La fuerza que tomarían ciertas peticiones de indulto si antes hubiera emoción en el primer tercio |
La primera gorda, Valencia. Y aparte de premios verbeneros,
que no precisan más comentario, si nos detenemos en lo del ganado, incluidos
los que quisieron devolver al campo, la conclusión es que mejor no detenerse y
pasar de largo. Olvidar qué se deja atrás, pisar el acelerador y corriendo para
adelante y alejarnos de todo lo que pueda recordar esa vergüenza de lo que el
señor Casas, don Simón, ha echado en la plaza de Valencia. Pero claro, si uno
se para a pensar, así, como sin querer, se da cuenta de que el señor Casas, don
Simón, es el mismo caballero que ejecuta la feria de Madrid y si el tiempo no
lo impide, disparará con la misma munición, los mismos borregos desfondados que
se felicitan por mantenerse en pie dos ratitos seguidos.
Que no sé ustedes, pero a servidor le asaltan todas las
dudas del mundo. En primer lugar, ¿quiere el señor Casas, don Simón, que el
aficionado de Madrid se saque su abono para la feria o se ha zambullido en una
campaña para alejar definitivamente a estos aficionados de la plaza de Madrid?
Que vaya usted a saber, que lo mismo le compensa que su gestión dé pérdidas y
así poder montar en la plaza una sala de conciertos monumental. Pero claro, en
esto de San Isidro no están solo los abonados de la plaza, que también están
los de la tele. Que igual el señor Casas, don Simón, quiere hundir al canal de
los toros y montar él otro de cine para adultos; que no les diría yo que no,
que uno ya no sabe qué pensar. Que queriendo o sin querer, hasta ha provocado
que los “ecuánimes” comentaristas del canal de los toros afirmen que esto no se
sostiene y que hay que protestar en la plaza. Bueno, todos, todos, no, que doña
Cristina anda a lo suyo y le parece bien y divertido hasta que le den un
tartazo en plena jeta, si eso está bien pagado. Pero a sus compañeros igual les
han llegado mensajes de la superioridad quejándose de las audiencias o de no
llegar al objetivo de abonados deseado. Y estos, los de la superioridad
televisiva, ya sabemos cómo se las gastan, que hoy estás y mañana dejas de
estar. Palmadita, gracias por los servicios prestados y todos al paro. Y eso sí
que no, que se puede intentar ser amigos de todos los taurinos de este mundo y
de otros mundos, pero las lentejas son sagradas.
Y la otra opción que nos queda es pensar que el señor Casas,
don Simón, está haciendo méritos para que le nombren socio de honor del PACMA,
porque le han propuesto montar una clínica homeopática en la plaza de Madrid,
con salas de hidromasajes, de masaje tailandés, de sado- maso, de audiciones de
la Voz , sesiones de Sálvame, mítines de todos los partidos, pero a la vez,
entremezclados y con un concurso en el que el público tuviera que adivinar el
partido de cada uno. Será que no tiene posibilidades la plaza de las Ventas.
Eso sí, si el señor Casas, don Simón, lo que pretende es que suban los abonos
de Madrid, que se incrementen las audiencias del canal de los toros y que la
fiesta tome fuerza y auge para combatir al antitaurineo… Mal vamos, ¿eh? Mal
vamos.
Que lo mismo la cosa está en que el señor Casas, don Simón,
lo que quiere es echar al aficionado y recibir con los brazos abiertos a ese
público verbenero dicharachero, irradiador de tonta felicidad, que ni se queja,
ni protesta y que está dispuesto a pagar un pastizal por una entrada, una vez
al año, que ya se sabe, un día es un día. Pero, ¡aaah! Que el problema es ese,
que es un día o tres, pero no muchos más al año, que el resto del tiempo, de
marzo a octubre, ni saben que se dan toros en Madrid; es más, que si en la
puerta les ponen un chiringuito con las copas dos euros más baratas, ahí se
quedan. Que aunque no lo crea y le pese al señor Casas, don Simón, quien
mantiene esto es el aficionado. ¡Sí! Hágame caso. Que estos son los que sacan
el abono año tras año y tras año y tras año y otro año más y que lo dejan en
herencia a los hijos a los que hicieron aficionados. Que el aficionado es el
que va a los toros durante todo el año, si hay carteles, porque si no, si lo
que dan es lo que vienen dando ya desde años atrás, solo se llena ese cuarto de
plaza de siempre a base de autobuses y de los cuatro locos que no tenemos ni
vida, ni amigos, ni familia, ni perrito que nos ladre. De verdad, no entiendo
nada, que casi es mejor no pensar, no sentir, dejar el cuerpo muerto, porque a
poquito que uno se para a ver cómo está esto, me parece más que evidente que el
señor Casas, don Simón no quiere que nos
abonemos.
2 comentarios:
Qué tal Enrique! ¿Te imaginas que hace unos años nos propusieran un San Isidro con las ausencias de José Tomás, Talavante, Morante, Ponce y Manzanares? Seguro que la venta de abonos habría caído en picado. No digo nada porque igual renuevo y me trago mis palabras pero te juro que tengo muy poquitas ganas. Además las corridas que me interesan casi todas están programadas los Martes, día de curro.
Un abrazo
J.Carlos
J. Carlos:
Pero se ha perdido algo primordial y es la afición de Madrid estructurada que había antes. Pero ya nada es como era.
Un abrazo
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