A veces se llama evolución a lo que no es y nos olvidamos de lo que verdaderamente sí que lo es. Joselito nos evolucionó la fiesta. |
En estos días que inician el año, se hace más evidente la presencia de Joselito el Gallo, que va a presidir de forma especial este 2020. Un siglo de su marcha y sigue impartiendo magisterio entre los aficionados a los toros. Un recuerdo y un reconocimiento más que merecido a su legado. A él se le reconoce, sin reservas, ser el artífice del toreo moderno, el arquitecto de este edificio que es la fiesta de los toros. Quizá él fue quien protagonizó la mayor evolución en el mundo de los toros, consiguiendo con este gran paso adelante engrandecer la fiesta. Sería injusto quedarse solo en que cambió la forma de torear, incluso el tipo de toro, porque hizo que estos evolucionaran, avanzaran, al ritmo que lo hacía todo el entorno, sin descuidar a ninguno de los agentes que se involucran en esto que llamamos los toros. Podríamos decir que este fue el rasgo más determinante de su tarea, el hacer progresar la fiesta y conseguir ubicarla en un escalón superior, edificando esa gran casa común dónde no solo cabían toreros, ganaderos, aficionados, sino que había sitio para todo aquel que llegara para interesarse por esto.
Pero claro, hay que tener cuidado con los evolucionistas del toro, más concretamente con los actuales, que pretenden tintar de evolución a los cambios que pretenden unos para llegar a unos límites de acomodo inadmisibles, otros para no dejar escapar un céntimo y otros para encontrar un lugar en el que poder ya sea acoplarse para recibir favores o para pasar un rato de jolgorio y divertimento. Eso sí, al contrario de lo que hizo Joselito el Gallo, sin pretender ni garantizar futuro alguno. Es más, ni ellos se creen que este pueda existir y de ahí su actitud de rapiña sistemática, de expolio de la fiesta, hasta que esta aguante.
Mientras que Joselito pensaba en plazas monumentales con mayor aforo, estos caballeros que ahora hablan de evolución reducen aforos. Mientras Joselito quería hacer llegar la fiesta a todo el mundo y que todo el mundo pudiera ir a las plazas, estos señores quieren convertirlo en algo elitista encareciendo las entradas y les sobran todos aquellos que no comulgan con sus trapicheos. Joselito pensaba en conseguir un toro que favoreciera el lucimiento en el ruedo y estos gerentes, productores y demás tipo de taurinos están más pendientes del negocio hostelero, del merchandising y de todo lo ajeno a la lidia, a lo que acontece en el ruedo. Se cuenta todavía que Joselito se citaba en la plaza de Madrid con todo aquel que en un momento u otro despuntaba, para así dilucidar quién era el rey de los toreros. ¿Qué les voy a contar? El taurineo presente no solo rehúye de competencias, manteniendo un pacto no escrito de no agresión, sino que la pretensión es fabricar todos los días tardes triunfales a base de jolgorio y una absoluta falta de rigor. Evocando al despotismo ilustrado, es un todo para el pueblo, pero sin el pueblo, que solo tiene derecho a pagar, callar y vocinglear falsas glorias cuando lo mandan los jefes.
Estamos ante dos tipos de evolución, una, la de Joselito el Gallo, dirigida al engrandecimiento de los toros, tanto cuantitativa como cualitativamente. Más gente en los tendidos y un mayor interés de lo sucedido en los ruedos. Y la otra, pues todo lo contrario, hasta el punto de que se quiere no solo huir de la tragedia, como ellos dicen, sino que se quiere hacer desaparecer. Y ojo, que nadie piense que otros estamos desando ser testigos de ninguna tragedia, pero sin que esta planee sobre la fiesta y sin que los toreros la burlen con gloria, esto pierde mucho del sentido de su existencia. En nuestros días se ha querido sustituir la emoción por lo que ellos llaman arte. Que el toreo puede alcanzar altas cotas artísticas, pero esto no es posible todos los días a la misma hora; la consecuencia es que esto que llaman arte no llega ni a ser artesanía de aficionados a esculpir figuritas con miga de pan. Se pretende vestir de evolución a algo que más parece una mutación, si no involución. Llaman evolución al hecho de ir despojando a la fiesta de los elementos fundamentales, el rito, la tradición, la historia, la lidia, la verdad de la lidia y lo que es más determinante, el toro. Llámenlo cómo les parezca, pero no fiesta de los toros, porque la evolución o engrandece o no es evolución.
Enlace programa Tendido de Sol del 19 de enero de 2020:
https://www.ivoox.com/tendido-sol-del-19-enero-de-audios-mp3_rf_46707345_1.html
1 comentario:
Buen artículo,amigo.
Un abrazo
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