A veces no hay otro camino que lidiar sobre las piernas |
Algunos dicen que corridas como estas, la de Saltillo, son
las que gustan a los toristas, dando por supuestas dos cosas que se basan en un
error, el que haya toristas tal y cómo ellos lo entienden y el que corridas
como la que mandó don Joaquín, puedan hacer disfrutar a alguien. Una corrida
que respondía al criterio del toro que debe embestir con generosidad, chiquito,
con cierto aspecto anovillado y con mucha movilidad. ¿A que esto es jugar
sucio? Pues sí, lo reconozco, muy sucio, pero es para que vean como en esto de
los toros no es posible aplicar verdades absolutas, porque como he dicho otras
veces, en esto de los toros, la única verdad absoluta es que no hay verdades
absolutas. No creo que nadie se haya divertido, ni disfrutado, ni nada por el
estilo, pero sí conmocionado, pues el espectáculo ha sido de aúpa, toros
imposibles, mansos, complicados, ¿qué digo? complicadísimos y toreros poniendo
sobre la mesa todos los recursos con que contaban, que tampoco eran demasiados.
Eso sí, no creo que haya mucho matador en el escalafón que pueda hacer frente a
una corrida de este corte.
La de Saltillo ha sido una corrida que no se veía desde hace
décadas. Aficionados habituales no recordaban haber visto nunca foguear a un
toro, se les desmoronaban esas reglas que en su ideario figuran como monolitos
inmutables y que de repente no solo han visto como se desmoronaban, sino que
hasta parecía que era la lógica la que imponía por pura necesidad, como lo ha
sido al ver a un picador traspasar esas rayas sacrosantas del tercio, porque al
toro había que picarlo, había que ir a por él, porque si no sería una empresa
inútil. O cómo un banderillero ha parado a un toro de salida, en lugar del
matador, tal y como sucede desde hace unos años. Con estos dos detalles parece
como si esa juventud hubiera comprendido que en esto de los toros la
flexibilidad debe ser real y el sentido común el que impere.
Sánchez Vara solo tenía esta corrida en la feria y puede que
sea la única de la temporada en Madrid y una de las pocas que mate en todo el
año. No sé si esta es el premio o el castigo a este torero, porque visto lo
visto, hasta puede parecer esto último. Tanteó a su primero de capote para no
conseguir fijarle, iniciando el caos en el que luego se convirtió el ruedo. En
la primera vara el toro peleó mientras le hacían la carioca, mucho capotazo, le
dieron más distancia en la segunda, pero el Saltillo no estaba “colaborador” y
se largó buscando terrenos próximos a la salida. En el de puerta se lió a tirar
cornadas y a darle vueltas al caballo, queriendo quitarse el palo de encima y
sin tan siquiera llegar al peto. Volvieron al de tanda, desde muy cerquita,
pero nanay de que le hicieran pupa. Multitud de capotazos, vuelve a notar la
puya, se repucha y se acaba yendo. ¡Uff! En banderillas defendiéndose y
esperando a que le llegaran. Sánchez vara empezó a muletearle tirando de pico,
mientras el Saltillo no se entregaba jamás; algunos echaban de menos un
macheteo eficaz por abajo, pero ese no llegó. Por el izquierdo se le venía al
pecho al matador, siempre con la cara alta.
Alberto Aguilar recogió al corretón segundo con unas
verónicas alargando los brazos, intentando prolongar el viaje del toro, pero
este seguía correteando; fue el matador a los medios a capotearle por abajo
intentando fijar aquel abanto que nadie podía sujetar. Una primera vara en
mitad del lomo para que saliera a escape a toriles. La segunda al relance,
tapándole y convirtiendo aquello en una carnicería, clavando dónde pillara, sin
acertar en el morrillo y siempre muy trasero. Aguilar comenzó el trasteo por
abajo, rodilla en tierra, enganchones, la muleta torcida y a base de trallazos.
Muchas carreras para recolocarse a cada pase, echándoselo siempre para afuera,
poniéndose hasta pesado con un toro que no tenía nada y que había que despenar,
lo que le costó , llegando a escuchar hasta dos avisos de la presidencia.
