viernes, 5 de junio de 2015

Que se callen los que protestan

Hasta una verónica nos dejaron ver


Llegó la tan esperada por algunos, corrida de Adolfo Martín, que podrá ser calificada de muchas cosas, pero no de buena, ni de bien presentada, ni encastada, ni dura de patas, tan siquiera, aunque tampoco se podrá acusar al ganadero de aburrir y provocar el bostezo en el tendido. Pero esto no es como para sentirse orgulloso. A la corrida le ha faltado muchas cosas que el ganadero seguro que tendrá en cuenta, no me cabe duda. En casos como este se pueden tomar dos opciones, la de callar y engrandecer lo que no ha sido, que es lo que no nos gusta que hagan los triunfalistas de la Tauromaquia 2.0, o decir lo que ha ocurrido de verdad y esperar que sirva de ayuda para que hierros como este sigan progresando y manteniendo esa lucha con otro tipo de toro que avergüenza al aficionado y daña notablemente la imagen de la Fiesta. Descubramos las carencias y colaboremos para que desaparezcan, porque en caso contrario, las miserias se acabarán comiendo lo bueno, lo mucho bueno, que hay en el toreo, convirtiendo a aquellas en los cotidiano y habitual; que esto es lo que justamente está logrando esta tauromaquia inadmisible y mentirosa.

Resulta muy habitual que estos idólatras de la tauromaquia 2.0, los profesionales y los que una, dos o hasta tres veces al año se pasan por una plaza de toros a merendar, se molesten con las protestas o inconformidad de cuatro levantiscos y que les quieran imponer el silencio y a veces también ordenar el modo entusiasmo con situaciones que no tienen un pase. ¿Motivo? Pues que el torero es paisano, que son hooligans de una figura, que van una vez a los toros y quieren vivir un triunfo, que están con el bocata liados y no les gusta que les incomoden mientras pastan, que no se concentran mientras twittean a los colegas sus impresiones del gintonic con virutas de mortadela flambeada con licor esencia de Don Simón, que no escuchan bien cuando llaman por teléfono al cuñado para decirle: “Síii, estoy en las Ventas”. Son muchos los motivos que hacen que les incomode la protesta. Aunque como le ha ocurrido hoy a servidor, a un joven castigado por la solanera le molestaba que tomara notas y mucho más que pudieran servirme para escribir en un blog. ¡Caramba!

Pero no han sido estos señores los que han mandado callar a los subversivos, también lo han hecho Diego Urdiales y Manuel Escribano, pero eso sí, bendita forma de callarnos; uno porque el toreo te deja mudo y el otro porque la emoción, el valor y la gallardía del que se siente torero te deja sin palabras. Urdiales, la pureza, el temple, la profundidad, llevar al toro, en muy escasa medida, casi no daba ni para un culín de vino, pero algo es algo. Y Escribano no amilanándose antes las dificultades de un toro, y sabiendo de sobra lo que allí había y lo que el Adolfo podía darle, no ha dudado en echar para adelante, sin importarle lo que pudiera venir.

Ya de salida Diego Urdiales parecía dispuesto a borrar el mal sabor de boca de su última tarde. Desplegó el capote para recibir al de Adolfo Martín con verónicas, echando el paso atrás, excepto en una, ganándole terreno al animal, pera acabar rematando en los medios. El toro fue suelto al caballo, casi no se puede decir que ni al relance, como sin querer, que se encuentra con el caballo. No atina el de aúpa y el toro se lleva un picotazo, y eso que casi echa la montura abajo, o para ser más exactos, el caballo a poco decide echarse al suelo. En la segunda le deja Urdiales con una larga, y el animal se va despacito y andandito al peto. Igual le rozó el palo, pero no me atrevería a asegurarlo. Igual le arañó. Parado en banderillas, comenzó el trasteo el riojano sacándoselo de las tablas por abajo y con un molinete para rematar. Muletazos de uno en uno, con el toro al que le costaba arrancarse y el matador que no acababa de dar ese pasito hacia adelante. Derechazos desde la pala, con el pico de la muleta. Pases sueltos, sin cruzarse y sin tirar del toro, para acabar muy encimista, arrancando muletazos de de uno en uno, sin ligazón. Cambia al pitón izquierdo, pero por ahí se le queda todavía más, natural lento al marmolillo, detalles en los remates y una insistencia en querer seguir con la derecha, consiguiendo desesperar más que entusiasmar, demasiado encimista y haciendo que el respetable deseara verle tomar la espada. Su segundo era una raspa muy cornalona, que dejó clara su flojedad en los primeros encuentros con los capotes. Se lo sacó Urdiales hacia fuera metiéndole en el capote. ya en el caballo el animal se lió a pegar cornadas desesperadas al peto, todas con el pitón derecho. No quería capotes, saliéndose de ellos en busca de paz. Nueva vara y la misma pelea, esta vez con el pitón izquierdo, pitón por el que cortaba en las embestidas. Se lo sacó más allá del tercio con la muleta, con dos derechazos más que aceptables y el de pecho con la izquierda, embebiendo mucho al toro en la tela. Nueva tanda con uno muy de verdad y con el tino de comenzar las series con un molinete, lo que hacía que el toro tomara el engaño con más decisión. Muletazos más al hilo del pitón y el toro acostándose por ese lado. Por el izquierdo no hubo manera y a partir de ahí, aunque cambió de mano, ya nada hubo que hacer. La estocada la cobró tirándose sin reservas detrás de la espada, el único momento en el que el torero decide si sí o si no. Urdiales es un torero con un gusto y una pureza fuera de dudas, pero en demasiadas ocasiones da la sensación de no avanzar, de quedarse atascado, de preferir que el toro se pare, no dejándole la muleta puesta para poder ligar. Quizá sea más una sensación propia y que alguien podrá aclararme, pero el caso es que a uno le deja con ganas de un poquito más.

Se apuntó Castella a esta de Adolfo, pero sin saber muy bien cómo van las cosas con este tipo de toros, con los que no hay que andar dando trapazos y más trapazos para que pase el tiempo, las cosas se hacen y punto. A su primera raspita le sacudió el capote en la jeta y en cuanto pudo allá que lo dejó. Muchas dudas para ponerlo en el caballo y con las dudas, capotazos y capotazos, para dejarlo en el sitio que estaba o peor, haciendo que el animal se fuera del sitio. En la primera vara el animal se arrancó esquivando al caballo, yéndose por el lado opuesto del peto, evitando que se le pudiera picar. En la segunda más capotazos sin sentido y cuchillada en la paletilla. Se vuelve a dar la vuelta y no hay manera de clavarle la puya. En la tercera, tardeando, se arrancó al caballo y se le pudo al menos picar mínimamente. Con la muleta Castella rondaba y rondaba, pero no sabía si era por aquí o por allí. Trapazos por abajo con poca decisión. Tanda de derechazos con el pico, para en seguida acortar las distancias y desplegar su repertorio, el péndulo, muy encimista y como se dice ahora, vendiéndolo. Otra cosa es que tuviera algo interesante que mercar. Intenta por el izquierdo, pitón por el que ya cortaba en banderillas y en cuanto que el animal vio el hueco que el francés dejaba entre tela y bulto, para allá que se fue. Cambio de mano y haciéndose muy pesado. Afortunadamente en esta ocasión no tiró a matar en los bajos, lo que es de agradecer, aunque tras un pinchazo, la estocada definitiva sí que cayó muy atrás. Al segundo suyo, un toro muy cornalón, le recibió con dos mantazos y se le marchó, para luego darse la vuelta e ir cediendo terreno hacia los medios, algo que mejor sería que lo hubiera hecho un peón y a partir de ahí, con el toro ya fijado, que hubiera ido el maestro a probarlo con su capote. Incapaz para poner el toro al caballo, capotazos y más capotazos. Bajo el peto solo le aguantaron el palo sobre el lomo, mientras le tapaban la salida y aunque mostrando fijeza, el animal se limitó a dejarse y estar allí. La siguiente solo fue señalada. Ya con la muleta, lo recogió por ambos pitones con la rodilla flexionada, para rematar la bienvenida con la izquierda. De vuelta a la diestra, pico y enganchones, con mucha carrerita para recuperar el sitio. Y una recomendación, si me lo permiten, si están dispuestos a mostrar su desacuerdo con cosas como estas, tengan en cuenta que puede haber quien esté en plena merienda o apurando el gintonic y se sienta molestado. Que no lo digo yo para que se callen, que ya se lo ordenarán ellos, sino para eso, para que sepan que a estos señores no les gusta que se opine diferente. Pero volviendo a Castella, siguió encimista, derrochando pases y más pases, sin saber a dónde quería ir a parar. Esperemos que el año que viene nos lo explique el gran triunfador de esta feria, el que ha estado presente en el momentos de mayor vergüenza desde hace mucho, aquella vuelta al ruedo a un manso, aunque en este caso, la culpa debe recaer casi exclusivamente sobre el señor Cano Seijo, que de momento sigue presidiendo corridas en esta plaza.


