El cierre de una temporada siempre tenía algo de nostalgia
en la despedida; los habituales se despedían de los demás habituales: “que
tenga un buen invierno”, “nos vemos en marzo, si la salud nos respeta”, “a ver
si encontramos un momento y nos vemos para Navidad”. Buenos deseos y lo dicho,
la nostalgia de la despedida. Pero los tiempos han cambiado, ahora se celebra
por todo lo alto, los que lo puedan celebrar, claro, los que tengan cuerpo para
ello. Por ejemplo, la juventud; esos sí que saben de celebraciones. Es
agarrarse un barreño lleno de alcoholazo y no hay nostalgia que se le ponga por
delante. Que si la despedida es hoy, ellos ya empiezan la víspera; y vaya si
empezaron, que quedaron para juntarse en una novillada sin caballos, el final
de no sé qué camino y después, una marabunta de chavales que se metieron en la
plaza, que no vieron el cartelito ese del metro de “antes de entrar dejen salir”
y para adentro que se fueron. Que los que se iban lo hacían en fila india, lo
mismo bajando escaleras, que intentando escapar de aquello por la puerta de
Madrid. Que fue tal el éxito de la fiesta, que hasta invitaron a la policía,
que viendo aquello decidió que todos para casa, que al día siguiente había que
celebrar la Hispanidad, con sus banderitas, su himno, sus retales ganaderos y
tres de luces, uno que esta vez no se despedía, el Cid, otro que quería
celebrar con ceremonia su plante de hace un año cuando se dejó un toro vivió,
Talavante, y otro al que cualquiera sabe qué le dijeron que iba a ser aquello,
Isaac Fonseca.
El ganado era de… ¿De quién era? Se anunciaba… pero no, de
esos no quedó ninguno, luego empezaron a rebuscar por los cajones, los
corrales, los cercados, los carros del Rocío y encontraron al fin dos de
Garcigrande, uno de Cortés y tres de Victoriano del Río. Que sería todo esto
para dar gusto al aficionado de Madrid; sin duda, porque ya se sabe que la
empresa, Plaza 1, es una perfecta conocedora de esta plaza. O igual no tanto. Los
del primero, tres zambombos cortitos, para delicia del carnicero. El solitario,
un buey que dejó el carro abandonado en mitad del polvo del camino. Y los otros
tres, un vaco grandón, un ciervo para hacerse un perchero con poco gusto y el
último, otro gordinflón para que el carnicero no se quedara con ganas de más.
Se rumorea que pasaron por las inmediaciones de los pencos, pero mayormente por
su cuenta, sin que nadie les dijera aquí te pongo y ahora vas a reventar aquellos
faldones que se llaman peto. Quizá por eso no lo reventaron y tuvieron cuidado
de no estropearlo. A ellos tampoco se les estropeo demasiado el morrillo, ni se
les picó. Aunque luego llegaron los banderilleros a dejar los palos en mitad
del lomo.
Iban los matadores ya citados, encabezados por El Cid, quizá
por eso de que Talavante no abriera plaza. Se le hizo saludar al final del
paseíllo, un ratito después del himno. Para que digan que la gente no es
amable. Que aquí se saluda y se despide al personal las veces que haga falta. Y
sería que alguien le avisara de la fiesta fin de curso, que El Cid se mantuvo
toda la tarde a una distancia prudencial de sus oponentes. Brazo largo, espalda
curvada, pico de la muleta y luego se ponía derechito, pero pasándoselo bien
lejitos, no fuera a mancharse el terno. Que lo de que le enganchara el toro la
muleta una y otra vez daba lo mismo, porque, ¿quién se lleva la muleta de fiesta?
Trapazo echándose el animal para afuera. Él un torero experimentado, hasta
parecía aturullarse en su segundo, pero ante eso, más exageración del pico. Y parecía
interesado en lo de la fiesta, porque miraba al tendido como pidiendo
explicaciones de la hora y el lugar, porque nadie pensara que fuera para
recriminarle al personal las críticas por tanta trampa y tanta ventaja. Con lo
que él ha sido para ese público y ese público para él. Flaca memoria de ambos.
Alejandro Talavante es un torero que despista, que lo mismo
te dice que lo que hace un señor de Lima no es cómo él entiende esto, que se te
pone a pegar culerinas como el primero para deleite de la parroquia fiel a san “Barreño
de Yintonic”. Ahogó de primeras al segundo de la tarde y ahí se quedó todo. En el
quinto mucho trapaceo, que si telonazos, que si cambios de mano, aderezado todo
con un toreo abusando del pico y con mucho enganchón, hasta ya ponerse
realmente pesado. Quizá quería recuperar los trapazos que no dio hace un año el
día que tras tres avisos “indultó” un toro, pero que la incomprensión del
respetable no supo llegar a entender.
Y el tercero, por eso de la Hispanidad, vino desde tierras
mexicanas, Isaac Fonseca, que si de novillero era valiente y atrevido, haciendo
un sello de ello, en la actualidad más parece un desnortado que tiene que
soltar todos los trapazos que compró en la trapacería. Inoperante durante la
lidia, se limitaba a andar por allí, molestando más que mandando. Ya saben eso
de lo que molesta un piano en la bañera, ¿no? Pues eso. En el primero citando
de lejos para recibir al toro con banderazos y trapazos echándoselo muy fuera y
pasándoselo excesivamente lejos. Muy alborotado, enganchones, pico, trampas y
bajonazo infame. En su segundo, el que decía adiós a esta temporada, aún peor,
trapaceando sin criterio ninguno, atropellado, resultando cogido, lo que hizo
que se aturullara aún más. Muy vulgar, en exceso, pareciendo más un capa de los
que rondaban en otros tiempos por los pueblos, que un matador de alternativa.
Pero ya todo daba igual, ya era tiempo de fiesta, fiesta para unos jóvenes que
alegran la vista de muchos que ven el futuro de la fiesta asegurado, pero que
te dicen que si no es por las copas y la disco de las Ventas, que ellos no
aparecerían por la plaza ni jartos de Chococrispis. Y mientras unos se despedían
hasta el año próximo, si la salud lo permitía, y se deseaban un buen invierno,
unas felices pascuas y un próspero año nuevo, otros iban a lo suyo, a lo que
habían ido de verdad a la plaza y entre, vivas, disco y botellones, se acabó la
temporada.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario