viernes, 13 de octubre de 2023

Entre, vivas, disco y botellones, se acabó la temporada

Ahora a esperar unos meses. Que ya nos anuncian que no va a haber toros para el año que viene, pero cuando hay que montar un festejo a gusto de los actuantes, no sé de dónde sacan tanto toro, para al final quedarse con los bueyes de una romería.


El cierre de una temporada siempre tenía algo de nostalgia en la despedida; los habituales se despedían de los demás habituales: “que tenga un buen invierno”, “nos vemos en marzo, si la salud nos respeta”, “a ver si encontramos un momento y nos vemos para Navidad”. Buenos deseos y lo dicho, la nostalgia de la despedida. Pero los tiempos han cambiado, ahora se celebra por todo lo alto, los que lo puedan celebrar, claro, los que tengan cuerpo para ello. Por ejemplo, la juventud; esos sí que saben de celebraciones. Es agarrarse un barreño lleno de alcoholazo y no hay nostalgia que se le ponga por delante. Que si la despedida es hoy, ellos ya empiezan la víspera; y vaya si empezaron, que quedaron para juntarse en una novillada sin caballos, el final de no sé qué camino y después, una marabunta de chavales que se metieron en la plaza, que no vieron el cartelito ese del metro de “antes de entrar dejen salir” y para adentro que se fueron. Que los que se iban lo hacían en fila india, lo mismo bajando escaleras, que intentando escapar de aquello por la puerta de Madrid. Que fue tal el éxito de la fiesta, que hasta invitaron a la policía, que viendo aquello decidió que todos para casa, que al día siguiente había que celebrar la Hispanidad, con sus banderitas, su himno, sus retales ganaderos y tres de luces, uno que esta vez no se despedía, el Cid, otro que quería celebrar con ceremonia su plante de hace un año cuando se dejó un toro vivió, Talavante, y otro al que cualquiera sabe qué le dijeron que iba a ser aquello, Isaac Fonseca.

El ganado era de… ¿De quién era? Se anunciaba… pero no, de esos no quedó ninguno, luego empezaron a rebuscar por los cajones, los corrales, los cercados, los carros del Rocío y encontraron al fin dos de Garcigrande, uno de Cortés y tres de Victoriano del Río. Que sería todo esto para dar gusto al aficionado de Madrid; sin duda, porque ya se sabe que la empresa, Plaza 1, es una perfecta conocedora de esta plaza. O igual no tanto. Los del primero, tres zambombos cortitos, para delicia del carnicero. El solitario, un buey que dejó el carro abandonado en mitad del polvo del camino. Y los otros tres, un vaco grandón, un ciervo para hacerse un perchero con poco gusto y el último, otro gordinflón para que el carnicero no se quedara con ganas de más. Se rumorea que pasaron por las inmediaciones de los pencos, pero mayormente por su cuenta, sin que nadie les dijera aquí te pongo y ahora vas a reventar aquellos faldones que se llaman peto. Quizá por eso no lo reventaron y tuvieron cuidado de no estropearlo. A ellos tampoco se les estropeo demasiado el morrillo, ni se les picó. Aunque luego llegaron los banderilleros a dejar los palos en mitad del lomo.

Iban los matadores ya citados, encabezados por El Cid, quizá por eso de que Talavante no abriera plaza. Se le hizo saludar al final del paseíllo, un ratito después del himno. Para que digan que la gente no es amable. Que aquí se saluda y se despide al personal las veces que haga falta. Y sería que alguien le avisara de la fiesta fin de curso, que El Cid se mantuvo toda la tarde a una distancia prudencial de sus oponentes. Brazo largo, espalda curvada, pico de la muleta y luego se ponía derechito, pero pasándoselo bien lejitos, no fuera a mancharse el terno. Que lo de que le enganchara el toro la muleta una y otra vez daba lo mismo, porque, ¿quién se lleva la muleta de fiesta? Trapazo echándose el animal para afuera. Él un torero experimentado, hasta parecía aturullarse en su segundo, pero ante eso, más exageración del pico. Y parecía interesado en lo de la fiesta, porque miraba al tendido como pidiendo explicaciones de la hora y el lugar, porque nadie pensara que fuera para recriminarle al personal las críticas por tanta trampa y tanta ventaja. Con lo que él ha sido para ese público y ese público para él. Flaca memoria de ambos.

Alejandro Talavante es un torero que despista, que lo mismo te dice que lo que hace un señor de Lima no es cómo él entiende esto, que se te pone a pegar culerinas como el primero para deleite de la parroquia fiel a san “Barreño de Yintonic”. Ahogó de primeras al segundo de la tarde y ahí se quedó todo. En el quinto mucho trapaceo, que si telonazos, que si cambios de mano, aderezado todo con un toreo abusando del pico y con mucho enganchón, hasta ya ponerse realmente pesado. Quizá quería recuperar los trapazos que no dio hace un año el día que tras tres avisos “indultó” un toro, pero que la incomprensión del respetable no supo llegar a entender.

Y el tercero, por eso de la Hispanidad, vino desde tierras mexicanas, Isaac Fonseca, que si de novillero era valiente y atrevido, haciendo un sello de ello, en la actualidad más parece un desnortado que tiene que soltar todos los trapazos que compró en la trapacería. Inoperante durante la lidia, se limitaba a andar por allí, molestando más que mandando. Ya saben eso de lo que molesta un piano en la bañera, ¿no? Pues eso. En el primero citando de lejos para recibir al toro con banderazos y trapazos echándoselo muy fuera y pasándoselo excesivamente lejos. Muy alborotado, enganchones, pico, trampas y bajonazo infame. En su segundo, el que decía adiós a esta temporada, aún peor, trapaceando sin criterio ninguno, atropellado, resultando cogido, lo que hizo que se aturullara aún más. Muy vulgar, en exceso, pareciendo más un capa de los que rondaban en otros tiempos por los pueblos, que un matador de alternativa. Pero ya todo daba igual, ya era tiempo de fiesta, fiesta para unos jóvenes que alegran la vista de muchos que ven el futuro de la fiesta asegurado, pero que te dicen que si no es por las copas y la disco de las Ventas, que ellos no aparecerían por la plaza ni jartos de Chococrispis. Y mientras unos se despedían hasta el año próximo, si la salud lo permitía, y se deseaban un buen invierno, unas felices pascuas y un próspero año nuevo, otros iban a lo suyo, a lo que habían ido de verdad a la plaza y entre, vivas, disco y botellones, se acabó la temporada.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

No hay comentarios: