miércoles, 6 de marzo de 2019

Ferias de primera en plazas de tercera


La fiesta de los toros parece haber encontrado refugio en pueblos que no renuncian al toro. Mejor que sea un punto de partida, que no el testimonio de otros días.

Como diría el otro, de toda la vida de Dios, dónde se marcaban las directrices de la fiesta, las tendencias, dónde daban los campanazos toros y toreros, era en las plazas de primera, las ya sabidas Bilbao, Valencia, Málaga, Sevilla o Madrid. Cualquier cosa que allí pasaba trascendía al resto del mundo de los toros. El aficionado miraba y confiaba en esas plazas. La expectación por conocer carteles, de ferias y de no ferias, porque por aquellos días, los toros no se movían solo a golpe de feria y los toreros lo mismo actuaban en mayo en Madrid, que en junio, marzo o septiembre. Las ganas de no faltar a un festejo señalado no diferían de San Isidro a julio, ni de abril a septiembre. Y el aliciente era mayor, pues no resultaba fácil poder tener una entrada, solo las que dejaban los abonados, en su mayoría público local. Pero, ¡cómo ha cambiado el cuento!

Hemos llegado a un punto en el que no solo no se entiende que fulanito o menganito mate tal o cual hierro, sino que ya parece o una locura o una gesta sin precedentes, el que se anuncie fuera de los respectivos ciclos feriados. Y el aficionado se traga esta perla, encantado y convencido de que las cosas deben ser así ¡Válgame! Pero conscientes o sin darse cuenta, que quizá no quieren dársela, los aficionados acaban yéndose a buscar el toro a otros ruedos que no son precisamente los de primera. Paradojas de la vida, para encontrarse con el toro los hay que van para ver novilladas y esto solo se lo garantizan algunas plazas de tercera, plazas de pueblo, pequeñas, sin la grandeza de las monumentales, pero manteniéndose fieles a esa fe única del toreo, la del toro.

Ahora mismo en España, el que quiera calmar su hambre de toro, toro serio y al margen del toro comercial, tiene que viajar al sur. A la provincia de Murcia, Calasparra; a Toledo, Villaseca de la Sagra y a la Rioja, a Arnedo. Cosas del toro. Cin listado de ganaderías con mucha chicha, Escolar, Cuadri, Ibán, pArtido de Resina, Cebada, Fernando Peña, El Puerto, Jandilla, Monteviejo, La Quinta Prieto de la Cal y Miura. Que podrán cuestionar tal o cual hierro, pero que variedad hay. Y repito, esto en plazas de tercera y para novilleros. El mundo al revés.  El mérito de los modestos se convierte en el sonrojo de los opulentos. Sin pretenderlo, esas ferias de novilladas se convierten en una denuncia de lo que es en la actualidad el poder establecido de la fiesta.

Queda claro que todo lo que no sea comercial se convierte poco menos que en clandestino y no solo es casi inviable verlo en las grandes ferias, quizá a excepción de Madrid, sino que el desprecio de los magnates de la fiesta es manifiesto y motivo de orgullo para todos ellos, porque llegados a ese punto que ellos consideran de exquisitez, ya no tienen por qué cruzarse con nada que no sea el medio toro. De la misma forma que esos que manejan todo esto no tienen ninguna consideración por la fiesta de los toros, no cuidan el fortalecimiento de esta y nada les interesa, a no ser que sea el llenar la saca en provecho propio. Parece evidente que han dimitido de su obligación de mantener y engrandecer los toros y lo dejan en manos de esas escasas ferias de pueblo, en plazas de tercera. Que está claro que en los pueblos, las plazas de tercera y segunda tiene que crearse el sustrato que soporte todo esto, pero dejarlo en manos de unas pocas localidades de un puñadito de ferias, aparte de irresponsable, es injusto. Ahora resulta que el futuro, o el poco presente que nos queda, lo dejamos en manos de Calasparra, Arrendó o Villaseca de la Sagra; que muestran dan de no arrugarse con el compromiso, pero estas ferias, estas plazas, también necesitan el modelo de Madrid, Sevilla y el resto de plazas de primera. Porque la ovación a unos no puede tapar el bochorno de otros, pero así están las cosas. Que parece que por el momento, al aficionado no le queda más salida que acudir, y con gusto, a las ferias de primera en plazas de tercera.



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