jueves, 24 de diciembre de 2020

Decálogos, decálogos y más decálogos

 

Se atienden peticiones, bajo estricto control de los no afisionaos

Lo que nos ha cambiado la vida en los últimos tiempos. Nos ha cambiado todo. Hasta las tradiciones de esta época del año es diferente a lo que siempre fue. No sé si seré capaz de adaptarme a los nuevos tiempos, pero lo voy a intentar. Que era llegar diciembre ya avanzado y en toda casa de bien, lo que tocaba era hacer balance del año, hacer un resumen de todo lo sucedido los últimos doce meses, pero llega este año y al personal le da por hacer decálogos. Que no es que yo sea muy de hacer listas de nada y menos de normas para que se comporte el personal. Que antes que nadie, quién tendría que cumplir todo esto soy yo, pero ya ven, en eso tampoco soy un modelo. Pero he aquí mi decálogo del “güen afisionao”.

  1. Lo primerito de todo es ser amable con los colegas, compadres y afines de afisión y para ello hay que dar muestras de nuestra buena voluntad. Y qué mejor muestra que a quién se siente a nuestro lado en la plaza, en el bar o en la peña, les ofrezcamos nuestras propias pipas. Compartamos las pipas, porque compartir es vivir y nada de mejor afisionao que un buen bolsón de pipas.
  2. En esto de ser afisionao es muy importante cuidar los detalles. Un afisionao nunca dejará por ahí a su merced el yintonis, siempre lo tendrá bien trincao y no lo soltará bajo ningún concepto, excepto, siempre hay un excepto, para batir palmas en honor del figura/ artista/ señor que se expresa o, evidentemente, para pedirle los máximos trofeos e incluso el indulto del toro. Aunque esto es algo excepcional y no se puede dar siempre. Vale con indultar uno de sus dos toros, pero nunca los dos, porque el afisionao siempre es muy, pero que muy, exigente y conocedor de los códigos de la fiesta. Si no ha sonado la música, cómo vamos a pedir un indulto, por poner un ejemplo.
  3. El buen afisionao se preocupa por la mejora de la cabaña brava y es por ello que peleará por su buen estado con la mejor alma que tiene a su alcance, pidiendo los indultos a los carretones.
  4. El afisionao está obligado en su compromiso con la fiesta, en enseñar a los que no están tan introducidos en la fiesta. Por eso, cuándo un taurino hable, calle o simplemente carraspee, le dedicaremos una sonora ovación, sin reparar en lo que hable, calle o simplemente carraspee. Siempre tendrá razón. Y esa actitud la deben aprender el no tan afisionao; pero nadie nace enseñado.
  5. A nadie se le escapa el crítico momento actual de la fiesta, para lo que todo esfuerzo es poco para levantarla y llevarla a lo más alto. Hay que ayudar, hay que empujar para que los triunfos broten como la flor de azahar en los patios del sur en primavera. Y por ese motivo se precisa una entrega absoluta y qué mayor entrega que pedir las orejas con dos pañuelos, aunque con el traqueteo se nos salten las presillas de los tirantes. Lo primero es lo primero y además, va antes.
  6. El afisionao tiene que dar muestras de saber estar en la plaza, se debe hacer notar y desplegar esa clase que le viene de la mismísima providencia. Nunca interrumpirá una faena de muleta y si tiene sed, empleará los tiempos muertos para satisfacer esa necesidad. Y que tiempo más muerto que cuándo pican al toro. Es en ese momento cuando se pondrá en pie en su localidad y llamará al gaseosero con un “niñooo” o “maestro” y pedirá bebida para medio tendido.
  7. A los toros hay que ir bien vestido y bien “planchao”, siempre con algún detallito taurino. Unos gemelos con sus cuernos y todo, las bocamangas con tela de capote de brega o la camisa con tela de capote de brega o los zapatos con tela de capote de brega o los pantalones con tela de capote de brega o una americana con tela de capote de brega o un tres cuartos con tela de capote de brega o directamente un capote de brega con tela de capote de brega, pero siempre con elegante sencillez.
