![]() |
El poder de un puyazo que hace olvidar casi cualquier cosa |
La tarde empezó con sol y acabó con truenos, chaparrones y negros nubarrones amenazantes sobre la plaza de Madrid. Es lo que tienen estas fechas, que por mucho que uno se prepare, al final nunca se sabe, que ya puedes llevar paraguas y chubasquero, que camisetita de algodón, que el ánimo por todo lo alto, que cuando menos te lo esperas, ¡zas cataflas! Y claro, en estas condiciones, cómo no se va a ver afectado el personal. Si es que es imposible, si es que no somos de acero, si es que todo el mundo tiene su corazoncito y a veces hasta es bueno dejar que se desboque. Una de Pedraza de Yeltes, que en principio llamaba la atención por los pesos de todo el encierro. Que quizá del primero se podría opinar si estaba algo pasado, pero a medida que avanzaba el festejo la tablilla pasaba a un segundo plano; otras cuestiones empezaron a captar la atención de los tendidos.
Empezamos con un primero que correspondía a Román, un buen mozo que llegado al caballo derrotaba el peto con desesperación, para después simplemente dejarse. Y un picador, Francisco de Borja, que sorprendía porque no le tapaba la salida. Lo que debería ser lo habitual adquiría casi carácter de acontecimiento. Hubo incluso que cambiarle los terrenos para que acudiera una segunda vez a encontrarse con el palo. De embestida bronca, buscando las tablas, hasta llegar al 4. Y comenzó Román por abajo, llevándoselo más a contraquerencia, un desarme por esas envestidas violentas. Volvió y si bien es verdad que metiendo el pico de la muleta, consiguió meterle en el engaño y hasta tirar de él, ganándole la pelea. Tuvo que pelear el espada con esa tendencia a salir de najas al segundo muletazo, pero finalmente, por abajo, pudo con este complicado Pedraza, que por si no había quedado claro, delató su condición de manso al notar el estoque, yéndose despavorido camino de los terrenos de toriles. Al cuarto le recibió sin pararse un instante, dejándole después a su aire. Apenas cumplió en el caballo y ya en el último tercio, parecía una competición a ver quién era el soso del mes, si el toro o el torero. Muletazos con el pico, muñecazos, por el izquierdo se le vencía con peligro, así que vuelta al pitón derecho, muy fuera y echando al animal más para afuera. Mal con la espada y el descabello, para cerrar una tarde en la que habría que quedarse con lo de su primero.
Colombo es de esos toreros que llaman espectaculares y cuya espectacularidad reside en alardes gimnásticos y gestos para la popular, que siempre acepta estas cosas con júbilo. Pero, ¡oiga! Que a su primero incluso le recibió con capotazos medianamente aparentes, pero solo eso, aparentes, aunque en algunos acortara el viaje del animal. Se le picó poco y mal, para continuar con el número de las banderillas, cuyo único mérito fue parear por ambos pitones; eso sí pasado y clavando trasero. Y con la pañosa, pues pico y más pico, siempre fuera, para acabar frente a toriles trapaceando sin gracia ninguna. En su segundo, pues más de lo mismo, capotazos cortando inadecuadamente el viaje del Pedraza, pegando un tirón hacia abajo del capote. El toro derrotaba en el peto con desesperación y el maestro, viéndolo todo de lejos, instalado en los medios con buena visión, pero poniendo en práctica un “que me lo den todo hecho”. A veces levantaba el brazo, otras entablaba una conversación con el picador, mientras este lo mismo clavaba cerca de la penca del rabo, que tapaba la salida. Más banderillas y más de lo mismo, que lo que quizá se quiere entender como una gracia al personal, se convierte en un castigo. Y seguimos con la pañosa, siempre citando desde muy fuera, sin parar de bailar y saltar por las inmediaciones de su oponente. Vueltas y más vueltas, sin dejar claras sus intenciones.
Y llegaba Isaac Fonseca, que con el capote no evidenció demasiada pericia en su primero, costándole hasta poner el toro al caballo, donde al animal le picaron más allá de lo permisible, para que saliera escapando de allí como el gato que hace fu. Que hubo de entrar tres veces, para al final poderle picar a base de bien tapándole la salida. El azteca daba evidentes muestras de no poder con el toro, mucho baile y sin conseguir hacerse con él, con el pico, ahora un enganchón y alargando sin sentido el trasteo, hasta acabar frente a la puerta de toriles. A su segundo le dejó suelto de salida, sin parar de bailar. Fue al caballo al relance, donde peleó solo con el pitón derecho, mientras le hacían la carioca. Con esfuerzo lo pusieron en suerte una segunda vez, para recibir cuchillada infame en la paletilla y después solo señalar el puyazo atrás. Y hubo un tercer encuentro en el que el toro se arrancó con alegría desde los medios, con el caballo entre el seis y el siete, que era dónde le interesaba más la llamada del jinete. Bien agarrado y buen puyazo de Borja Lorente, que hizo que el público se olvidara de todo lo anterior, lo que no quiere decir que no sucediera. Un buen tercer par de Juan Carlos Rey, en la cara, lo que ya acabó de caldear los ánimos. Y se fue Fonseca a por el toro, recibiéndolo con derechazos de rodillas, como se pueden dar los derechazos de rodillas. El toro acudía boyante y bonancible a la muleta. Prosiguió por el pitón derecho, siempre muy fuera y abusando del pico. El Pedraza iba y venía dócilmente y la verdad, sin ese punto de fiereza que... y a medida que iba avanzando la faena, aunque entrando al engaño, la salida no era la mejor de las salidas de las suertes. Acabó Fonseca encimista, siguiendo tirando del pico, con enganchones y banderazos finales. Pinchazo y el toro acabó yéndose a buscar el refugio de las tablas, teniendo que entrar de nuevo a matar con el animal casi apoyado en la barrera. Sería por las tormentas, sería por ese tercer puyazo no esperado, pero el personal se entusiasmó hasta tal punto, que pidió la oreja y la vuelta al ruedo del toro y el presidente, que no pudo evadirse de ese influjo del temporal, se lio a sacar pañuelos, como si estuviera despidiendo a un pariente en el puerto de Cartagena. Que cada uno juzgue. Y es que quién lo diría, pero hay que tener cuidado, porque hasta que no tenemos delante, no sabemos lo que alteran las tormentas.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario