sábado, 28 de septiembre de 2019

La chupifiesta, el chupitoreo, los chupicarretones y… que agradecidos son los paisanos


Se aplaude la habilidad, la maña, pero asomarse al balcón, ni la vieja al visillo para guipar al novio de la del segundo derecha

Los osados que se atrevan a decir que el público de Madrid es duro, demasiado duro, quizá deberían, en un acto de contrición, hacer examen de conciencia, pedir perdón por sus pecados y acatar la penitencia. Esta muy bien podría ser el tener que estar quince días seguidos, con sus noches, soportando una encerrona por jornada de esos a los que una tarde, un día que se tercia ir a los toros, a esos a los que en esa fecha jalean y piden orejas como el que pide otra ronda en los baretos alrededor de la plaza. ¡Una de oreja! Con su salsita y todo y el encargado de la barra, el señor de Villa Parro, sirviendo raciones y más raciones a golpe de pañuelazo.

Que si alguien aún no le ha cogido el aire a esto de la modernidad, no tienen más que ponerse la novillada que habría esta Feria de Otoño y a funcionar. Novillada más feota que otra cosa, demasiado anovillados y hasta con algún kilito de más, sin exceso, de Fuente Ymbro. Unos fofisanos que peleaban en el caballo, aunque con mal estilo, de medio lado, sin humillar, tirando derrotes al peto y alguno hasta saliéndose suelto del caballo, mientras los de arriba lo mismo les deslomaban, que le señalaban el puyazo como si estuvieran haciendo mahonesa con la batidora. Que gesto tan moderno, como horroroso. Solo Pachano tuvo la decencia de no picar trasero al primero. Luego su compañero de collera, Jean Nicola Bertoli, de la cuadrilla de Le Rafí, se encaró con el respetable cuándo le reconocieron su nefasta labor en el cuarto. ¡Mon dieu! Criticarme a mí, caballero montado del Pays Catarianne de la France francesa. De los novillos se puede decir que ya podían mansear como perros en el primer tercio, que en la muleta iban y venían para que les toreara hasta el que vendía las almendras. Pónmela ahora por el derecho, ahora me la cambias, que si no me aburro y, ¡halaaa! ¡Vengaaa! ¿Otra serie? Pues sea, como esta. ¿Una más por el izquierdo? Y dos si se tercia. Será por tandas. Que me las quitan de los pitones, señora. ¡Señora, ha llegado a su casa el trapacero! Se trapacean naturales, derechazos, medios pases y muletazos largando tela, con el pico de la muleta, sin mando, sin temple, todo a la velocidad que marca el burel. ¡Ha llegado el trapacero! Y tranquilos, que allí estaba el paisanaje y los que no eran paisanaje, dispuestos a jalear todo lo que allí sucediera, con tal de no quitarle la ilusión a los chavales.

El Rafi se presentaba en Madrid, mostró una incapacidad desganada con el capote, sin parecer importarle que su novillo deambulara a su aire por el ruedo; ya vendría. Con la muleta no es que pareciera que pretendiera disimular lo de meter exageradamente el pico de la muleta, sino que más bien parecía acentuar el gesto para que nadie en la plaza ignorara tal circunstancia. Pases, pases y más pases con una desesperante sosería. Despegado, tirando líneas, teniendo que recuperar el sitio a cada muletazo, sin gusto, para acabar en uno con un absurdo arrimón. Fuera de cacho, estirando en demasía el brazo y alargando el trasteo sin razón, castigando a esa benévola plaza que ni se atrevía a decirle nada, no fuera a ser que en una de estas le abandonara la ilusión al galo. Y como colofón un bajonazo recibiendo, que a algunos les hizo pensar que el chaval tendría que buscarse un abogado ya mismo.

