El domingo, conmigo, en Madrid. Este no necesitaba bombos para demostrar que era el primero de todos |
Una vez iniciado el proceso de transferencias de la gestión
de la plaza de toros de Madrid al Negociado de Azar, Rifas y Loterías, se
confirma que tras los resultados arrojados por el bombo del señor Casas, don
Simón, será la celebérrima lotera doña Manolita quien cierre el grueso de los
carteles isidriles. La verdad es que las gestiones han sido más que arduas,
pues en un principio esta especialista en el azar no se veía en condiciones de
superar los resultados de la primera rifa de San Isidro 2019. La buena de
Manolita creyó que tendría confeccionar unos carteles arrojándose a los brazos
de la suerte, de la diosa Fortuna, y que el resultado tendría que ser casi
idéntico a lo que sucedería si estos fueran confeccionados por el señor Casas,
don Simón y siguiendo el gusto y caprichos de los taurinos.
Doña Manolita no lo veía claro, pues ella no ha trabajado
nunca ni con bolas calientes, ni con nada parecido, ella simplemente vendía
décimos y luego, al que Dios se la dé, que San Pedro se la bendiga. Pero claro,
si ahora nos metemos en que a las figuras no les pueden Tovar ni Rehuelgas, ni
Valdellanes, ni Cuadris, ni muchísimo menos Saltillos, la cosa se complica.
Pero cuidado, que esto no para ahí, que además hay que evitar por todos los
medios que en las dulzonas entren los desheredados del toreo. En esas solo se
pueden anunciar a lo más chic de los coletudos. Si acaso algún jovencito carita
guapa, pero nada más; que si salen ranas se les aparta con elegancia y
delicadeza, así como haciendo ver que los pobres chicos no pueden codearse con
las divinidades terrenales de la Tauromaquia.
Que claro, doña Manolita no quiere pasar por lo que le está
tocando vivir al incauto que se presto a sacar las bolas en el primer bombo, el
güeno, que va, saca la de Adolfo y resulta que casa con la de Roca Rey.
¡Lástima! Con el calor que hace a mediodía en el Sahel y el frío que pela de
por las noches. Y cómo la cosa fue tan rápida, no le dio tiempo ni a coger una
rebequita ni nada. Si hasta se bebe con gusto una caja de San Miguel 0’0; cómo
estará el pobre. Con la alegría que se llevaron en casa cuando se enteraron de
que el señor Casas, don Simón, le iba a hacer fijo. Y, claro, viendo lo de este
hombre, doña Manolita dice que nanay pero, claro, o acepta o le cierran el
chiringuito de Sol, que es lo que a ella de verdad le da de comer. Que, además,
ella lo de las sin alcohol tampoco lo acaba de ver. Que claro, en un principio,
cuando el señor Casas, don Simón y el resto de taurinos le quisieron endilgar
el mochuelo, ellos no paraban de decir que no pasaba nada, que era lo de
siempre, que solo tenía que ser la cuestión como toda la vida de Dios pero,
claro, la buena señora entendió que lo de siempre era sacar números, sacar
premios y pa’lante, y nunca imaginó que era el resultado lo que tenía que ser
“como siempre”. Que a ver quien iguala eso, que ya tiene mérito que desde hace
años nada cambie y ahora con la rifa, todo siga sin cambiar.
Que estaba doña Manolita violenta, porque parece que los hay
que no se apuntan ni a bombo. Ni a bombas, ni bombardeos, porque dicen que
ellos no están para sortearse, que eso para los quintos de reemplazo, que ellos ya gastan una categoría, un caché y que
nanay de sorteos. Pero ya le han dicho que no se haga mala sangre, que la
realidad no es que se rajen por el bombo, que estos ya venían con la idea
metida en la cabeza, que si se ausentaban de Madrid no iba a ser por los
bombos, quizá más bien por no llegar a un acuerdo con el señor Casas, don Simón;
pero siempre es bueno que haya niños pequeños o bombos a los que echar las
culpas. Que peso más grande se le quitó
de encima a doña Manolita, no lo sabe usted bien. Que ya pensaba la pobre que
era por una mala palabra o una mala mirada suya, pero naaaah. Si las ausencias
ya estaban más que sabidas.
Pero con ese no querer hablar por no ofender de esta buena
mujer, va y cae en la cuenta de que hay otros muchos muchachos que siempre
tienen que tragar con lo más duro y que igual ya sería la hora de que fueran un
poquito más desahogados, ¿no? Pero, ¡quita! Si esos con estar ya van más
felices que la mar, si con esos no hay que tener miramientos, esos son más
duros que unos zapatos de Segarra, que no los rompía ni un crío en mil recreos.
A esos les cuadran hasta los que no pueden cuadrar a nadie. Pero, ¿cómo es que
no se apuntaron ellos también al bombo, si tan necesitados estaban? Curioso,
¿no? Ya saben, sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas y por el
momento Doña Manolita cerrará los carteles de San Isidro.
Enlace programa Tendido de Sol del 24 de febrero de 2019:
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