Aunque no lo parezca, el aficionado no es del todo una masa a la que se pueda llevar de aquí para y zarandearla a gusto del poder. |
Es algo sabido y resabido que cuando las cosas se
tuercen, unos intentan buscar soluciones y otros se conforman con buscar
culpables, que por supuesto siempre son ajenos a ellos mismos. Que se les
incendia la casa y la culpa no es que una velita aromática prendiera en las
cortinas, sino de los cortineros que no utilizan tejidos ignífugos, como la
piedra, el agua, la nada estampada; se les inunda el baño y la cuestión no es
haberse dejado el grifo abierto, sino que este no tenía un dispositivo
inteligente que o bien cortara el agua o que gritara “¡Te has dejado el grifo
abierto, melón! Que no sé si será condición del ser humano, del carácter
hispano o cosas del tan extendido infantilismo, del “señorita, yo no he sido”,
pero resulta que esto ocurre también, faltaría más, en esto de los toros. Es
más, es acepado incluso por los que en principio pueden resultar más que
afectados de las tropelías y desmanes de los que mueven los hilos de este gran
teatro de títeres.
Que ahora resulta que los señores taurinos se quejan
de que no se llenan las plazas. Tantas ganas de toros y resulta que el
aficionado no se ha tirado en desesperada estampida a las taquillas del mundo. ¡Será
posible! A ver dónde están esos que clamaban por los toros, porque se abrieran
las puertas de las plazas del mundo. Que tenían que sacar los boletos de seis
en seis, para que los empresarios y taurinos en general se quedaran a gusto.
Eso es lo que deberían hacer. Pero un momento, paremos un momentito, no vayamos
tan deprisa. Que lo que el aficionado pedía a voces eran toros, que no es lo
mismo que reclamar el ir a los toros. Y me explico. Para ver toros es
imprescindible ir a los toros. Eso lo entendería hasta… cualquiera. Que eso de
ir a la plaza está muy bien, incluso para algunos, muy bien. Que si comidas,
copas antes, copas después, macrodiscoteca en las Ventas al finalizar los
festejos, pero que no se nos olvide que esto es una gamba en la paella. Que
esto no puede ser el motivo, sino que el origen debe ser, debería ser, el toro.
Y si se anuncian unos carteles, como los de la feria de Otoño de Madrid, ya
puedes dar canapés a la entrada, a la salida y en el medio, que es muy difícil
que la gente vaya sin más.
Pero volviendo al principio, no podemos pensar que el
aficionado no va porque no tiene palabra o porque no cumple con su sagrada
obligación de sacar el abono a costa de lo que sea, a costa de que le anuncien
unos carteles más para el gran público y para la gran plaza de la televisión,
que para la plaza de Madrid. ¿Qué pretendemos, que cada abonado saca entradas
para todo el portal, calle o barrio? Que los que se quejan tanto del no
cumplimiento del aficionado con ese sagrado compromiso, podían pararse a pensar
y lo mismo es que han puesto una velita encendida junto a las cortinas de la
afición o que se han dejado el grifo abierto y ha permitido que la fiesta, nuestra
fiesta, se vaya por el desagüe, mientras se buscan culpables a los que cargar
el mochuelo de este desmadre taurino.
Que no confundamos los términos, que no es lo mismo
querer ver toros, que querer ir a los toros. Que cuando aquellos faltan, lo
demás sobra. Que no nos pongamos en modo empresario y pensemos que con los
esfuerzos que han hecho para dar esta feria, ahora la afición no responde.
¡Noooo! Quizá mejor pidamos a los que mandan que se pongan por un momento en
nuestro lugar. Que igual es momento para que pensaran en que hab confeccionado
unos carteles que no son para Madrid, lo que evidencia su absoluto
desconocimiento de lo que es esta plaza, con un ganado que no es que no
agraden, es que indignan, con toreros a los que últimamente se les ha querido
preparar un triunfo absolutamente artificial, para justificar su contratación. Que
sería bueno qué pensaran en la forma en que han puesto a la venta los abonos,
con colas interminables en el primer momento, quizá no tanto por querer ir a
los toros, sino por garantizarse cada uno el poder ir a su sitio de siempre o
lo más próximos a él. Sí es verdad que se podían sacar los abonos por internet,
pero… A ver, un minuto de reflexión. Si vemos el perfil de gran número de
aficionados, mayores, prototipo de eso que llaman la brecha informática, ¿aún
esperamos que hagan un curso acelerado para sacar su abono? Personas que a lo
mejor tienen sus abonos de temporada, más accesibles, de andanada y que ahora
pretendemos que se pongan a enredar por las redes, que paguen la entrada más cara
de lo habitual y con el sobrecoste de la gestión. Mucho, ¿no? Y que la no obligatoriedad
de sacar el abono les ha hecho ver el cielo abierto, todo sea dicho de paso.
Pero claro, si quieren, ellos o quién sea, ir una, dos o cuatro tardes en fines
de semana diferentes, se ven obligados a sacar el paquete completo del fin de
semana. Todo facilidades. ¿Y todavía la gente se asombra y se indigna porque el
aficionado no ha volado a sacar sus entradas? Pero, ¿estamos tontos? ¿Tan
estúpidos nos creen? ¿Hasta dónde creen que llegan nuestras tragaderas? Un
poquito de mesura, de sentido común y reflexionemos profundamente sobre cuál es
realmente la responsabilidad del aficionado.
Enlace Programa Tendido de Sol del 19 de septiembre de
2021:
https://www.ivoox.com/tendido-sol-hablemos-toros-del-19-audios-mp3_rf_75649417_1.html
1 comentario:
Totalmente de acuerdo. Y además queremos toro, no 'borrego'
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