Si el toro no aguanta esto, ¿qué más da lo que dure? |
En esto de los Toros, perdón, la Tauromaquia, de un tiempo a
esta parte uno escucha unas cosas que le dejan entre asombrado y pensativo. A
veces incluso me asombro de haberme puesto a pensar. Cuando aficionados,
toreros e incluso ganaderos hablan del toro, no es infrecuente eso de que lo
bueno es que el toro aguante hasta el final. Claro que sí y yo digo más, el
toro siempre aguanta hasta el final y no pretendo imitar a Perogrullo, pero la
cosa es así y punto. Otra cosita es dónde cree cada uno que debe estar el
final. ¿Después de tres días de faena y mil quinientos trapazos? Eso no hay
animal nacido de vaca que lo pueda soportar. Si acaso, para acercarse a tal
marca casi olímpica, el camino tiene que ser no llano, sino cuesta abajo y con
el piso que resbale, a ver si así el animalito llega a la meta. O lo que es lo
mismo, anulamos los tres tercios, obviando sobre todo el tercio de varas, no se
le somete ni por equívoco con la muleta y a ver si así llegamos a esa cifra
mágica de la modernidad.
La cosa en si misma ya parece poco recomendable, te quito
dos partes del show con el único fin de alargar sin sentido la última parte.
Vamos, que es como si en una película del oeste nos dicen que el chico rubio es
el prota, la chica monina es la prota, el moreno cejijunto el malo, aquí el
rancho del padre de la chica, el caballo del chico y a los diez minutos nos
ponen la boda. El moreno enfurruñado, la chica feliz, el chico entusiasmao, el
padre que no se lo cree, el caballo que no se entera de nada y dos horas de
ceremonia, así a palo seco. ¡Qué gran película! ¿Que no se han enterado de
nada? ¿Y qué más da? Lo importante es que haya boda, que los mozos sean felices
y coman perdices y aquí paz y después gloria. No, ¿verdad? ¿Y por qué tragamos
lo mismito en una corrida de toros?
Volvemos a la cantinela de siempre, nos roban dos tercios y
todos callados. Y es que no se le puede picar al toro, no vaya a ser que
perdamos quinientos trapazos y casi no pasemos del millar. Lo de ir tres veces
al caballo no es que sea una utopía, es que lo han convertido en una
aberración. Imagínense ustedes. Pero es que si no, el toro no dura hasta el
final, hasta su final, hasta el final que no sé que mente tan perversa como
despejada ha establecido en una letanía insoportable de mantazos al viento. El
toro se supone, solo se supone, que debe aguantar un tercio de varas en el que
se le pueda ver, que demuestre su bravura al menos entrando tres veces al
caballo y en el que se pueda ahormar la embestida del animal; después recibir
tres pares de avivadores y finalmente, en el tercio de muerte, una faena de una
veintena de pases, tanda más o tanda menos, para concluir con una estocada.
¿Cuánto más tiene que aguantar, que durar, un toro? Y por si fuera poco, él es
quién debe marcar el final, no el preclaro que decide que debe llegar tras el
trapazo un millón. Él, el toro, es quién pedirá la muerte y el matador quién
debe percatarse de ello y montar la espada para concluir la lidia. Ni más, ni
menos.
¿Qué supone esta duración impuesta por no sé quién, ni por
los gustos de no sé qué tipo de público? Pues principalmente el robarnos una
parte importante de la lidia, del espectáculo, una parte que cuando se
desarrolla con verdad levanta a la gente de sus asientos, engrandece a los
toreros y enaltece al toro, máximo protagonista del tercio, de la lidia y de la
Fiesta de los Toros. La pantomima nos evita además, el poder ver al toro, el
observar su condición y no tener que empezar a adivinar y espetar vaticinios
infundados y sin fundamento. Y aunque a muchos les parezca que el último tercio
seguiría invariable, excepto por la exagerada extensión de las faenas, es en
esta fase de la lidia en la que más se resiente la Fiesta, pues pasamos del
toreo puro, del verdadero en el que cada muletazo es una oportunidad de dominar
y someter al animal, a un baile, una danza en la que el principal protagonista
pasa a ser un monigote vestido de luces y el de las patas negras un simple
colaborador, una parte más del atrezzo de la Tauromaquia 2.0. Pensarán que es
duro, irrespetuoso o cómo quieran calificar eso de monigote vestido de luces,
pero es que a esos señores me cuesta mucho llamarlos matadores de toros y
tratarlos con el respeto y máxima admiración que me merecen. Esos que dirigen
la lidia, que la miden, miden el castigo, las distancias y los terrenos,
desarrollando el toreo y será por eso que obedeciendo al toro se entregan en la
suerte suprema cuando este lo manda y por eso no tenemos que escucharles eso de
que al final, se acabó rajando.
Enlace de Tendido de Sol del 25 de enero de 2016:
http://www.ivoox.com/tendido-sol-25-ene-2015-audios-mp3_rf_10188376_1.html
2 comentarios:
Buenisimo.
Dentro de tu campaña a alcadable, igual era buena idea una parada tecnica entre pase 222 y 223.Para el gintonic con pepinillo al aroma de berberecho.
Raúl:
Pues no te creas que no tomo nota, porque no todo va a ser sufrir y sufrir. A propósito, a raíz de tu comentario, estaría bien que se parara a mitad de faena para merendar.
Un saludo
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