José Carlos Venegas debía venir, como tantos, con la
esperanza de quedar bien y poder hacer una temporada medio aceptable, pero
seguro que no se esperaba lo que le iba a venir por delante. Un Saltillo
anovillado, pero con una cara de meter miedo que no se cuántos de luces
aguantarían. De salida ya empezó a dar vueltas por el ruedo, ante las dudas del
matador que no acababa de verlo claro para meterle el capote. Suelto, al hilo
de las tablas, se encontró con el caballo, le tiró un derrote y siguió camino;
aquello era un tremendo desbarajuste, del que no sé si el matador estaba
tomando nota para el último tercio. No iba al caballo ni al relance
estampándole contra el peto, contra el que cabeceó con desesperación, para
volver a tomar la huída. Otro intento en el que hacía la puerta, al que llegó
escapando desde el otro extremo del ruedo, topó y fueraaa, lo mismo al titular,
no permitiendo más que le soltaran un picotazo con la puya, al reserva y el
toro sin picar y el matador como mero espectador. El pánico se apoderó del
ruedo, tirando arreones a los banderilleros, que se la jugaron, destacando
David Adalid, exponiendo una barbaridad. ¿También se puede uno sentir torero
con estos marrajos? Pues parece ser que sí. En la muleta se cruzaba mucho por
el pitón derecho que a medida que avanzaba la faena iba de imposible a mucho
peor que imposible. Mal picado, mal lidiado y Venegas empezando a pagar las
consecuencias. El toro escapaba siempre al abrigo de las tablas y el de Beas
detrás, intentando ponerse a dar naturales, no sé cuántos del desprecio dio; lo
del derecho se estaba convirtiendo en un gran problema, a no ser que el matador
se manejara con la izquierda para entrar a matar. Muy distraído, siempre con la
cara alta, sin amagar el humillar, muletazos a pies juntos, dando la sensación
de no estar dándose cuenta de lo que allí se estaba cociendo. Llegaron a
toriles, Venegas hizo un conato de macheteo, pero quedó en nada. Y empezó el
calvario de la espada, en el que no es que fuera difícil atinar, es que la
complicación empezaba al querer cuadrar al toro, muy entero y que no metía
jamás la cabeza en los engaños. Sin recursos, el matador fue oyendo el primero
y segundo aviso. Cobró entonces una entera contraria, pero ya no había tiempo,
sonó el tercero y el toro se fue para adentro. Hubo quien le ovacionó, quizá
eso sea excesivo. Puede que lo del respetuoso silencio fuera lo que más mesura
podía aportar. El que te echen un toro al corral siempre es una mancha para un
torero, pero si paramos un segundo en las condiciones del animal, igual hasta
puede encontrar cierta comprensión en los aficionados.
Con la plaza conmocionada y aún comentando lo del toro
anterior, salió el segundo de Sánchez Vara, a ver si este ofrecía algo más,
pero ya de salida empezó amagando y sin tomar el capote. De primeras se fue
suelto al picador de puerta, que casi le arranca las orejas con la puya. Le
pudo pegar mientras corneaba el peto; en
la segunda ya en terrenos del seis, apenas le tiró tres navajazos
traperos, más un embate al reserva, que no le pilló. Acertadamente y sin perder
el tiempo, el presidente sacó el pañuelo rojo, que precedía a las viudas. ¿Cuánto
hacía que no se fogueaba a un toro? Esa era la pregunta que muchos se hacían,
¿la tarde de Joselito del 2 de mayo? Aquel par de Carretero. Pero al Saltillo
aún le quedaba ímpetu para tirar un derrote al caballo en toriles. No atendía a
los capotes, que iban cayendo por el ruedo al paso de este marrajo avieso.
Estaba muy peligroso, un verdadero barrabás, al que intentaron parear de
frente, pero eso era ser demasiado ingenuo, cuatro palos de cuatro entradas, a
la media vuelta, que para estos casos y otros parecidos, la tauromaquia ha
previsto de siempre recursos con los que poder a los toros complicados y hasta
a los imposibles. Sánchez Vara no se anduvo con contemplaciones y tras intentar
probar las inexistentes embestidas del perla este, tomó la de verdad y se fue a
por él. Sorprendió que vistos los antecedentes saliera con el estoque simulado,
pero bueno, la esperanza es lo último que se pierde. Una entera habilidosa, con
todos los defectos del mundo, pero ¿qué quieren que les diga? En estos casos
hay defectos que hay que pasar por alto, porque lo primero es lo primero y
estarse ahí en medio para que uno de estos te lleve por delante, es estúpido e
insensato. Esto también es oficio y Sánchez Vara supo tirar de él.
