Otra pantomima pseudotaurina más y sin sentido. Un cartel que no tiene ni pies ni cabeza y que no servirá para esgrimir ninguna reivindicación a favor de las corridas de toros ni aquí, ni en Cataluña. Incluso puede que alguien la utilice para atacar a la fiesta. De nuevo un ganado infame, manteniéndose en esta línea en la que los taurinos se desenvuelven tan bien y tres matadores de los que sólo puede justificar su presencia Luis Bolivar, a modo de segunda oportunidad, pues el que fuera una promesa con futuro se ha convertido en un miembro más del club del tostonazo padre.
Abro esta entrada con una pregunta y el por qué se debe a la inclusión en la feria de San Isidro de Eugenio de Mora y Serafín Marín. No paro de darle vueltas y no encuentro un motivo lo suficientemente sólido que me lo haga entender. Pues entonces sólo me queda una opción, un intercambio de cromos, tú me pones a este y yo luego pondré a aquel o iré a tal sitio gratis o por menos dinero del habitual. Además de esta forma conseguimos montar una corrida, cerramos una fecha más en la feria y nos sacamos nuestros buenos duros. Reducimos los gastos y mantenemos los ingresos.
A partir de ahí asistimos a la repetición del festejo de todos los días. Ganado de Baltasar Ibán sin fuerzas, sin casta y con la presencia justita. La suerte de varas como si se hiciera de verdad, pero en el que los picadores vienen practicando un truco que hace parecer que es de verdad. Dejan que el toro se estampe contra el peto y colocan el palo sobre el toro, no aguantando la embestida, sino simplemente manteniéndolo en contacto con el animal, sin apretar. Y así una y otra vez. Parece como si todos se hubieran puesto de acuerdo para tomarnos el pelo. A parte de la artimaña, los toros se quedaban, en le mejor de los casos, bajo el peto, cuando no se iban sueltos.
La terna de actuantes pasó sin pena ni gloria y con ganas de que aquello acabara rápido, poniendo en práctica todo el repertorio del toreo moderno, el abuso del pico, que ya se está convirtiendo en un clásico, el citar fuera de cacho y en muchos momentos escondidos en la pala del pitón, aprovechando el viaje del anterior lance. En esto Eugenio de Mora dio una auténtica lección sin rematar el pase y uniéndolo con el siguiente, que no ligando. Con esta práctica sólo aguanta una embestida, lo siguiente es aprovechar el viaje e irse colocando para alargar el trapazo. Mucho estiramiento, mucha lejanía y retorcimiento. Luego cada uno elige si se pone pesado y se mete entre los pitones o no. Bajonazo y a otra cosa. Las únicas dos variaciones a todo este sopor fueron los mantazos d Eugenio de Mora de rodillas y el conato de cartuchito de “pescao” de Luis Bolívar. El resto fue una continuación de la línea de vulgaridad que se viene manteniendo durante toda la feria.
Y si alguien siente curiosidad, que eche otro vistazo a las corridas que quedan y entonces verá cuantos cromos nos quedan por pagar, empezando por los que se deben a la televisión oficial de la feria, para los que lo único escandaloso es que el señor presidente no conceda una oreja entre el tumulto de los isidros.
Abro esta entrada con una pregunta y el por qué se debe a la inclusión en la feria de San Isidro de Eugenio de Mora y Serafín Marín. No paro de darle vueltas y no encuentro un motivo lo suficientemente sólido que me lo haga entender. Pues entonces sólo me queda una opción, un intercambio de cromos, tú me pones a este y yo luego pondré a aquel o iré a tal sitio gratis o por menos dinero del habitual. Además de esta forma conseguimos montar una corrida, cerramos una fecha más en la feria y nos sacamos nuestros buenos duros. Reducimos los gastos y mantenemos los ingresos.
A partir de ahí asistimos a la repetición del festejo de todos los días. Ganado de Baltasar Ibán sin fuerzas, sin casta y con la presencia justita. La suerte de varas como si se hiciera de verdad, pero en el que los picadores vienen practicando un truco que hace parecer que es de verdad. Dejan que el toro se estampe contra el peto y colocan el palo sobre el toro, no aguantando la embestida, sino simplemente manteniéndolo en contacto con el animal, sin apretar. Y así una y otra vez. Parece como si todos se hubieran puesto de acuerdo para tomarnos el pelo. A parte de la artimaña, los toros se quedaban, en le mejor de los casos, bajo el peto, cuando no se iban sueltos.
