domingo, 13 de agosto de 2023

El pase como enemigo del toreo

El torear es mucho más, muchísimo más que pegar pases.


Será cosas de la “Tauromaquia”, que ahora el público y hasta el aficionado, se entregan a un pase, un supuesto natural, un derechazo, uno del desprecio, uno de pecho y con eso ya nos vamos a casa felices, encantados, porque hemos visto un pase, pero, ¿hemos visto toreo? Que ya puede el toro andar por los Mares del Sur, que si el espada ha puesto una postura galana y flamenca, lo demás… E insisto, ¿eso es el toreo? Que los hay que dan pases y más pases y el toro pasa, pero sin torear, que hasta el día de hoy uno pensaba que era de eso de lo que se trataba en esto de los Toros, de torear. Que el torear implica mucho más que el dar un pase, dos o mil. Que se ve a un señor tirando trapazos, pases, pegando respingos, entre carreras, tirones al trapo para quitárselo de la cara al toro, sin conducir la embestida. Que si el toro va a mil por hora, el trallazo se da a dos mil y acabe en enganchón o no, eso ya cuenta como pase. Qué tiempos aquellos del olé interrumpido por un ay de decepción porque la tela se enredaba entre los pitones del toro.

Que sí, que luego te dicen unos y otros con toda autoridad, que no es lo mismo torear que dar pases, pero ya saben, una cosa es predicar y otra dar trigo. Que se suponía que lo de torear era cuestión de mandar y dominar a un animal que quería coger el engaño, hasta dónde el matador considerara o fuera capaz, intentando quedarse colocado para el siguiente pase toreado. Pero… ¡ay estos peros! Que vemos a todo un señor vestido de luces luciendo coleta tirar trallazos y sin parar los pies quietos como un osado capa de las capeas de los pueblos y se le jalea como al mismísimo Lagartijo el Grande. Que si le da por ahogar las embestidas metido entre los cuernos, parece que se hace presente el Espartero. Que vale que alguien se limite a estar por ahí, a merced del toro, a lo que este mande y ordene y vemos a un héroe mitológico ante nosotros, que igual hasta da un pase, dos, tres, pero torear. Incluso hasta se podría salvar uno para usarlo de coartada y poder decir eso tan manido de que ha dado un pase. ¡Un pase! ¿Cabe mayor caricatura de lo que debe ser el toreo que justificar nada por un pase?

Baste un pase para cegarnos de toda razón y si no hay más pases, la culpa siempre será del toro, el que no sabido cumplir con el papel que se le asigna en esta “Tauromaquia”, el de saber cómo, cuándo y adónde embestir, porque esa es su función y su obligación; y si además hay eso que llaman arte, no hay lugar a la discusión, porque el arte todo lo puede, o eso creen ellos, pero seguimos sin ver ni un atisbo del toreo, porque el toreo precisamente es lo contrario de toda esta pamema. El toro no sabe embestir y hay que enseñarle, toreando; el toro no sabe cómo embestir y hay que enseñarle, toreando; que el toro no tiene ni idea de a qué velocidad debe acudir y hasta dónde embestir y el torero se lo tiene que marcar, toreando. Que luego vendrán los arcángeles de la tauromaquia, los portadores de esta buena nueva en la que lo que cuentan son los pases, cuanto más, mejor, en lo que lo único que importa es que el animal pase, aprovechando el viaje, sin cambiar la trayectoria, sin obligarle a enroscarse a la cintura de nadie, que el toro pase por un pase, ya sea por la espalda, por las nubes, levantando vendavales o salpicando las interminables carreras del que viste de luces.

Y así está esto, y no intente convencer a nadie que los pases a cascoporro no es el toreo, porque igual se está encontrando con un problema que no buscaba. Que por un pase de verdad, y no exagero, se justifica toda una trayectoria; que por mil pases, sin torear, se corona a un rey de la “Tauromaquia”. En definitiva, que igual que el arte se ha erigido en un verdadero veneno para la verdad de la fiesta, también se puede ver el pase como enemigo del toreo.

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

1 comentario:

franmmartin dijo...

Enrique,ayer ví la corrida de Malaga por televisión y mi reflexión fué exactamente esa,aunque se cortaran orejas y se saliera a hombros. El primer tercio una capea vergonzosa machacando al bicho a capotazos mientras el maestro esperaba impávido que se lo fijaran y colocaran en las coordenadas exactas.La desgracia de varas ya sabemos en qué consiste y el trapaceo de muleta lo mismo. Han resucitado el rincón de Ordóñez y las orejas y las salidas a hombros caen en lluvia generosa. Qué poco le queda a esto!.