Empezamos con que si sólo había cuatro Palhas, que si los toreros no llegaban entre los tres a diez festejos el año pasado, que si la presencia de los toros portugueses, que si galgos, que si podencos y en éstas que un banderillero sale trompicado de un fallido primer encuentro que le cuesta salir por los aires. El banderillero era Carlos Casanova, un subalterno que, como decía Juan Espinosa (gracias a Xavier González Fisher por sus enseñanzas y por compartir sus vastos conocimientos conmigo) no es sub de nada, pide los palos de nuevo se va hacia el toro y dejando que el toro le llene la cara de baba, clava un estupendo par en todo lo alto. A continuación el tercero de la cuadrilla, Jesús Arruga, se encara con el de Palha, se va hacia él por el otro pitón y clava un par tremendo, del que sale muy justito, tanto que el toro le raja la taleguilla con si fuera papel. Pero aún quedaba cerrar el tercio. Casanova vuelva de nuevo armado con los palitroques, inicia la carrera y asomándose al balcón clava otro impresionante par, dejando que el toro le toque, pero a él sólo le preocupaba meter los brazos, dejar las banderillas y salir de allí lo mejor que se pudiera.
Así se resume el mejor momento de esta eterna feria de San Isidro en la que parecíamos cirujanos, separando lo poco bueno de lo mucho malo, como si trabajáramos con un bisturí. Como ocurre con la torería, la afición, el valor y el orgullo de sentirse torero, estos dos banderilleros nos han despertado con el huracán que es lo que se hace de verdad en el toreo.
En cuanto a los Palha no han reeditado lo vivido el año anterior. Más que justos de presentación, más que justos de pitones y más que justos de comportamiento. No se puede hablar de animales intoreables, de bobonas que van y vienen, pero tampoco d aquellos seis toros encastados que nos maravillaron hace un año. Entre aquellos los había más o menos bravos u mansos, pero muy encastados. Estos todo lo han hecho con discreción. Iban al caballo sin más, o con cierta alegría, pero luego empujaban de lado y con la cara alta o simplemente cumplían y se dejaban picar. Sí es verdad que han presentado complicaciones, pero no insalvables, nada que una buena lidia no pudiera solucionar; lo contrario de lo que se ha visto en el ruedo durante toda la tarde. Capotazos y más capotazos sin orden ni concierto y lo mismo dejaban que fuera suelto al caballo, que lo ponían dentro de la raya del tercio, que lo dejaban a su aire.
La misma receta de caos, desorden y falta de dominio le han prescrito a los dos del Torreón, muy corralones, sobre todo el quinto y que han cumplido mejor en el caballo que sus parientes lejanos de Portugal.
Los matadores encabezados por Jesús Millán han sufrido las consecuencias de su inoperancia en la lidia. Jesús Millán, empeñado en levantarle la cabeza a sus oponentes con banderazos y más banderazos, estirando el brazo, sacando el culo y con un pie más para allá que para acá, más retorcido que un contorsionista y permitiendo hacer al toro todo lo que se le antojaba.
Fernando Robleño, el triunfador de la tarde, ha adolecido del mismo defecto que sus dos compañeros de terna, el mal educar a sus toros. Más banderazos que un guardiamarina, trapazos sin mando y abuso de pico. En su segundo, el del triunfo, ha aplicado la misma medicina. El toro tenía su complicación, pero el madrileño se ha empeñado en que tenía corto el viaje, que era verdad si se acortaba la distancia de la forma que él lo ha hecho. Para que el animal acudiera a la muleta había que darle más distancia y tragar las dos primeras embestidas llevándolo muy toreado. Él ha optado por el encimismo y por el unipase, con el inconveniente de que el toro se le ha ido haciendo dueño de la situación al notar que allí no había quien mandara. Acabó revolviéndose a mitad del lance, defendiéndose y poniendo al matador en un compromiso.