Pero el bueno de verdad, el alumno aventajado de la modernidad fue Tomás Rufo. Lo tiene todo. Con el capote lo mismo tiraba mantazos, que se ponía flamenco, genuflexo, echando el pasito atrás, pero poniéndose muy flamenco, eso sí, dejando que le tocara el engaño en casi todos los lances. Aunque en su favor hay que agradecer la forma de llevar al caballo a su segundo, el mismo en el que hicieron saludar a los banderilleros por clavar más con picardía y habilidad, que con verdad. Con la muleta dio una verdadera sinfonía de lo que es meter el pico, quedándose fuera siempre, cites de frente con la zocata, pegando tirones. Dejando que se la tropezara demasiado. Si bien es verdad que en su segundo tuvo más vista. Medios muletazos con la derecha, girando y acompañando el viaje, pero sin mandar y sin rematar ni un muletazo. Pasaba a la velocidad que marcaba el novillo, acompañaba, pero no mandaba y el entusiasmo cundió entre los asistentes, que por momentos vieron torear despacio, pero claro, ya lo decía aquel, que una cosa es torear lento y otra templar y que no tiene por qué coincidir y en este caso, pues no coincidió. Un natural con la rodilla flexionada, que aunque con la tela atravesada, sí que tiró del Fuente Ymbro. Y como en su primero, una orejita, más una segunda vuelta al ruedo que no tenía explicación; quizá tanteaba a ver si le caía otro manojo de trigueros del bajo del siete. 

El tercero era Fernando Plaza, quién en el manejo del capote mostraba una quietud ya en desuso, pero a la hora de manejar los brazos, ¡ay los brazos! No cabe mayor sosería y desgana. Casi la misma que mostraba con la pañosa. Telonazos sin moverse, pero luego había que torear y… Atravesando el engaño hasta meterle la punta de la muleta en el testuz. Soso, aburrido, desangelado, siempre desde fuera, más allá de la pala del pitón. Además tuvo la mala pata de que le tocara el único con un poco de guasa. Empezó dudándole con el capote, el novillo medio se atravesaba y llegó un comprometido achuchón que afortunadamente quedó en susto. En el último tercio continuó con ese defecto de vencerse por el izquierdo, le punteaba las telas y a medio muletazo le tiraba un derrotito, acentuado por ese permitir que le tocara demasiado los engaños. Feo desarme poniéndole los pitones demasiado a la vista. Acabó con un arrimón innecesario y con bernadinas trapaceras, ¿o eran manoletinas? Sablazo haciendo guardia y tras una entera rinconera, todos para casa, que allí ya no había más. Y ahora podremos tirar de los tópicos de siempre, que si la ilusión de los chavales, que si están aprendiendo, que si lo que ilusionan las novilladas, que si ya tampoco ilusionan las novilladas, pero la realidad al final no es otra que esto ha evolucionado, o degenerado, en la chupifiesta, el chupitoreo, los chupicarretones y… que agradecidos son los paisanos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enrique, a mí no me pareció que la novillada estuviese mal presentada. Eran más toros que lo que sale en algunas plazas de primera. Eso sí, colaboradores al máximo, excepto el sexto. Es curioso que, desde mediados de Agosto, llevaba sin ver la lengua a un toro y hoy hemos visto 6 lenguas.

Rafi creo que no tiene ni cualidades ni la disposición suficiente para triunfar en esto. Totalmente prescindible.

Fernando Plaza, con más disposición pero aún verde. Se la jugó en el sexto, arriesgó demasiado donde ya había poco que sacar. Estuvo en novillero, que ya es decir bastante. Debe mejorar con la espada.

Rufo… pues estuvo bien para lo que vemos por ahí en el escalafón novilleril. Es cierto que abusó del pico, pero al menos no lo usó para echar fuera al toro, sino que se le pasaba cerca. Como bien dices, un buen doblón en el quinto, buena ligazón y colocación algo deficiente. Es novillero y no hay que ser demasiado severo con él hasta que se mida con sus hermanos mayores.

En cuanto a las cuadrillas decir que ya cansa un poco ver aplaudir a Fernando Sánchez en banderillas cuando no clava en la cara y toma el olivo día sí y día también. Creo que sólo hubo un par de poder a poder en la tarde y ese fue el primero de Sergio Aguilar al sexto de la tarde. Aunque pocos aplausos se oyeron, recordé eso de: “cría fama y échate a dormir”.

Un abrazo
J. Carlos

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
El ganado me pareció feo, pero este señor los cría así. Algunos los vi justitos, pero la grasa les tapaba. De los chavales, pues eso, tienen que aprender, desde luego, pero los de alrededor ya les dan como maestros consagrados. A Rufo le vi moderno, en esa postmodernidad que ahora embelesa, lo lleva por fuera con el pico, pero erguido y eso ya desata pasiones. Y lo de los banderilleros, pues ya sabes, se aplaude por programa y si además lleva patillas, pues hala, a dar palmas.
Un abrazo