La terna de actuantes pasó sin pena ni gloria y con ganas de que aquello acabara rápido, poniendo en práctica todo el repertorio del toreo moderno, el abuso del pico, que ya se está convirtiendo en un clásico, el citar fuera de cacho y en muchos momentos escondidos en la pala del pitón, aprovechando el viaje del anterior lance. En esto Eugenio de Mora dio una auténtica lección sin rematar el pase y uniéndolo con el siguiente, que no ligando. Con esta práctica sólo aguanta una embestida, lo siguiente es aprovechar el viaje e irse colocando para alargar el trapazo. Mucho estiramiento, mucha lejanía y retorcimiento. Luego cada uno elige si se pone pesado y se mete entre los pitones o no. Bajonazo y a otra cosa. Las únicas dos variaciones a todo este sopor fueron los mantazos d Eugenio de Mora de rodillas y el conato de cartuchito de “pescao” de Luis Bolívar. El resto fue una continuación de la línea de vulgaridad que se viene manteniendo durante toda la feria.
Y si alguien siente curiosidad, que eche otro vistazo a las corridas que quedan y entonces verá cuantos cromos nos quedan por pagar, empezando por los que se deben a la televisión oficial de la feria, para los que lo único escandaloso es que el señor presidente no conceda una oreja entre el tumulto de los isidros.
8 comentarios:
Estamos pagando las deudas de la empresa después del fracaso de Vistalegre. Después de la Feria van a saldarla e incluso a ganar mucho dinero.
J.Carlos
Luego no entenderán que vayamos cabreados a laplaza, que no cabreemos en la plaza y que salgamos cabreados de la plaza. Es que no quieren ni que tosamos si a ellos no les pinta bien.
Ni que tosamos, ni que hablemos, ni nada de nada;
Ellos quieren que seamos corderitos; un público dócil, como si estuviésemos dibujados en el tendido, muy calladitos y palmeándolo todo.
Eso sí, que sigamos asistiendo a sus cambios de cromos y que paguemos religiosamente nuestros silencios.
En definitiva, que no quieren aficionados.
Sin embargo, si que les estamos pagando sus “deudas”; en realidad, les estamos haciendo muy ricos, mientras ellos arruinan la fiesta.
Enrique, muy buena la entrada, buenísima!!
Un saludo
Gloria
La única justificación de este cartel es la misma de casi todos los del abono cautivo:”La bolsa o la vida”.
Aparte de lo que dices que se está convirtiendo en un clásico, hay otro, que ya se ha convertido, más perjudicial: aplaudir todo venga o no a cuento y, en ese todo, lo mismo entran los trapazos, los sablazos, el no picar, el ver cagarse los cabestros, el tomar el olivo un banderillero, el agarrarse al rabo un monosabio, el arrastre de toros que no han pasado por el caballo, el sacar la vara para que no se derrumbe el inválido, etc. etc.
Este es el mayor cancer, aparte el fraude imperante: aplaudir, y agradecer, toda la farsa.
Lupimon
¿Pero no habrá nadie en el entorno de Serafín Marín, que le advierta del enorme ridículo que está haciendo? ¿No se da cuenta de que es como si se pusiera una chistera con corbata y un bañador?... Siempre mezclando churras con merinas. Un saludo Enrique.
Gloria:
Sólo tenemos derecho a pagar y cuando en casos como los de estos días, de devoñución de entradas, nos ponen todas las pegas del mundo. Sólo pagar, aplaudir y callar. Triste panorama, ¿no?
Lupimon:
Aunque sea dura tu definición, lo que no es es mentira, se ajusta perfectamente a la realidad: La bolsa o la vida. Y al que dice que le están levantando la cartera encima le machacan y encima muchos de estos a los que le slevantan la cartera empiezan a tener sentimiento de culpabilidad y a preguntarse qué pueden hacer para evitar el atraco. Ya es el colmo, la víctima se siente el culpable.
David:
Yo respeto profundamente a Marín, pero estoy contigo en que no sé si esta es la mejor forma. Quizás si su toreo se acercara mucho más a la verdad y si lograra emocionar a los catalanes con su toreo, haría mucho más por la fiesta en su tierra que utilizando dos símbolos de su tierra que tienen otro sitio que no el paseíllo en una corrida de toros en Madrid, sobre todo cuando no cumple con lo fundamental del toreo.
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