El cuarto, para Alberto Aguilar, ya de salida escapaba a los
capotes, se emplazó en los medios tirando a chiqueros, como esperando a ver
quién le echaba un cuarto a espadas y se atrevía a irle con un capotillo. Tuvo
que ser César del Puerto quién le metiera en el engaño por abajo, una, dos tres,
doblándose y doblándole. Extrañaba a los más jóvenes que no hiciera esto el
maestro, pero así era antes, este observaba y el peón le mostraba al toro. No
se estiró Alberto Aguilar, no estaba la cosa para eso, pero si lo llevó al
caballo metido en la tela y tirando de él. Le cogió bien con el palo Juan
Carlos Sánchez, infringiéndole el castigo debido y soportando los continuos
derrotes en el peto. En el segundo encuentro se repuchó nada más sentir el
palo. Se dio la circunstancia de que el pica salió fuera de la raya en las dos
varas, ante el enfado de muchos, pero había que picar, como fuera. El sentido
común decía que había que pillarle, al menos una vez y darle lo suyo, porque
igual luego ya no había ocasión. Yo sé que el que el picador rebase la raya indigna
mucho al personal y a mí tampoco me agrada cunado eso lo hacen en otros casos
persiguiendo a un moribundo borreguito al que el maestro ordena masacrar, pero
en casos como este, leña al mono. Y Juan Carlos Sánchez rebasó la línea, pues
bienvenido. Esperaba en banderillas y hacía hilo con los banderilleros. Se
arrancaba como un tren a la muleta de Aguilar, que le toreó arrebatado con la
derecha, aguantando los arreones del que tenía delante. Escarbando,
pensándoselo mucho y el madrileño allí firme. Le costaba un mundo arrancarse
para el primer muletazo y el matador tuvo que inventarse recursos para provocar
esa primera embestida y luego quedarse con la muleta puesta para intentar
torearle, con mucho valor y mucha verdad. Cada vez se ponía más difícil, muy peligroso.
Se lo quitó de encima como pudo y todos respiramos y Alberto Aguilar más a
gusto que ninguno y seguro que se sentiría satisfecho.
Y salía el sexto, los relojes no existían, las pipas no
crujían, los yintonis no volaban y Venegas tenía que reponerse a lo sucedido en
su otro toro, justo después de ver lo sucedido en los dos anteriores a este. EL
panorama era de todo, menos halagüeño. Hasta parecía que el toro podía ir de
largo en los capotes, como todos sus hermanos cabeceó, queriendo quitarse el
palo del lomo, le tapa la salida, el toro se da la vuelta y acaba derribando.
En la segunda vara parecía una devanadera tirando cornadas al peto y el picador
persiguiéndole por el ruedo para poder enganchar. David Adalid volvió a dar una lección con los palos y otra de torería, cuando le requerían para saludar, pero él estaba a lo que estaba, en aquello que estaba en el ruedo y no daba lugar a otras cosas. Ya con la muleta, pases
destemplados, banderazos al aire, pases aperreados, latigazos, cambió a la mano
izquierda para aguantar los arreones que tiraba sin humillar jamás. En uno de
estos le arranca la muleta, lo mismo por uno que por otro pitón, al final tomó
la espada para terminar con aquel quinario innecesario. No creo que nadie se
haya podido sentir satisfecho de la corrida que ha mandado don Joaquín Moreno
Silva, ni tan siquiera los carniceros, pues no andaban muy sobrados de carnes.
El ganadero seguro que no, los aficionados, tampoco y esos amantes de la
Tauromaquia 2.0, esos que dicen que si estas son las corridas que nos gustan,
pues tampoco. Esto no le gusta a nadie, es imposible que siendo aficionado te
pueda gustar, es una barbaridad, pero claro si la opción es esto o lo del
Vellosino, Núñez del Cuvillo y esa purrela de borregos y pegapases, pues yo lo
tengo claro. Si tengo que elegir entre esos triunfos verbeneros y estos
fracasos llenos de dignidad, pues no tengo duda. Eso sí, de aquello es más
fácil que se puedan beneficiar muchos, pero de esto ya es más complicado. Para
aquello igual vale hasta algún niño mono y hasta algún ganadero experto en
maíces, pero para esto hay que tener mucho más. Pero ya ven a estos no ha
habido quién le haya podido dar un pase por detrás, ni casi por delante.
4 comentarios:
Buenas,
Referente a esto, "no creo que haya mucho matador en el escalafón que pueda hacer frente a una corrida de este corte."