Si he de ser sincero, no esperaba demasiado de Manuel Escribano, pero me sorprendió y para bien. Se fue a portagayola en su primero, un gesto o una declaración de intenciones, como se dice ahora, pero que no acabo de entender, pero ahí ya dejó algo claro, que sabía desenvolverse. El toro de salida no le hizo caso, pero el torero se recompuso y le dio la larga al hilo de las tablas, pero sin quedarse perdido en el intento. El animal se estrelló varias veces contra las tablas, lo que hacía pensar en que podía estar reparado de la vista. En la primera vara simplemente se dejó, aunque prácticamente no se le castigó, mientras se le taba la salida. El segundo puyazo se redujo a un picotazo apenas señalado. Tomó las banderillas el matador, un numerito poco soportable y de mal gusto casi siempre, pero sin clavar con una pureza notable, sí se le vio que dejaba llegar mucho al toro y esa facilidad de parear por ambos pitones. Tanteo con la muleta a una mano por los dos pitones, con coladas por el pitón derecho incluidas, aparte de que se le quedaba. Cambió al pitón izquierdo y las coladas eran todavía más peligrosas. Volvió a portagayola en el sexto y una vez dada la larga, ya en pie, colada de cuidado por el pitón izquierdo. Poco cuerpo y mucha leña del Adolfo, que andaba muy suelto por el ruedo. En el primer puyazo le taparon la salida, el animal empujaba y le pegaron bien en el caballo. Un segundo puyazo trasero y el animal ya se empezaba a defender bajo el peto, señalándose sin más la vara. Volvió a tomar Escribano los palos. Dos primeros pares, cada uno por un pitón y en el tercero, escarbando y esperando mucho por el derecho puso en serios apuros al matador, que no pudo dejar ningún palo. Pero volvió a la cara del toro y le dejó un par por el otro pitón, aseado y sin mítines. El pitón derecho era para enmarcar, no había por dónde meterle mano por ese lado. Se echó la muleta a la izquierda, por ahí apretaba, la cosa se ponía fea, vuelta con la derecha, a nada se le colaba por ahí, naturales tragando quina, aguantando, el toro se quedaba debajo del matador a mitad del viaje, pero Escribano con mucha decisión le va arrancando los muletazos por ese imposible pitón derecho. Naturales a pies juntos a fuerza de tesón y de exponer, para acabar con una casi entera, tras aguantar el arreón final del Adolfo. Se le concedió una oreja que aunque no se hubiera pedido, no se podía protestar, porque en el toreo no todo es arte y composturas; si hay verdad, en el toreo caben muchas interpretaciones, pero con el toro y con la verdad. Escribano nos dejó sin palabras, pero sin mandar callar a nadie, que eso es de muy mal gusto, represor y sobre todo estúpido. Aunque siempre estará presente esa absurda aspiración de los mediocres, para que se callen los que protestan.

8 comentarios:

eltentadero.es dijo...

Buenos días Enrique,

Discúlpame, pero hoy quiero mostrar mi más absoluto desencuentro contigo, no en el contenido que normalmente coincido si no en las formas.

Esta era, sin ninguna duda, la corrida que más me apetecía de todo San Isidro, tanto por ganado como por toreros. A los grises por ser los grises, a Urdiales por su concepto y que poquitos quedan así( aunque no le veremos nunca ligar, creo yo, porque se sale de su concepto, una pena) y a Escribano porque lo vi muy bien en Sevilla con la de Victorino.

Dicho esto, hablas de hooligans, de merenderos y demás, pero no crees que hay parte de la plaza, especialmente en el tendido 7, que hace lo mismo que ellos pero desde el lado opuesto?? LA corrida de ayer un claro ejemplo de partidismo sin límites.

Evidentemente hay que exigir y protestar, pero no crees que debería ser dentro de un orden y siempre desde un respeto al profesional que está haciendo su labor, aunque la haga de manera incorrecta y también al resto de público que esta viendo con mucho interés la corrida y está constamente escuchando gritos y protestas??? Vamos, como se ha estado haciendo hasta los noventa aproximadamente.

Desde el más absoluto respeto a un aficionado como tu, que comparte abono conmigo en la grada del seis desde hace muchísimos años, no crees que yo tampoco tengo que escuchar gritos, silbidos y protestas constantemente?? Y peor aún, faltas de respeto continuadas, sin ningún tipo de criterio, tanto a toreros como al resto del público por gente que ni es aficionada ni sabe de que va este tinglao dependiendo la ganaderia o toreros que alternen.

Sinceramente creo que el nivel de Las Ventas es mínimo, que todo lo que me ha contado y enseñado mi padre es pura ficción con la realidad. De hecho el ya no viene a los toros a no ser que sea arrastrado por mi, por todo esto que comento.

Que la plaza parezca un estadio de fútbol es justamente por esos dos extremos que se están generando y que bajo mi entender hacen mucho daño a la Fiesta y concretamente a Las Ventas.

No crees que se debería protestar o recriminar en su momento justo?? No crees que se debería encarar la plaza igual sea Finito o Urdiales el que mande callar al público??? No crees que se debería protestar igual a las raspas de Victoriano del Río que de Adolfo Martín?

En fin, creo que no vamos por el buen camino, perdón por la extensión del comentario y para finalizar quiero decir que bajo mi humilde punto de vista, la oreja de ayer de Escribano fue de ley y la única bien concedida, junto con la De Joselito Adame.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Circunscribo al 100% la opinión que das en el primer párrafo sobre el comportamiento de los adolfos. A mi juicio, el principal defecto fue la falta de fuerzas, algo raro en animales tan asardinados y de poco peso, lo cuál me hace pensar que hubiera habido una "mano negra" detrás. Con otro son nos hubieran tenido en vilo porque aviesas intenciones sí que tenían algunos.

Me gustó Diego Urdiales, sobre todo en el primero, mostrando torería ante unos animales nada fáciles y que sabían lo que se dejaban detrás. Se tiró a matar sin aliviarse pero el pinchazo le privó de quién sabe qué. En mi opinión, vuelta al ruedo merecida en el primero pero ahora las "nuevas generaciones de aficionados" dan más valor a cómo caiga la espada que a la ejecución de la suerte. ¿Qué dirían Corrochano, Cañabate and company?

Escribano no me gustó en el tercero pero sí en el sexto. No pedí la oreja pero jamás se me ocurriría protestarla. Faena de pundonor, tesón, poder y valor, no exenta de ciertos pasajes de cierta torería.

A Castella, lógicamente, le vi perdido con este tipo de toros. No es el carretón habitual al que está acostumbrado pero tampoco le vi perdido. Le vi con ganas de agradar y no le vi miedoso. No comprendo las protestas del respetable. Queremos que las figuras toreen estos encastes pero, cuando lo hacen, les protestamos. No esperaba más de él, no es lo mismo torear "valdefresnos" que adolfos pero al menos se le vio disposición. La pena es que las figuras no toreen más este tipo de corridas, con el tiempo más de uno saldría airoso.

Ayer con un viejo aficionado comentábamos la similitud de los nombres de los toros con otros de la misma ganadería. Recordábamos a Aviador, Buscador, a los dos Mulilleros que me recordaban aquel gran toro que lidió Encabo y por el que fue pitado. Y gracias a la sabiduría y experiencia de mi compañero, me recordaba a aquel Baratero, no de la ganadería de Adolfo, sino de la de Victorino con la cuál cuajó una gran faena Andrés Vázquez. Recordando a Andrés Vázquez cuando le decían que no era él el poseedor del record de torear victorinos decía: "yo no he llegado a los números de Ruiz Miguel y algún otro pero las corridas de Victorino que yo toreaba valían por cinco de las suyas".

