martes, 26 de enero de 2016

Al final, se acabó rajando

Si el toro no aguanta esto, ¿qué más da lo que dure?


En esto de los Toros, perdón, la Tauromaquia, de un tiempo a esta parte uno escucha unas cosas que le dejan entre asombrado y pensativo. A veces incluso me asombro de haberme puesto a pensar. Cuando aficionados, toreros e incluso ganaderos hablan del toro, no es infrecuente eso de que lo bueno es que el toro aguante hasta el final. Claro que sí y yo digo más, el toro siempre aguanta hasta el final y no pretendo imitar a Perogrullo, pero la cosa es así y punto. Otra cosita es dónde cree cada uno que debe estar el final. ¿Después de tres días de faena y mil quinientos trapazos? Eso no hay animal nacido de vaca que lo pueda soportar. Si acaso, para acercarse a tal marca casi olímpica, el camino tiene que ser no llano, sino cuesta abajo y con el piso que resbale, a ver si así el animalito llega a la meta. O lo que es lo mismo, anulamos los tres tercios, obviando sobre todo el tercio de varas, no se le somete ni por equívoco con la muleta y a ver si así llegamos a esa cifra mágica de la modernidad.

La cosa en si misma ya parece poco recomendable, te quito dos partes del show con el único fin de alargar sin sentido la última parte. Vamos, que es como si en una película del oeste nos dicen que el chico rubio es el prota, la chica monina es la prota, el moreno cejijunto el malo, aquí el rancho del padre de la chica, el caballo del chico y a los diez minutos nos ponen la boda. El moreno enfurruñado, la chica feliz, el chico entusiasmao, el padre que no se lo cree, el caballo que no se entera de nada y dos horas de ceremonia, así a palo seco. ¡Qué gran película! ¿Que no se han enterado de nada? ¿Y qué más da? Lo importante es que haya boda, que los mozos sean felices y coman perdices y aquí paz y después gloria. No, ¿verdad? ¿Y por qué tragamos lo mismito en una corrida de toros?

Volvemos a la cantinela de siempre, nos roban dos tercios y todos callados. Y es que no se le puede picar al toro, no vaya a ser que perdamos quinientos trapazos y casi no pasemos del millar. Lo de ir tres veces al caballo no es que sea una utopía, es que lo han convertido en una aberración. Imagínense ustedes. Pero es que si no, el toro no dura hasta el final, hasta su final, hasta el final que no sé que mente tan perversa como despejada ha establecido en una letanía insoportable de mantazos al viento. El toro se supone, solo se supone, que debe aguantar un tercio de varas en el que se le pueda ver, que demuestre su bravura al menos entrando tres veces al caballo y en el que se pueda ahormar la embestida del animal; después recibir tres pares de avivadores y finalmente, en el tercio de muerte, una faena de una veintena de pases, tanda más o tanda menos, para concluir con una estocada. ¿Cuánto más tiene que aguantar, que durar, un toro? Y por si fuera poco, él es quién debe marcar el final, no el preclaro que decide que debe llegar tras el trapazo un millón. Él, el toro, es quién pedirá la muerte y el matador quién debe percatarse de ello y montar la espada para concluir la lidia. Ni más, ni menos.


¿Qué supone esta duración impuesta por no sé quién, ni por los gustos de no sé qué tipo de público? Pues principalmente el robarnos una parte importante de la lidia, del espectáculo, una parte que cuando se desarrolla con verdad levanta a la gente de sus asientos, engrandece a los toreros y enaltece al toro, máximo protagonista del tercio, de la lidia y de la Fiesta de los Toros. La pantomima nos evita además, el poder ver al toro, el observar su condición y no tener que empezar a adivinar y espetar vaticinios infundados y sin fundamento. Y aunque a muchos les parezca que el último tercio seguiría invariable, excepto por la exagerada extensión de las faenas, es en esta fase de la lidia en la que más se resiente la Fiesta, pues pasamos del toreo puro, del verdadero en el que cada muletazo es una oportunidad de dominar y someter al animal, a un baile, una danza en la que el principal protagonista pasa a ser un monigote vestido de luces y el de las patas negras un simple colaborador, una parte más del atrezzo de la Tauromaquia 2.0. Pensarán que es duro, irrespetuoso o cómo quieran calificar eso de monigote vestido de luces, pero es que a esos señores me cuesta mucho llamarlos matadores de toros y tratarlos con el respeto y máxima admiración que me merecen. Esos que dirigen la lidia, que la miden, miden el castigo, las distancias y los terrenos, desarrollando el toreo y será por eso que obedeciendo al toro se entregan en la suerte suprema cuando este lo manda y por eso no tenemos que escucharles eso de que al final, se acabó rajando.


Enlace de Tendido de Sol del 25 de enero de 2016:
http://www.ivoox.com/tendido-sol-25-ene-2015-audios-mp3_rf_10188376_1.html

2 comentarios:

Raul Sanchez dijo...

Buenisimo.
Dentro de tu campaña a alcadable, igual era buena idea una parada tecnica entre pase 222 y 223.Para el gintonic con pepinillo al aroma de berberecho.

Enrique Martín dijo...

Raúl:
Pues no te creas que no tomo nota, porque no todo va a ser sufrir y sufrir. A propósito, a raíz de tu comentario, estaría bien que se parara a mitad de faena para merendar.
Un saludo