martes, 31 de agosto de 2021

Tauromaquia que no tauromaquias

La Tauromaquia, la pelea, la lidia del toro es solo una, aunque con múltiples variedades y muchas más formas de interpretarlo, pero no queramos disfrazar de tauromaquias alternativas el fraude y la mentira.

 

Es muy habitual que taurinos y palmeros de taurinos utilicen la coartada de que hay muchas tauromaquias, para así justificar cualquier aberración que muchos de luces perpetran en los ruedos y así convertir su incapacidad en algo excelso. Que dirán ustedes que eso no hay quien lo pase, ¿no? Pues están ustedes muy equivocados, pues baste con repetir esta cantinela una y otra vez para que los palmeros hagan suya esta teoría de las múltiples tauromaquias. Y si no, intenten convencer a un palmero de lo contrario; eso sí, dispónganse a recibir multitud de improperios, pero no esperen ningún argumento, quizá no los tienen. Que es posible que no los necesiten, les vale con que les repitan lo grandioso que es lo que ejecutan sus ídolos, para hacer suyo todo el entusiasmo por la vulgaridad, la incapacidad y la trampa.

Pero seamos serios y sobre todo, coherentes. Tauromaquia hay una y punto, de la misma forma que hay una literatura, una pintura, una música, una escultura, ya que las artes no son fraccionables según nos convengan y, si hay una forma de diferenciación, esta sería la pintura mala y buena, la música mala y la buena y en este caso la tauromaquia buena o la mala. Y partiendo de lo que es la tauromaquia, la lucha con el toro, o según la Real Academia, el arte de lidiar toros, lo que sí encontramos son diferentes formas de tauromaquia, toros en las calles, recortes, encierros, corrida landesa, corrida a la portuguesa, el toreo a caballo y por supuesto, la forma más refinada y también la más complicada, la corrida de toros, el toreo a pie. Quizá esta modalidad de tauromaquia sea la cumbre de la tauromaquia, la que encierra más matices, la que ofrece una mayor variedad de posibilidades para el espectador, el estudioso, el curioso y evidentemente, para el aficionado, uno de los actores principales de lo que se ha llamado fiesta brava, fiesta de toros o cómo ustedes prefieran, esa persona que nunca se cansa de querer saber más y más u que cuanto más sabe, dice que más se da cuenta de lo poquito que sabe; reflexiones de los sabios.

Pero lo que es innegable es que en esta parcela de la tauromaquia, como en todas las demás, caben tantas formas de interpretación como intérpretes en el ruedo, criadores de toros o aficionados. Y solo hay un elemento invariable que debe presidir la celebración de todo festejo taurómaco: la integridad del toro y la verdad en la ejecución de las suertes. Porque la dignidad de la tauromaquia, el argumento de mayor defensa de esta es la lucha por evitar y erradicar, si es que se da, el fraude, la trampa. Allá cada uno con sus formas, pero siempre habrá que ofrecer al toro su oportunidad y será el hombre el que con sus conocimientos, sus facultades o la ayuda divina, quien libre los envites del animal. Porque cualquier intento de minimizar el riesgo mediante el fraude, no puede suponer nunca ni una forma admisible de interpretar, ni muchísimo menos pretender imponerle el sello de “tauromaquia propia”. Un toro mermado, con las astas manipuladas, seleccionado para aguar la casta o sin la edad en que se garantice su plenitud, lo mismo que un toreo ventajista, con trampas que ayuden a escapar de los pitones, no es otra cosa que retorcer los fundamentos, la esencia de la tauromaquia, lo que la legitima ante cualquiera que pretenda atacarla o deslegitimarla. Todo aquel que se ponga delante de un toro debe asumir el compromiso de darle la oportunidad al toro de hacer por él, pero, y aquí es dónde entraría el arte, evitar una y otra vez el ser alcanzado y en el caso de la corrida de toros, a través de la lidia, conseguir enseñar al animal a embestir, poderle, mostrarlo y culminar el rito con una estocada en todo lo alto, de frente, sin huidas traicioneras, esquivando a la muerte y honrando siempre al toro. Cargar la suerte, pasárselos por la faja, sí; esconder la pierna, atravesar el engaño y pasárselo a metro y medio, no. Pero no creo que a los aficionados a los toros les haya descubierto nada, espero que disculpen mi descaro. En cambio a otros, pues habrá que dejarles en sus penosas diatribas, dándole vueltas y más vueltas al molino para seguir intentando encontrar la coartada perfecta para justificar el fraude, la trampa, la incapacidad, la vulgaridad y lo que es peor, la falta de integridad del toro. Pero bueno, yo, con todo y con eso, me sigo quedando con una idea tan sencilla como esta de hay una solo Tauromaquia que no tauromaquias.

 

Enlace programa Tendido de Sol del 29 de agosto de 2021:

https://www.ivoox.com/tendido-sol-hablemos-toros-del-29-audios-mp3_rf_74705777_1.html

 

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