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Quién podría adivinar lo que hubiera sido el Chico de la Blusa sin capear con vacas y novillos por los pueblos |
Recuerdo aquellos años, allá por… hace mucho, en que los
domingos por la mañana la gente, normalmente los caballeros, iban al fútbol los
domingos por la mañana. Los campos de los equipos de barrio, no diremos que se
llenaban a rebosar, pero tenían us parroquianos habituales; incluso tenían
hasta socios que pagaban su cuota mensual y mostraban orgullosos el carnet del
equipo. En lo que me toca más de cerca recuerdo el Ventas, el Canillejas o el
Destino, además de otros como el Pueblo Nuevo. Porque hablar de los Moscardó,
Pegaso, Sanse, Torrejón, Alcalá, Parla, Puerta Bonita, Carabanchel, eran ya
palabras mayores, ni qué decir ya del Castilla o Atlético Madrileño. Y por la
tarde, pues a ver a los mayores, alternándose Madrid y Aleti y reivindicando su
sitio el Rayo. Había sitio para todos, todos tenían su lugar y todos medio
subsistían, quizá no tanto económicamente, como apoyados por esa gente que
mantenía esa lealtad dominical. Pero ahora, ahora no sé si ni cuándo juegan los
equipos de barrio y lo que es peor, no se sabe en muchos casos ni si sobrevive
el equipo de barrio. Todo lo ha devorado la televisión, todo ha sido canibalizado
por los equipos de primera y hasta a veces da la sensación de que solo se
existe si se llega a asomar aunque sea un minuto, por la primera y por las
retransmisiones de la tele. Y me preguntarán que qué tiene esto que ver con los
toros. Pues hombre, seguro que hay interpretaciones, pero, ¿no ven cierto
paralelismo entre ambos mundos?
Discúlpenme al establecer algún paralelismo entre toros y
fútbol, con la lucha enconada que se mantuvo durante décadas, pero al final va
a resultar que hay más en común de lo que podíamos imaginar. Que poco se podía
pensar tal cosa cuando en los tendidos uno se levantaba a insultar y siempre
había alguien que le respondía: ¡oiga, no insulte, váyase al fútbol! Pero ya
eso es cosa del pasado. Si pensamos en que esos partidos de regional son las
novilladas, con y sin caballos, esas que se montaban aparte de fiestas
patronales, dónde los chavales se iban fogueando. Esas fiestas de los pueblos
en los que había suelta de vacas y a veces toros pasados de edad, en las que la
principal lección a aprender era defenderse de ese ganado resabiado, cuando no
capeado. Igual que esos jóvenes prometedores tenían que esquivar las tarascadas
del defensa que ya no le quedaba pelo en la azotea, pero si malas ideas para
levantarte cinco palmos del suelo, infiriendo al novel una cornada de tres
trayectorias. Que solo tener que ponerse al lado de semejantes criaturas ya
hacía pensarse a más de uno lo de salir a la palestra. Que era jugarse las
espinillas o la femoral o que te partieran el alma por los aires.
Pero todo eso ya casi son recuerdos, épicas pasadas, porque
ya me dirán qué pinta uno con el frío del invierno, o del infierno, y los
calores del verano, viendo a una gente que probablemente no llegarían a anda,
que los buenos, buenos de verdad te los ponen en la tele, cómodamente desde el
sillón o incluso tumbadazo en el sofá, en las champions y ferias de postín. Y
ya se sabe, lo que no sale en la tele, no existe. Y además, con lo bien que te
lo explican todo, que te cuentan el fuera de juego por tener las pestañas
adelantadas y ritmo y la formalidad de un animal en sus embestidas. Y me dirán
que para que pasar malos ratos si la comodidad nos las ponen en el salón de
nuestras casas. Que la verdad, no les falta ni una gotica de razón. Pero claro,
luego esperamos que surjan nuevas promesas que levanten la fiesta o que ganen
un mundial o en cualquiera de los casos, que pongan nuestra tierra en el mapa y
hagan que nos enorgullezcamos de ver en letras de molde el nombre de nuestro
pueblo o nuestro barrio. Que la tele al tiempo que nos trae esa comodidad, al
mismo tiempo va minando los cimientos de esas pasiones a las que nos sentimos
tan atados y con tanta afición. Lo bueno mata lo mejor, ¿qué le vamos a hacer?
Pero que no se me confunda nadie, que no estoy en contra de las retransmisiones
de nada, ni mucho menos, porque si el canal para alimentar esa pasión se reduce
a la pequeña pantalla, aunque esta sea de 200 pulgadas,
bienvenida la tele. Que entre nada de toros, o de lo que sea, y el poderlo ver
por la tele, la elección es simple, tele, siempre tele. Porque todo sea dicho,
no todo el mundo puede gozar del privilegio de ir todos los domingos a la
plaza, ni todos los domingos al fútbol, ni mucho menos a ver a los grandes,
pero que ni el fútbol grande, ni las grandes ferias devoren la base por eso de
televisarlo todo y hagan que todo, en especial la fiesta de los toros, vaya
haciéndose cada vez más pequeño, un gigante con patas de alambre, que cuando
menos lo esperemos puede ceder y venirse abajo sin remedio. Que otra cuestión
para la reflexión son los precios de las entradas, algo que debería pensarse más
de uno, aunque solo sea para que puedan sobrevivir nuestras pasiones con las
novilladas con o sin caballos, las capeas, los festejos en los pueblos y el
fútbol de regional.
Enlace programa Tendido de Sol del 10 de enero de 2021:
https://www.ivoox.com/tendido-sol-10-enero-de-audios-mp3_rf_63715074_1.html
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