El ingrediente principal de esta fórmula maldita al que pocos quieren delante |
En esto del toreo se pasan la vida queriendo inventar las sopas de ajo y aún no han llegado ni a enterarse de que hay que prepararlas con ajo. Quizá porque no les gusta el ajo, que es algo que puede pasar. Están que si innovar, que si no sé qué de modernizarse, que si adaptarse a la sociedad, pero no llegan a ninguna parte, porque los taurinos ni quieren innovar, ni modernizar, ni preparar sopas de ajo. Lo que ellos buscan incesantemente es cómo hacer esto más cómodo a los de luces de su escudería, cómo co0nseguir que los que crían animalejos descastados puedan producir más para sus toreros y ya de paso, meter debajo de la alfombra sus miserias, hacer desaparecer todo lo que pueda incomodarles y poner en peligro su negocio y gracias a la tele, con los telepredicadores televisivos, extender por el mundo su doctrina del medio toro, del toro mentiroso y la fiesta verbenera, triunfalista y más mentirosa aún.
Que lo mismo ustedes piensan que cómo es posible que
desprecie la innovación y la modernidad así, con esta soltura y sin pararme a
pensar un minuto. Pero claro, juzguen ustedes mismos. Que ahora la
modernización es más estética y formal, que ética y de fondo. Lo primero, nos
olvidamos del toro; y luego nos centramos en lo aparente. Nos ponemos a
inventar que si una corrida picassiana, en la que lo único que se varía son los
trajes, que no se crean que salen toros y toreros cuadrados, con los dos ojos
en un lado y con manos desproporcionadas con los dedos gordos como morcones.
Que si la magallánica, que si la pinzonizana, que si… y allí ni un nudo
marinero te enseñan. De nuevo, toda la innovación es disfrazarse. Que no es que
uno esté en contra de este tipo de conmemoraciones, ni mucho menos, pero que no
me lo vistan como la gran innovación de la fiesta. Que cualquier día van a
inventarse la corrida disneyniana y me veo a los toreros vestidos Micky, Pluto
o el Pato Donald. ¿Se imaginan? A mí me cuesta. O la corrida marxista y ya
estoy viendo a Ferrera, Perera y el Juli de Groucho, Harpo y Chico; y repartan
ustedes los papeles. Pero tranquilos, que nadie dice “na de na”, todo vale,
porque es moderno.
Eso sí, no se le ocurra a usted pensar en montar una
feria, de novilladas, por poner un ejemplo; que primero anuncia el ganado, con
hierros de esos que quitan la ilusión a los chavales, uno de un encaste, otro
de otro y así hasta cubrir los días que se programen y después, una vez
anunciados los toros, se ponen a buscar los que irán en cada terna. Lo cual
está muy bien, porque así los de luces no se tienen que preocupar de llevar los
toros debajo del brazo. Se les libera de esta tarea, ¿no? Que no es justo que
los actuantes se tengan que preocupar por lo que van a torear, que bastante
tienen los pobres. Que a lo mejor no hay que ponerse a innovar tanto, ni a
buscar la modernidad por todas partes. Que, ¿dónde estará la modernidad? No lo
sé, pregúntale a tu padre que lo guarda todo en el trastero sin preguntar.
Aunque no sé si algunos prefieren eso de las
innovaciones y modernidades, porque eso de anunciar primero las ganaderías y
luego que cada uno apechugue, parece una fórmula maldita que solo satisface a
los que no gozan y se deleitan hasta el éxtasis con el arte artístico. Y lo que
son las cosas, esta fórmula, maldita por supuesto, tiene cabida solo cuando no
asoman por los carteles los figurones y rara vez, solo excepciones, en plazas
de postín. Esto es ya costumbre en pueblos que, llenos de orgullo, organizan
sus ferias de novilladas. Pueblos que meterían en media plaza a todos los
habitantes del pueblo, pero que curiosamente llenan prácticamente todas las
tardes. ¿Y cómo es eso? Pues muy sencillo, que será cosa de esa fórmula maldita
que atrae a esa gente extraña que se regocija con el toro, que son capaces de
dejar la familia, cónyuge, niños, suegros y cuñados con la paella en su punto,
cogerse el coche y hacerse una montonada de kilómetros para encontrarse con su
amante: el toro. Que, aún siendo novillos, ofrecen seriedad y no desmerecen el
llamarse toros de lidia.
Pero claro, lo que los taurinos oficiales no pueden
permitir es que esta fórmula maldita cunda ejemplo, no vaya a ser que aparezcan
por ahí alcaldes y ayuntamientos que decidan hacerla suya y que obliguen a los
de luces a ganarse el pan con el sudor de sus taleguillas. Sudor que por otra parte
hace sentirse orgullosos a los que después de una tarde de toros salen a pie y
sabiéndose vencedores ante el toro, pero el toro de verdad. ¿En contra? En
contra hay muchos y a veces se ponen tan fuera de si, que pierden los papeles,
las formas, la dignidad y la torería, aludiendo a cosas que dan grandeza a la
fiesta, pero que ellos no las practican. Eso sí, quizá solo hay una vía posible
para conseguir que esto no se nos vaya por el desagüe y esa no es otra que la
fórmula maldita.
Enlace Programa Tendido de sol Hablemos de Toros del
12 de septiembre de 2021:
https://www.ivoox.com/tendido-sol-hablemos-toros-del-12-audios-mp3_rf_75332878_1.html
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