual que
lo hizo en su momento, si cambia la menina de porcelana por la Madonna
esculpida en mármol.
El amaneramiento es arte, el contorsionismo es arte, las
estridencias es arte, la vulgaridad copiada una y otra vez es arte; si es que
ya todo es arte y todos son artistas. Bueno, no, todo no, todo lo actual,
porque lo pasado no llega a tal, porque a los que muchos consideramos artistas,
artistas del pasado, otros consideran idealizaciones de mentes seniles y
chochas. ¿Se imaginan que apareciera el señor Lladró afirmando que lo de Rodin
o Miguel Ángel son idealizaciones benévolas de una mediocridad? Es probable,
que le tomaran por loco, por interesado para vender su mercancía, incluso puede
que algunos le creyeran un descarado y un desahogado; comparar la Pietá o el
David con los arlequines de porcelana. Y lo que podría ser peor, que todas las
señoras que lucen estas figuritas en el aparador de su casa, junto a la foto de
la boda propia y de los hijos, se pusieran de uñas con todos los que no
enaltecieran sus figuritas y les soltaran aquello de: “¿pero tú has modelado
alguna vez un cisne de porcelana? Anda ya, si ni tan siquiera te has puesto con
la plastilina”. Y un coro de lladrófilos jaleando a la señora y riéndole la
gracia, convencidos de que deja en ridículo al que no equipara esto con la
escultura renacentista. Que el Ghiberti ese y Michelangelo están muy
sobrevalorados, que las Puertas del Paraíso y el Moisés no son pa’ tanto.
Pues resulta que en esto de los toros, el arte es lo de las
figuritas de Lladró, que el público y el poder taurino se pasan la vida
exaltando los méritos de esas porcelanas y no solo los fieles no se
escandalizan, sino que se echan las manos a la cabeza cuándo los demás no caen
rendidos a los pies de los cisnes tirando de un carro con una ninfa coronada
con pétalos de gladiolos en flor. Y que te sueltan eso del empaque por menos
que grazna un cisne, lo mismo si la cosa va con las figuritas, que si hablamos
de los jóvenes modeladores, los que andan trajinando con la plastilina del
novillo, que aquí todos son artistas y ¡ay! del que ose ni tan siquiera
cuestionarlo o amagar con ponerlo en duda. Que al final forman un batiburrillo
que no hay quién se aclare con eso de el arte, los artistas, la escultura y las
figuritas de Lladró.
Enlace programa Tendido de Sol del 22 de enero de 2017:
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