Su bienestar nos preocupa más de lo que algunos puedan pensar. Llega a convertirse en un motivo de nuestras vidas |
¡Feliz San Antón a todos los animalitos de la creación! Y
aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, doña Inés Sabanés aprovecha
la oportunidad para pedir a la Comunidad de Madrid que aclare cuáles son los
límites de lo que se considera maltrato animal y lo que se ha dado en llamar su
bienestar, sin dejar de lado a la Fiesta de los Toros. No me dirán que no es
admirable la propuesta de doña Inés. Siempre ha sabido muy bien lo que se hacía
y en este caso, no iba a ser menos. Así, de un plumazo, saca los Toros de la
barra del bar, de la anécdota animalista de señoras y señores desnudos en la
calle embadurnados con pintura carmesí, para introducirlo en al ámbito
legislativo. Ahí sí que puede ir directamente contra la Fiesta, poniendo las
bases de la abolición, sin tener que andar con eso de las manifestaciones
multitudinarias, que no es el caso, ni del mayoritario apoyo popular, que de
momento tampoco es la cuestión; más bien parece que ganaría el bando de los
apáticos que el de los ruidosos activistas. Y lo que es peor, no creo que
ningún político vaya a plantar cara a semejantes propuestas con argumentos de
peso, con convencimiento y sabiendo qué es lo que los Toros necesitan,
separándolo del interés de los que luchan exclusivamente por su negocio. De
estos se puede esperar cualquier cosa. No me veo a las figuras peleando por el
toro, no va con ellos, lo harían por “su arte”, “su cultura”, “su tradición” y
“su saca”. Que ya pueden obligarles a no matar el toro en la plaza, ya pueden
llamarles asesinos en serie en su jeta, que si no ven peligrar “su pasta”,
tranquilos, no moverán un dedo.
La cuestión es delimitar eso del maltrato y bienestar
animal. Quizá sea más fácil de lo que creemos, aunque a lo mejor el delimitar
la cuestión podría molestar a más de uno y hasta podría ser que se le
complicara la vida a esos que tanto aman a los animales. Podríamos hablar de
que el maltrato y bienestar animal se empieza a producir en el momento en que a
los animales se les obliga a vivir sin que se respete su condición natural, una
forma de vida que respete sus condiciones naturales y que no reprima sus
instintos innatos, que no le aleje de su medio natural y que no tenga que
incorporar comportamientos ajenos a su especie y a su condición de animal,
respetando su derecho a serlo hasta el momento de su muerte, sin que su vida y
modo de vida dependa de estos cambios y adaptaciones a un medio para el que
genéticamente no están dotados. Con estricta observancia de estos preceptos
hasta el momento del sacrificio de estos animales para el consumo humano.
Vayamos al caso del toro de lidia. Desde que nace, hasta que
muere en la plaza, no existe ningún intento de modificar sus condiciones
naturales, ni de sus instintos, que, no se sabe por qué, le impulsan a atacar a
todo aquello que se le acerca, ya sea para darle un beso o un muletazo. Y
aprovechando tal hecho, durante la lidia el hombre intenta canalizar tales
impulsos hasta el último momento, el de la estocada. El ganado de lidia nace en
el campo, se le mantiene con la manada hasta el año de vida, para a partir de
ahí pasar a hacerlo con sus hermanos de camada, durante uno, dos, tres y hasta
cuatro años más. Y siempre en la dehesa, en el medio natural en el que ha
venido viviendo los últimos miles de años. Según restos fósiles, en las cuencas
de los ríos donde ahora se cría el toro de lidia, podemos estar hablando de
unos 50.000 años. Mucho más de lo que los hurones, los huskies, los chow chow,
las iguanas o los agapurnis llevan viviendo en la península ibérica. Que puede
darse el caso que a los animalistas les sea más difícil explicar eso del
bienestar animal en un piso de Canillejas, Moratalaz, la Prospe o Aluche, que a
un criador de bravo del Campo Charro. Que hasta puede que si se consultara a
algún psicólogo animal (¡Madre mía!, me horroriza solo decirlo), lo mismo nos
descubre que una mascota no goza de todo el bienestar necesario si está
encerrado en un piso durante todo el día, saliendo solo por la mañana y por la
noche para hacer sus cositas y sus cosazas. Que eso de tratarle como un ser
humano le desquicia más que le beneficia y que vivir a más de cuarenta grados
de lo que siempre lo ha hecho su especie, sin permitirle desarrollar su
instinto de caza, de vida en manada y de integrarse y hacerse con su lugar en
esta, digo que esto, puede que sea una forma de maltrato animal y que se aleje,
pero mucho, de su ideal de bienestar. Pero claro, a estos animales les podemos
subir al sofá, meterlos en la cama, ponerles un jersey a rayas y dar besos en
el hocico y a un toro, una vez superados los quince días de vida, pues, ¿qué
quieren que les diga? No es recomendable. Aunque de momento tenemos que fiarnos
de doña Inés Sabanés, de otros compañeros de escaño suyos y de si la viabilidad
de los Toros depende de un puñado de votos, de algún que otro acuerdo de
gobierno o vaya usted a saber, sin que creo que realmente salgan a la luz unos
criterios con sentido común que aclaren cuáles son los límites del maltrato y
el bienestar animal.
Enlace programa Tendido de Sol del 18 de enero de 2016:
http://www.ivoox.com/tendido-sol-18-ene-2015-audios-mp3_rf_10109406_1.html
Enlace programa Tendido de Sol del 18 de enero de 2016:
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