Francisco Javier Corpas ha evidenciado su falta de corridas; el año pasado una y este de momento ya ha igualado esta cifra. Será este el motivo por el que no ha puesto nunca al toro al caballo, o por las mismas se ha visto superado por su Palha y su retal del Torreón. Hubo un momento en el que parecía que podía dar la sorpresa, al inicio de su primera faena de muleta, recogiendo al toro por bajo rodilla en tierra, con derechazos y trincherazos de valor, pero inmediatamente se venía todo abajo en cuanto desplegaba su toreo con el pico, citando fuera de cacho,… lo de todos los días y lo de todos los toreros fieles a esta tauromaquia postmoderna.
Pero al menos ha sido una tarde en la que nos hemos entretenido, aunque como ya he dicho otras veces, en otros tiempos la corrida de Palha habría sido calificada como mala y sin trapío, pero ahora, en estos días de mayo, en cuanto olemos algo de casta y emoción nos damos con un cantito en los dientes. Y que conste que en esto de emoción no incluyo los tres pares de banderillas. Eso ha sido mucho más que simple emoción, eso ha sido “la gloria de dos banderilleros”.
4 comentarios:
El tercio de banderillas de los aragoneses es de largo lo mejor de la feria, y no se si exagero si digo de la temporada. Ahora nos conformamos con tener unos minutos de emoción cada diez o doce corridas... en lo que hemos quedado. Como bien dices, casi con cualquier cosa nos apañamos. Lo de Palha sólo hace dos o tres años hubieran sido protestadísimos nada más salir al ruedo, y ni de coña, se hubiera aplaudido por ejemplo al segundo. Tenemos el listón muy bajito en cuánto a todo, pero es que es la única manera de llevarnos algo dulce a la boca, aunque sea autoengañandonos. La corrida la hemos visto casi todos de una manera parecida, pero, de verdad, no sé si los buenos ojos con los que veo a Robleño me impiden ver el bosque, el caso es que yo no ví a ese segundo toro tan bueno como lo han visto otros. Se movía, que no es lo mismo que embestir, con la cabeza por las nubes, saliendo de cada muletazo mirando al tendido. Muchos creo que han querido ver codicia dónde sólo había movimiento. No lo sé, posiblemente el equivocado sea yo.
Saludos Enrique
Antonio:
Yo el segundo de Robleño tampoco lo vi bueno, lo único que lo vi mejor de lo que él nos neseñó, pero de ahí a un buen toro va mucho trecho. Y podría haber ido mejor si él hubiera tragado mucho de principio, pero nada más. Esa es mi opinión, y eso es lo bueno, que cada uno aporte su matiz. Pero también hay muchas ganas de ver grandes toros por las esquinas. Hay veces que equivocan un toro al que se le puede torear con la muleta, pero se olvidan del caballo o de las banderillas. Como bien dices, nos queremos autoconvencer, pero cuando pasa lo de las banderillas de ayer, entonces eso no lo podemos controlar. Y es que esto o se siente o no te dice nada. A mí no me gusta eso de ponerse en el tendido como un juez y medir si es para 5,5 o 6,25. O te llega o no te llega. Y estoy contigo, puede que haya sido lo mejor de la temporada. Tanta figura, tanto semidios, tanto fenómeno con patas y salen dos banderilleritos que la lían como ayer. Y desde aquí recomiendo tu entrada de hoy sobre la corrida de Palha en "Hasta el rabo tod es toro", que merece la pena todavía más de lo que lo merecen el resto. Como ya te dije en tu blog, el primer párrafo es antológico. Un saludo
Enrique: Lo del "'sub' de nada" no lo he dicho yo, lo he "robado" de la Taurofilia de Martín Ruiz, así que "er güeno" es él, que invoca la expresión citando nada menos que a Antonio Corbacho.
Saludos desde Aguascalientes, México.
Xavier:
Que razón tienes, y además recuerdo haberlo leído no hace mucho. Mi error debe venir porque hace un tiempo que estoy inmerso en el toreo de México y se me cruzan los datos, pero es verdad, recuerdo la entrada de Martín Ruiz Gárate, referido a Antonio Corbacho. Pero de todas maneras gracias por compartir tus tesoros con los paganos. Un saludo desde España
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