martes, 12 de marzo de 2019

Los antis van de dos en dos


Aquí, esperando a los antis, los de dos en dos y los otros, a ver qué se cuentan

El ver a dos activistas antitaurinos echarse a un ruedo es algo que molesta sobremanera a los que asisten a una plaza con la idea de ver un corrida de toros o novillos. Es como si profanaran su espacio sagrado. Una circunstancia que ocurre más frecuentemente de lo que a la mayoría nos gustaría. El último caso ha sido en Illescas, antes de la celebración de un festejo de campanillas; hasta el rey emérito acudió a esa cita que parecía que ni pintiparada, para la gente guapa. Y un día así no se puede estropear por una inconveniente de semejante porte, con lo bien que lo tenían todo preparado los organizadores. Que es salir esta gente a la arena y el personal se desata, unos se acuerdan de las madres, otros de los padres; división de opiniones, cómo diría el genial Rafael el Gallo. Que los que van tan a modo esa tarde a los toros pierden cualquier rasgo de mesura y buenas maneras. Dos fulanos que saltan allí en medio y provoca que nos volvamos del revés. Que si pudieran, tomarían el lugar de las fuerzas del orden, y la porra, y despejaban aquello en un zas, zas, sin mediar palabra. ¡Hay que ver! Con lo civilizados que somos la gente de los toros y que perdamos la compostura por esto.

Dense cuenta lo civilizados que podemos llegar a ser, que después de haber pagado una tela fina por una entrada a los toros aguantamos que en lugar de l toros, tal y cómo estaba anunciado, nos echan novillos y aquí no pasa nada, que lo primero son las formas. Que en este caso fue lo de José Vázquez, pero que en la línea de puntos pueden rellenar con cualquier nombre de cualquier hierro de los habituales. Lógicamente, estos seis animales se anuncian acompañados de tres señores que visten el traje de luces, con sus correspondientes cuadrillas. Pues bien, nada importa con que los de a caballo sean simple testimonio de una parte de la lidia que en su día fue; no importa que los señores espadas se limiten a dar dos capotazos con porte aflamencado, ni que el segundo vaya de casi de incógnito y que un tercero se limite a jugar en el ruedo sin respetar a sus compañeros, que se dedique a trapacear y que cuando no le cuadran las cosas solo intenta escurrir el bulto. Y a todo esto, la autoridad que no sabe ejercer precisamente su autoridad. Y aquí paz y después gloria, nadie se inmuta, nadie se ofende, nadie se ofusca, ni pierde las formas una vez comprobado y cometido el fraude a quien ha pagado una pasta por ir a los toros.

Que esto fue en Illescas, pero, ¿cuántas veces ocurre a lo largo de una temporada? ¿Cuántas veces va a ocurrir? Que más bien parece que lo que molesta es que molesten los ajenos a la fiesta, que para eso están los propios. Lo que no se puede consentir es que sean los antitaurinos los que quieran perjudicar y acabar con la fiesta de los toros, que para eso ya tenemos los nuestros, que con todo el derecho del mundo son los que pueden demoler este espectáculo. A ver si ahora van a venir de fuera a decirnos cómo apuntillar todo esto. Que habrá quién vea en esto una tremenda incoherencia, que no les digo que no, pero así somos. Y que no se les ocurra llamar antitaurinos a estos taurinos, lo mismo al que cría esos animalejos que quieren  hacer pasar por toros, a los toreros, que ya sabemos que no tienen límites en lo de buscar y encontrar la máxima comodidad, a quién organiza este circo, a quién debería regularlo con el reglamento en la mano y hasta a los que pagan su entrada y solo quieren felicidad, ficticia, pero felicidad al fin y al cabo, que como si fueran al barrio rojo de Ámsterdam, quieren confundir con amor lo que allí reciben, pero al final, ni eso es amor, ni esto es la fiesta de los toros. Eso sí, todos saben muy bien y no vaya usted a discutírselo, que los antis van de dos en dos.

Enlace programa Tendido de Sol del 10 de marzo de 2019:


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