Me parecería interesante conocer, según su opinión, nombres de esos toreros que sí podrían trajinar con lo de esta tarde.
Un saludo y muchas gracias
Saludos Señor Enrique, antes que nada, decirle que como aficionado a la pintura que soy, cada día que entro a su Blog lo hago con el sombrero en la mano y el alma rendida. Hace tiempo me aficioné al trazo de sus plumillas, a los aplomos y gravedad de las/sus figuras taurinas, a sus apuntes de/la mano alzada.
Quería decirle, Señor Enrique, que el retrato de Joselito me produce emoción, creo que es la emoción que llega cuando uno encuentra algo que había perdido.
...Y dicho lo cual, tengo por aquí unas notas acerca de la celebre corrida de Saltillo que don Joaquín Sabina envió a Las Ventas, toros de Saltillo de ayer, que quizá no se diferenciaran mucho de los que fueron lidiados en Madrid el 14 de julio de 1845 cuando el hierro tomó la antigüedad, el primero duró lo que duran dos peces de hielo
En un güisqui on the rocks, Alberto Aguilar recogió al corretón segundo con unas verónicas alargando los brazos, intentando prolongar el viaje del toro, pero este seguía correteando y dijo hola y adiós,y, el portazo, sonó como un signo de interrogación,El cuarto, condenado a banderillas negras en lo que pareció un exceso de celo del presidente, puesto que el toro había sido sangrado en varias entradas al caballo, pero es que el Usía siempre tuvo la frente muy alta,
La lengua muy larga
Y la falda muy corta.
peor parte se llevó José Carlos Venegas que vio como se le iba vivito y coleando a los corrales el tercer toro. Sospecho que, así,se vengaba, a través del olvido,
Cupido de mi.El collage es una técnica artística que consiste en ensamblar elementos diversos en un tono unificado. El término se aplica sobre todo a la pintura, pero por extensión se puede referir a cualquier otra manifestación artística, como la música, el cine, la literatura o el videoclip. Viene del francés coller, que significa pegar.
El pánico se apoderó del ruedo, para recordarnos que el toro bravo proviene de un animal salvaje y que la esencia de la corrida de toros consiste en domeñar esa acometividad, Después de ver a Sánchez Vara, a Aguilar, a Venegas y a sus respectivas cuadrillas en Las Ventas, de verles abandonar la plaza, milagrosamente, por su propio pie,Derrochando
La bolsa y la vida
Me dejó el corazón
En los huesos
La miel en los labios
Y escarcha en el pelo.
Y regresé
A la maldición
Del cajón sin su ropa,
A la perdición
De los bares de copas,
A las cenicientas
De saldo y esquina,
Y, por esas Ventas....–Desengáñese usted, en España ya no quedan más que dos ganaderías de postín, la mía, de toros mansos, y la de usted, de bueyes bravos.No hubo pipas porque en el ruedo estaba “Cazarrata”, los yintonis no volaban ¿También se puede uno sentir torero con estos marrajos? destacando David Adalid, exponiendo una barbaridad.
Esto no le gusta a nadie, es imposible que siendo aficionado te pueda gustar...al fin y al cabo, a los toros del siglo XIX apenas se les hacia faena de muleta, toda la lidia era una pre-estocada que ponga fin a este quinario donde yo me equivoqué de Joaquín y ustedes de época y así fué como la fui, poco a poco,dando por perdida, tanto,
Que, tardé, en aprender
A olvidarla, diecinueve días
Y quinientas noches.
Posdata:Cocinado a base de recortes y ropa vieja de duelos y quebrantos con opiniones y comentarios, de canciones de Sabina y rabos de lagartijas conservadas en formol.
Saludos...Ängel.
K-Charro:
A continuación procedo a enumerar la lista de matadores capaces de plantarle cara a esto:
NINGUNO.
Igual hay alguno que sí, pero no me sale ahora mismo.
Muchas gracias, un saludo
Ängel:
Muchas gracias por sus palabras sobre mis pinturas y dibujos, y si llega alguna crítica, por favor, no me consientan que suelte el "pinta tú", eso sería causa de cárcel.
Siempre me sorprenden sus creativos corta y pega y como bien dice, estas corridas no le pueden gustar a nadie, desde luego, lo que ocurre es que no podemos sustraernos a la tentación de compararlas con las bobas y entonces... Pero las mansadas nunca pueden tildarse ni de medio regulares.
Un saludo
Publicar un comentario