Saludos Enrique y os deseo una buena tarde de toros.
J.Carlos

P.D: por cierto, sí que había revuelo ayer por vuestra zona. Es que el sol os altera mucho, jeje

MARIN dijo...

Enrique:
Me gustó Urdiales y, como no, Escribano que estuvo hecho un tio con un pavo de cuidado. Ya no sé si llamar a ese último toro encastado o no, porque he perdido un poco la noción de lo que es la casta, pero bueno.

Yo como tu sabes, me he convetido al judaismo, y para mi, todo lo que no sea un indulto por tarde con coces incluidas en el peto...NO ES NAAAAAAAAAAAA.

Un abrazo!!!!!

Enrique Martín dijo...

El Tentadero:
Son muchas cosas a las que responder. Del 7 poco hay que decir, pues el 7 ya no existe, quedan voces y nada más y es verdad eso de que a uno le protestan por ser quién es y a otros no. Pero eso ya viene de largo, de la misma forma que se aplaude por el programa, pues ya me dirás los pares que se le han aplaudido a Juan José Trujillo o los puyazos de Tito Sandoval.
Sobre lo del respeto, depende a lo que tú llames respetar o no. Si el respeto es el silencio y callar, eso para mí no es respeto, es sumisión y respecto a lo de Madrid de los años 90, quizá tendrían que haberte contado algo más, pues en esta plaza en particular, siempre se ha protestado, en el momento que tocaba, durante la lidia, cuando no se cumplía con el reglamento y además de forma muy dura. Pero no era el 7, eran las andanadas, loas gradas, la sombra, sí, la sombra, especialmente dura, lo que ha cambiado el cuento. Ha habido toreros que han acabado llorando, no por la dureza del público, sino por su falta de respeto a este en un momento determinado. Recuerdo como a Dámaso González se le contaban los pases, pero luego resultó que Molés y otros cuantos le hicieron maestro. No sé si te habrán hablado del Ronquillo. Pero de la misma forma, se entrega la plaza como nadie imaginaba y los matadores y los ganaderos tenían dignidad y se hacían respetar y el público venía a ver toros.
Claro que no tienes que aguantar las protestas continuadas, pero, ¿eso quiere decir que los demás tienen que aguantar el que les estén engañando casi permanentemente y el que los tendidos se llenen de palmeros satisfechos? Que lo que no se puede es demonizar la protesta, porque de la ausencia de esta solo se benefician los golfos, los tramposos y los mediocres. Y si a esto unimos los que creen que la felicidad es ver cortar orejas, pues así nos va. Porque también me gustaría saber cuantas tardes, especialmente las de las figuritas, no han faltado al respeto al Toreo, a los que pagan por ver un espectáculo y que les dan otros. ¿Por qué se tiene que callar la gente cuando todas las tardes les cobran un precio por la entrada y les roban las dos terceras partes por sistema? Lo extraño es que no proteste mucho más la gente. Pero claro, si ya admitimos que los toros vengan mermados, que no haya lidia, que no haya tercio de varas y que con la muleta te toman por tonto y te engañan, ¿cómo no se va a protestar? ¿Por qué a unos señores les duele a sus oídos? Pues entonces no nos quejemos de todo lo que pasa, ni si los políticos arrinconan esto, si los antitaurinos nos acosan, si no hay espacio en los medios. Si se lo estamos poniendo en bandeja. Y el problema es que se protesta y encima nos quieren convencer de que ahora somos unos maleducados ignorantes, justo cuando esta plaza se ha convertido en una basura sin dignidad. Por favor, no me hablen de respeto por las protestas, cuando estamos como estamos. ¿Qué respeto hay en la corrida que mandó Adolfo Martín? Respeto y resulta que los hay que están encantados con lo de Juan Pedro y Parladé, ¿pero esto es en serio o se están choteando de nosotros? Pero aún así, todavía quieren que estemos más callados y sumisos. Pero eso es pedir demasiado, ¿no?
Un abrazo y de nuevo gracias por volcar aquí tus opiniones, con respeto y sinceridad.

Enrique Martín dijo...

