Y lo contenta que se pone la parroquia cuando un picador cita de lejos y el toro se arranca con alegría. |
El que dijo aquello de que los toros eran con sol y moscas, no sabía lo que decía, o sí. Que si lo hubieran sabido los que han ido a la del Domingo de Resurrección en Madrid, igual se habrían pertrechado bastante mejor para sobrellevar la tarde. La saben, un abrigo gordo, guantes, bufanda, calcetines gordos, termo con café calentito, manta eléctrica, un brasero, su mesa camilla, orejeras de felpa y una burbuja climatizada con un agujerito para sacar las narices y respirar. Que menos mal que con la entrada, los señores de Plaza 1 te dan el frío gratis. Eso sí, barra libre de frío; que no digo yo que no vean ahí un filón y quieran cobrar el frío, el calor y el entretiempo. Que luego lo de pagar es otro cantar, porque ya le podrían pagar el curso de pintor de rayas al nuevo encargado de tal tarea, que a nada se va para un lado, para el otro o para ninguno. Así el personal no protestaba cuando un caballo pisaba y borraba los garabatos. Si era más que para protestar, para gritar un aleluya a voz en grito.
Y a pesar de las lluvias, de las inclemencias del tiempo, el
ruedo estaba aceptable, para que luego digan de la lona y el departamento de
lonólogos que la quita y la pone. Con toros de Pedraza de Yeltes, que hasta
parecían de Pedraza de Yeltes, que visto lo visto, ya es un adelanto. Flojos en
líneas generales, sin llegar a desesperar y el fue sustituido por uno de Carmen
Valiente, quizá se dañó al estamparse estrepitosamente contra las tablas. Fue
devuelto a los corrales, pero, ¿lo fue reglamentariamente? Que si se abre ese
camino, si sale un toro que no es del gusto del matador o lo es más el sobrero,
pues nada, se le estrella contra el olivo y a otra cosa. El primero, algo
pasadito de peso, ya de salida puso en complicaciones al confirmante Dias
Gomes, más por su impericia que por la fiereza del animal. El toro empezó
mostrando fijeza en el peto, para al final solo emplearse cuando no sentía el
castigo. El luso dejó muestras de su escasa capacidad y su ausencia de poder;
que sí, que el viento molestó toda la tarde, pero el problema ya lo traía Dias
desde el hotel. Pico y a correr, dando aún más aire con las telas al de
Pedraza. La muleta hecha un burruño, tirones y hala, a recolocarse. Bajonazo y
a otra cosa.
El primero de Román también besó las tablas por no frenar a
tiempo. Derrotando en el peto, sin picar, encelándose cuando el palo ya
apuntaba a las nubes y no al lomo, que es dónde le picaron, trasero. Capotes al
cielo para evitar que perdiera las manos. Empezó Román citando a mucha
distancia, teniendo que ir buscando el punto pasito a pasito. Pico, se vio
desarbolado en los primeros envites. Insistió en eso de las distancias,
recibiendo a su oponente siempre con el pico, trallazos, que si se le viene
encima sin poder hacerse con él y sin parar de recolocarse constantemente. Dos
trapazos y al tercero ya se le venía encima. Con la zurda más de lo mismo,
echándoselo para afuera tirando demasiadas líneas rectas, mientras al animal le
costaba mantenerse en pie. Muy chabacano, cerrando con unas manoletinas de
aquella manera. Pero como el personal estaba generoso, pues una orejita; una de
esas que no valen para nada, aunque luego se sorprendan de ello, pero…
Francisco de Manuel recibió a su primero con una ensalada de
mantazos. Simulación del primer tercio, al tiempo que la eficacia capotera parecía
cosa de otro mundo, ausente en este del frío lacerante. Inicio de faena por
abajo, con el de Pedraza esforzándose en no rodar por la arena. Mantazos según
le venía, más pendiente de que el tendido le jaleara, que de ver qué hacía con
aquel flojito colorado. Pico exagerado y sin saber por dónde tirar, pero con
muchas carreras, demasiadas y sin que nadie pudiera aventurar adónde quería ir
a parar de Manuel. Pero él decidió acabar con un bajonazo de los que te quitan
puntos en el carnet de estoqueador. Y volvía román, quizá pensando en algo
grande, pero ni él, ni el flojo Pedraza que tiraba cornadas desesperadamente al
peto al notar la puya. El mansito se dolió en banderillas, se defendía y no
cesaba en manifestar su flojera. Román empezó y continuó con su repertorio de
vulgares trapazos, de destoreo, de pico, carreras y hasta una pesadez que se
acrecentaba con el gélido ambiente de la tarde. Mitin con los aceros y hasta
algún pito por parte de los no habituales en la queja. A Dias Gomes le tocó el
sobrero de Carmen Valiente al que el picador masacró sin piedad tapándole la
salida. El trasteo se resume en pico, posturas, destoreo y un constante bailar,
yéndose en mitad del muletazo, sin aguantar jamás, buscando el sitio que no
encontró. Un pinchazo y a por el descabello; se ve que nadie le había dicho que
los toros se matan con la espada y no aprovechando el tirón del verduguillo.
Y cerraba Francisco de Manuel al que le tocó la mala fortuna
de que le saliera un toro de esos de triunfo, que por si fuera poco, encandiló
al personal en el caballo. Fue tres veces al peto. Cumplió en el primer
encuentro, en el que le taparon la salida; una más yéndose desde lejos,
tardeando, así como una tercera, tardeando y escarbando y con el caballo casi
en el seis, si bien hay que reconocerle la alegría en la arrancada. El personal
entusiasmado, jaleando a Aurelio Cruz que las tres veces le cogió arriba, lo
que les hizo obviar que de la tercera vara se fuera suelto. En banderillas dejó
claro que su pitón era el derecho y que por el zocato no se entregaba de la
misma forma. Pero Francisco de Manuel no debió haber prestado la atención
requerida y primero se empeñó en enjaretarle la faena tipo de trapazos y más
trapazos desde fuera, con el pico y sin firmeza. Peor por el izquierdo, el toro
se le comía, pero a base de trapazo tras trapazo, un toro de carril acabó por írsele
sin torear. Se comía trapo y torero, pero este no estaba a lo que celebraba y
así pasó, lo de siempre, que si el toro no se torea solo, malo. Un bajonazo,
que no se merecía ni este toro, ni casi ninguno y todo el mundo deseando que
doblara ese buen toro y así poder marcharse al calor del hogar, del bar, del
metro o de un incensario procesional y dando gracias de que la empresa no
hubiera reparado en cobrar por las inclemencias del tiempo padecidas en los
tendidos, porque si cobraran por el frío, nos habrían desplumado.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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