  8. El afisionao tiene que saber expresarse, saber hablar con claridad; da lo mismo que no sepa lo que dice, pero hay que decirlo con rotundidad y sabiendo decir. Y qué mejor que aplicar el vocabulario televisivo. Tirar de recursos tan precisos como eso del toro informal, el que tiene ritmo, el toro que es bravo pero que él no lo sabe, el toreo espectacular, que cada uno tiene “su tauromaquia”, independientemente de que nadie sepa cuál es esa “su tauromaquia”. Y si de repente soltamos que añoramos al toro Parvulito de la ganadería de Filemón Porretas que tomo dieciocho puyazos, pues lo soltamos, que nadie va a irse a comprobar na de na.
  9. El afisionao siempre tiene que conocer a tal o cual torero o ganadero, con los que tienen una profunda amistad, que un día se le cruzaron y le dio loas buenas tardes; con lo que eso une. Y por esa estrecha relación, el afisionao es tan afisionao y tiene tantos conocimientos de güen afisionao.
  10. Hay que tener el cuenta kilómetros reventado de ir de aquí para allá bien de fiesta en fiesta en las fincas, bien recorriendo las ferias más importantes del calendario taurino, Olivenza, Atarfe, Matilla de los Aceiteros, Torredelcampo del Encinar, Burguillos del Marquesado y alguna más que se me ha traspapelado. Y es imprescindible atestiguar todo esto mostrando fotos en las que estemos con el torero de turno, echándole el brazo por encima, aunque el maestro tenga cara de quién es este tío. Pero no, es que es muy humilde y no le gusta alardear de que conoce a tan güenos aficionaos.
  11. El afisionao que se precie tiene que tener una memoria privilegiada y ser capaz de recordar todos los días de toros por el restaurante dónde comió y su especialidad, por dónde se tomaron las copas y el café, las cervezas antes del festejos y dónde se tomaron las tapas de después. ¿El festejo? ¡Co….! Eso se mira en internez y ya.
  12.  El afisionao tiene que dejar claro que lo es y nada mejor que ir haciendo la forma de los cuernos con los dedos. Que bonita imagen que cuándo vaya a la plaza en su coche ir mostrando los cuernos durante todo el trayecto a los transeúntes, para que sepan que allí va un… un güen afisionao.
  13. Un afisionao tiene que dejar claro el “aquí estoy yo”, el que en la plaza está como gorrino en una charca de barro, pringado hasta las orejas. Si ve a un conocido cuatro tendidos más allá, para que se enteren los de alrededor y hasta los toreros y el mismo toro, se levantará y a voz en grito llamará la atención del amigo con un rotundo “maestro”, al tiempo que coge el móvil y llama a un tercero para decirle eso de: Paquitooooo, ¿a que no sabes a quién estoy viendo en los toros? Sí, a Mariano el Cojo. Eso sí, no confundamos la notoriedad con el mal gusto, esto nunca se hará durante la faena de muleta, que siempre habrá tiempo para hacer en los dos primeros tercios, sin necesidad de molestar al vecino. ¿No?
  14. El afisionao que se precie siempre estará dispuesto a aportar lo que los taurinos le pidan. Si hay que pagar para una peña, se paga; si es para una fundación que no da nada, pero que pide pasta, se paga. Y para ir a la plaza, nada de entraduchas baratas. De las de 50 para arriba, que hay que colaborar para que los verdaderos mártires de esto, los que exponen todo por la fiesta, los empresarios, puedan aguantar en pie. Lo que haga falta.

Y este es mi decálogo, que no tengo muy claro que quiere decir eso, pero yo ahí lo dejo, porque a ver por qué uno no y otros sí, que se la pasan haciendo decálogos, decálogos y más decálogos.

Enlace programa tendido de Sol del 20 de diciembre de 2020:

https://www.ivoox.com/tendido-sol-20de-diciembre-2020-audios-mp3_rf_62708461_1.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bravo por el decálogo, añadiría yo, que el buen afisionao, no debe perder la compostura ni ponerse Colorado, cuando grita "Ese es mi Morante !!!" Estando toreando por ejemplo, Ferrera. Un saludo Enrique. Rigores.