sábado, 10 de mayo de 2025

El tatachán de la “tauromaquia” moderna

Qué lejos está el Talavante de la modernidad del Talavante que prometía el toreo


Quizá no era necesario añadir al término “tauromaquia” la palabra “moderna. Que hoy en día eso de la “tauromaquia” parece referirse, o podría referirse, solo a lo que vivimos en el presente. Si lo hiciéramos a lo de otros tiempos, quizá sería más frecuente hablar de toreo, pero claro, eso el “toreo” excluye muchos conceptos ajenos a que... Bueno, ya me entienden. Y curiosamente, en el cartel que iniciaba este San Isidro que va a ser histórico, glorioso, majestuoso, homérico, profético, mesiánico... pues resulta que hubo un tiempo en el que tanto lo de Victoriano del Río, pero hace mucho, mucho, y Alejandro Talavante emparentaban de alguna forma, cada uno a su manera, con el “toreo”, pero el tiempo acaba imponiéndose y han terminado por no ser más algo paradigmático de la modernidad. Que, ¡oiga! Los hay que están encantados con ella, pero también hay que decir que igual es que no han visto otra cosa. Si no habrán visto otra cosa, que hasta piden dos orejas a un señor que solo se hizo presente cuando tomó la muleta; ¡pura modernidad!

Pero vayamos por partes. Toros de Victoriano del Río y dos, quinto y sexto, de Cortés. Que uno al ver el cartel podría pensar que es un desafío ganadero, dos hierros frente a frente a cara de perro, pero no, es simplemente para que el ganadero junte seis para una corrida en Madrid. Esa trampa ya instaurada de anunciarte todos los hierros de un señor y a ver si así pasa la media docena. Seis cornalones, seis, que como viene siendo norma en la modernidad, dieron un espectáculo fastuoso en el caballo, unos se dejaban sin más, otros derrotaban el peto con desesperación, otros se iban sueltos, buscando a de la puerta, sin humillar y sin castigo. Y los de arriba, pues que si el caballo iba al toro y no al revés, que si te tapo la salida aunque me vaya más allá de la segunda raya, que si hago la tourmix con el palo. Y los animales a su aire, sin que los de brillantes alamares tuvieran la feliz idea de fijarlos en los engaños y evitar que anduvieran a su aire por el “albero”, como decía un hombre feliz al acabar el festejo. Dense cuenta del nivel. Pero claro, con la euforia con que transitaban, quién es el mal hombre que le dice que en Madrid no hay albero?

Talavante abría el cartel, que no plaza, eso se lo dejaba para el confirmante, Clemente el del nombre de papa, pero no es no sacristán. Talavante ha estado ausente con el capote, a pesar de un quite al tercero, quite soso como una acelga sin aliñar. En sus dos toros se ha limitado a mantear, a sacudir el capote de las polillas y punto. Con la muleta al primer muletazo por abajo el de don Victoriano se le fue al suelo. Cite con el pico y el animal que no podía ni transportar su sombra de un lado a otro. El espada a pasar el rato `pegando trapazos, pero allí no había nada que hacer. Y despertó en el ultimo tercio del que hacía cuarto. Ayudado por alto, muleta abajo, trincherillas, pases del desprecio y el personal que se viene arriba. Mucho se tenía que torcer la tarde para que aquello... Y aquello solo podía ir a peor, pero más jaleado si cabe. Mucho pico, abusivo, trapazos largando tela con la zurda, con el trapo por aquí y el toro por... por donde le daba la gana, iba y venía y mientras, cambios de mano que cómo ponen al respetable. Venga a atravesar el engaño, cada vez con menos disimulo y dando aire al de Victoriano, pero como el ganadero están muy bien enseñados, imprescindible para la modernidad, el toro enseñado, pues seguían por aquí y por allá, aunque fuera a una muleta que más parecía una bayeta. Espadazo trasero y gracias a esa galbana de los mulilleros cuando huelen posibles despojos y a un señor del palco que estaría pensando en que o saco el pañuelo o me van a mentar lo más sagrado, pues, ¡hala! Dos despojos como dos soles. Para engordar estadísticas. Eso sí, que aparte partidarios y paisanaje, los hubo no renegaban de que hubiera reparto de despojos, sino porque consideraban que con una... Pues allá cada cuál, pero unas alubias sin oreja, tampoco están mal, así que para otra vez...

El segundo en nómina era Juan Ortega, con un arte tan excelso, como ausente. Que se enfurruñó en su primero, respondiendo a un quite de Talavante con chicuelinas apartándose, que fue lo más lucido que hizo de capote; imaginen el resto. Bueno que tampoco es que hubiera ese resto. Con la pañosa empezó por alto a su primero, que remataron con un achuchón que descompuso todo. Abuso de pico por ambos pitones y demasiados enganchones, aunque no declinaba en su afán de dar aire al animal. En su segundo, aparte de reeditar esta sinfonía de meter el pico y dejar que se la tocara frecuentemente, había que añadir esa desgana que algunos creen que es propia de los grandes artistas. Se limitaba a andar por allí y fue coger la espada y empezar el recital de pinchazos y sin conseguir dejar no media estocada, acabó su via crucis alrededor del ruedo, con el verduguillo en la puerta de toriles.

El tercero, que hizo primero, era Clemente, que mostró voluntad y buenas poses. Hasta parecía tener buenas ideas, pero a la hora de ponerlas en práctica, eso ya era harina de otro costal. Queriéndose estirar con el capote, pero si las verónicas las adornas dejándote enganchar la tela, entonces ya no mola. Con la muleta parecía que la quería mostrar planchada, todo buenas intenciones, pero... y aquí llega el pero, sin los más mínimos recursos para llevar y mandar al toro ni para que fuera a comprar tabaco. Venga a dar aire y más aire, sin amagar con llevar al toro y claro, si lo dejas a su aire, pues puede pasar que te enganche y te pegue una paliza tremenda, por no haber toreado en ningún momento. ¿Que lo intentaba? Sí, pero no de lejos llegaba al mínimo. Y por si fuera poco, dos bajonazos, uno de cárcel en la isla del Diablo y el otro solo para irse a Soto del Real (Antes Chozas de la Sierra). En el sexto, un animal que no era ningún malaje, ni aguantarle pudo sin darse la vuelta y perderle terreno hacia los medios. Tras una lidia alborotada, volvió Clemente, primero por abajo por ambos pitones, incluso con cierta vistosidad, para después continuar ya con un cuarto de muletazo, sin rematar en ningún momento y empezando a aliviarse con el pico, para acabar alargando en exceso el trasteo sin necesidad alguna, ya estaba todo visto. Pero la parroquia ya solo pensaba en saltar al ruedo para sacar a cuestas a su paisano, su torero, al que les había devuelto la ilusión, la felicidad y celebrar por todo lo alto el tatachán de la “tauromaquia” moderna.


Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enrique, menuda forma de empezar la fiesta isidril. Los del gin tonic se fueron contentos a casa porque decir que van a la plaza y no se ha cortado ninguna oreja es algo que queda feo. Imagina decir que han sido testigos de la primera puerta grande del serial. Lo demás igual que siempre, destoreo por doquier, la suerte de varas manga por hombro y el ganado ni fu ni fa.
Nos deleiterá hoy Urdiales con una tarde de inspiración? Casi que me da pereza ir a la plaza.

Un abrazo, J.Carlos

Enrique Martín dijo...

J. Carlos, antes ibas a los toros y te deseaban una buena tarde de toros, hoy que haya buenas faenas y que corten orejas. Ahí creo que se resumen muchas cosas.
Un abrazo