J. carlos:
Pues yo sí que entiendo las protestas, pero solo te explico las mías, porque las de otros ya me pillan lejos. Yo protesté a Castella, porque a cada muletazo me quería engañar, se lo quería pasar allá por Cuenca y ponerse garboso cuando ha pasado el toro, no me vale. Porque anduvo perdido durante toda la lidia, dejando a los animales a su aire. Ya sé que no le da para más la cosa, pero si no puede o no sabe, que se prepare o que aprenda. Que yo valoro la disposición, claro que sí, y por eso no puedo con el que me quieran timar. Escribano por contra, demostró absoluta entrega, con un animal de mucho cuidado, sabiendo lo que allí daban y siguiendo para adelante.
La bronca era a causa de unos señores respetables a los que les molestaban los pitos, que se permitieron el lujo de mandar callar y a veces hasta indicaron lo que había que aplaudir. Exigían respeto, que traducido a los hechos, significaba: "cállate tú y yo haré lo que me parezca, como si quiero levantarme a mitad del toro a pedir bebida o para estirar las piernas" Ese es el respeto, que te guste lo mismo que a mí y no otra cosa.
Ya ves, así estamos con mucho respeto y poca educación y poco sentido de la libertad.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Lo pero es que ese sentido de trámite molesto del caballo lo tiene ya casi todo el mundo. Se admite que si un animal no aguanta en pie, no se le pique. QUe ese no sería el problema. El problema es que ya no aguanta ninguno el que se le puedan dar no tres puyazos, bastaría con los dos de este reglamento mermado y para mentes respetuosas.
Un abrazo y no me creo que te hayas convertido. Ni de coña.

eltentadero.es dijo...

Buenas tardes Enrique,

Claro que se del Ronquillo y de esa voz que salia de la andanada del 8 gritando " ese peón a su sitio" y tantas otras cosas. Eso para mi no es una falta de respeto, es querer hacer respetar unas normas. Es más, por lo que tengo entendido las hacia en el momento justo y con todo el respeto.

Coincido contigo en que no se puede permitir que te engañen, pero creo que hay otras formas de denunciarlo.

El siete, para mi, este año ya ha perdido la poca credibilidad que tenia. Van predispuestos antes de la corrida a quien aplaudir y a quien boicotear. Y eso ni es afición ni es respeto por la tauromaquia ni la primera plaza del mundo.

Y también coincido en que para que nos vamos a quejar de lo de fuera con todo lo que tenemos dentro. Deberíamos aunar fuerzas en conseguir erradicar lo que hacemos mal para poder mostrarlo al exterior. Y esto creo que se consigue uniéndonos para crecer.

Un abrazo y gracias por tu afición y dedicación.

Enrique Martín dijo...

El Tentadero:
Lo del 7 es para mirarlo con detenimiento. Antes podían estar equivocados o no, pero se veía criterio y coherencia. Ahora lo mismo se ponen a protestar un toro que se cae dos veces, sin mirar otras cosas, ni tan siquiera por qué y cuándo dobla las manos. Si llega tal torero, se le aguanta por sistema, que no digo yo que no sea bueno tener debilidades, pero el mantenerlas contra viento y marea y negarse a la realidad, eso puede parecer otras cosas. Pueden ser los tiempos, que nos hacen perder el norte a casi todos. Lo que sí te aseguro es que en el 7 ha habido muchos y más mejores aficionados de los que hay ahora. Igual es que se les han infiltrado demasiadas excursiones de japoneses, seguro.
Y sobre la unidad, es una cosa a la que yo me resisto, al menos en lo de los pensamientos únicos. Si la unidad es aguantar el dictado de los que ahora nos imponen sus cosas, pues mal vamos. Quizá habría que plantearse muy en serio si esto, tal y como está ahora, olvidándonos de los intereses económicos de los del negocio, resiste la más mínima critica de los ajenos a la Fiesta. Quizá puede parecerles más cruel de lo que nos parece a nosotros y quizá tienen muy a huevo el pensar que el toro está indefenso. Me dirás que es una barbaridad, claro que sí, pero habiendo un toro en la plaza, por malo que sea para la lidia y por todas las complicaciones que presente, si es un toro íntegro, ese no da pena, da respeto e infunde admiración. Y otra vez te he metido un rollo de cuidado. Con las pocas ganas que tenía de hablar de toros, pero está visto que a la más mínima propuesta inteligente que se me haga sobre esto, me lanzo. A ver si me va a resultar imposible desligarme de todo esto.
Unabrazo y gracias por estar ahí de esta manera